Ya no es el ministro "estrella", el que se caracterizaba por escuchar, el dialogante, el que venía a dar un aire fresco a un gobierno sumergido en la peor de las crisis tras el estallido social de octubre pasado. Quienes entonces lo aplaudían son los mismos que hoy lo critican; senadores y diputados de oposición, que hoy insisten que Ignacio Briones escucha, pero oye poco; que "se creyó el cuento" y comenzó a transitar por un camino más personalista, y que como dice Giorgio Jackson tuvo un cambio radical con la pandemia, donde en varios momentos se le ha visto extremadamente cerrado. 

Una visión que se aleja de cómo lo perciben sus más cercanos: alguien que en los momentos más críticos que ha experimentado Chile se las ha jugado para alinear posiciones, siendo pieza clave del acuerdo de noviembre pasado, cuando se logró  un marco de entendimiento social en materia de pensiones y beneficios para los adultos mayores. También en el consenso que se logró con la oposición para sellar un acuerdo económico, en junio pasado, que iba más allá de las pretensiones de Palacio, y del propio presidente Sebastián  Piñera, siendo él quien operó en La Moneda para alinear a todo el equipo político y finalmente aumentar el Ingreso Familiar de emergencia de $ 65 mil pesos a $ 100 mil pesos, ganando la batalla interna entre quienes en el Ejecutivo se resistían y ante los propios economistas de derecha que criticaban a Briones por haber abierto la billetera de manera irracional. 

Pero el cambio de tono de Briones ha sido evidente en las últimas semanas. Incluso en entrevistas se ha mostrado menos calmo, y más duro frente a los cuestionamientos y preguntas en torno al fracaso en varios proyectos donde la cara detrás de las negociaciones ha sido precisamente él. El más visible de ellos, la aprobación del retiro del 10% de los fondos previsionales. 

Dicen que está cansado, pero sobre todo frustrado: porque llegó con la expectativa de generar cambios, y ser puente entre la oposición y el gobierno, pero las cosas han sido más complejas de lo que esperaba, incluso al interior del propio Senado, donde hasta hace pocos meses, las negociaciones y conversaciones eran fluidas, y se podía debatir con altura de miras.

“Hay distintos Briones. El que llegó, buscador de acuerdos, y el actual, que quiere imponer su posición y dialogar sólo con quienes piensan como él. Se requiere que el ministro entienda que tiene que dialogar con toda la diversidad, no imponer, sobre todo en miras a lo que se viene para adelante”, afirma el senador PS Carlos Montes. 

Debate polarizado

Las posiciones se han extremado, muchas veces, dicen fuentes en la oposición, porque hay una crítica profunda no contra él, sino que contra el gobierno, específicamente contra el mandatario, lo que hace que sea más difícil avanzar, con poco espacio para dialogar, escuchar, dejarse convencer por la evidencia y creer en los datos. 

Briones se ha mostrado evidentemente molesto con el hecho, según él, de que los acuerdos no se respeten, algo sobre lo que insistió este jueves en un punto de prensa en La Moneda, después de experimentar una nueva derrota: el rechazo al proyecto con medidas tributarias para la recuperación económica y el empleo, en el cual la oposición lo acusa de “vender el tema como un apoyo pyme” cuando en realidad lo que se estaba haciendo era “defender al gran empresariado”, algo que su entorno considera un eslogan, y una falta de visión del complejo escenario que en términos económicos vive Chile y la crisis que se avecina. 

Muy lejano a su carácter a Briones se le ha visto bastante duro y en un tono más bien agresivo para enfrentar el debate en el Congreso, algo que en parte habría hecho de manera consciente para evidenciar su molestia de que los acuerdos se incumplan y se afecten así las confianzas. Pero eso ha disgustado no sólo a la oposición, sino que incluso ha generado roces con el ministerio de Trabajo, los que deben dialogar para un sinfín de materias, y que a diferencia de Hacienda siempre ha mantenido un tono aquietado. 

Además se le critica el que dé personalmente todas las batallas y el delegar poco, lo que le ha provocado pagar varios costos.  

Briones sabe que las relaciones con la oposición pasan por su momento más tenso y complejo. Y sabe que hay que recomponer. Esa es su prioridad. Lo de no funcionar de manera presencial, ha hecho que las relaciones se vuelvan más distantes -el lado negativo del zoom- le ha confidenciado a sus más cercanos. Ahora sabe que tiene que navegar, que el plan de reapertura gradual le permitirá desplegarse, salir a terreno, conversar más. Comenzar una nueva etapa. Está confiado que los ánimos pueden cambiar y sus energías están puestas en la recuperación, en el programa masivo de subsidio al empleo, que da luces de esperanzas, aunque incluso los incentivos a la contratación puedan generar nuevos roces en torno a quienes sean las empresas que los reciban. Mientras tanto, su foco es meter mano a las exenciones y regímenes especiales que de mano a sus técnicos es la fórmula que consideran más apropiada para que los ricos paguen más. 

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