Hace poco menos de un mes, los servicios de inteligencia de Colombia tomaron contacto con sus pares de Chile. El objetivo, según dijeron fuentes de Gobierno a T13, era entregar información reservada sobre mensajes y comunicaciones de un alto jefe del Ejército de Liberación Nacional -ELN, violenta guerrilla que opera en ese país- alusivos a las protestas en Santiago.

La información había sido recopilada durante la llamada operación Odín: el 25 de octubre de 2020, comandos de inteligencia de las Fuerzas Militares y de la Policía colombiana abatieron en la selva del Chocó a Andrés Felipe Vanegas Londoño, alias Uriel, uno de los jefes del frente de guerra occidental del ELN.

“En esta operación cayó un criminal peligroso, que era responsable de delitos como secuestro, asesinato de líderes sociales, persecución y hostigamiento a poblaciones, asesinato de soldados y policías, y también de conformar y estimular el reclutamiento de menores”, informó el 26 de octubre del año pasado el presidente de ese país, Iván Duque. 

Pero junto con la muerte de “Uriel”, según publicó el sábado 30 de enero de este año la revista colombiana Semana, las autoridades colombianas dieron con 2 millones de archivos digitales, repartidos en siete computadores portátiles, 11 discos duros, 24 memorias USB, tres tabletas, 23 teléfonos celulares, equipos de GPS, cámaras fotográficas y radios de telecomunicación. 

Ahí habían comunicaciones de Uriel con la plana mayor del ELN y con varios de sus contactos en Sudamérica. Los temas: planes para secuestrar a los hijos de ex Presidente colombiano Álvaro Uribe, donaciones millonarias a una campaña presidencial en Ecuador, otro posible secuestro de un empresario en Argentina y, en el caso de Chile, comunicaciones alusivas a las protestas masivas que terminaron con el acuerdo de plebiscito para una nueva Constitución.

Según dijeron fuentes del Gobierno chileno a T13, los servicios de inteligencia de ambos países profundizaron su colaboración tras el estallido de octubre de 2019. En Santiago se reconoce que una de las falencias del Estado fue el área de inteligencia, que no logró anticipar ni dar las alertas en torno a los sucesos a partir del 18 de octubre, varios de ellos violentos. 

Fue en ese contexto que, señalan las mismas fuentes, lo que las autoridades colombianas transmitieron a las chilenas hace cerca de un mes a partir de lo encontrado en poder de la guerrilla del ELN apuntó a un supuesto plan llamado “Hermes”, orientado a infiltrar organizaciones y agudizar las protestas. 

El sábado pasado, la revista Semana reveló parte de esos mensajes. “Uriel tenía un interés especial en seguir de cerca la protesta social en Chile, y mantenía comunicación permanente con el Movimiento de Izquierda Revolucionaria de Chile y el Frente Patriótico Manuel Rodríguez”, señaló la publicación colombiana. 

Así, uno de los mensajes del líder guerrillero con la plana mayor del ELN era acerca de las protestas previas al acuerdo en torno al plebiscito para una nueva Constitución. “Es muy probable que la salida sea un nuevo pacto interburgués con la clase media, representada por los partidos de centro y del progresismo, además el PC como halador de bolas (sic), que podría llegar incluso hasta la renuncia de Piñera si la rebelión nacional se extiende varios días más”.

“Estamos justamente en una coyuntura histórica de nuestros pueblos continentales que se movilizan y se empoderan como sujetos sociales, y también histórica para el cambio que se avecina a gran velocidad. Que la Pachamama ilumine la marcha de nuestros pueblos”, agregó Uriel en el mensaje. 

Según dicen en el Gobierno chileno, tras conocerse la publicación de Semana, los servicios de inteligencia de ambos países volvieron a tomar contacto, ocasión en que se hicieron entrega de más antecedentes hasta ahora en manos de Bogotá.

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