El acto en el Estadio Nacional -donde Aylwin habló que Chile era uno solo, de civiles y militares- y el informe Rettig -que cifró en  cifró en 2.279 las víctimas de la dictadura- fueron dos hitos que definieron el marco de lo que sería el proceso de transición que vivió Chile desde el 11 de marzo, cuando Patricio Aylwin asumió la Presidencia de la República.

Así lo señalaron el sociólogo Eugenio Tironi y el decano de la UAI Harald Beyer, al analizar en Tele13 radio la trascendencia y los desafíos a 30 años del retorno a la democracia. 

"Lo más significativo es el retorno a la democracia, a partir de una decisión que fue el triunfo del NO. Y esto lo digo porque había una propuesta de retornar a la democracia, a través del SI; es bueno recordarlo porque es un dilema parecido al que tenemos hoy día. Se inicia un cambio que produjo mucha incertidumbre, que se temió mucho que se desarmara la economía, que las expectativas estallaran, que el tema de los DD.HH explotara y llevara al terrorismo como forma de hacer justicia con sus propias manos por parte de los familiares. Se temió que la coalición gobernante -que era formada entre la izquierda socialista y la DC- también se fragmentara y se produjera una situación de desgobierno. O sea, había muchísima incertidumbres que fueron bastante brillantemente gestionadas por el Presidente Aylwin, que es a quien hoy día recordamos", afirmó Tironi. 

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Para Harald Beyer, "la recuperación de la democracia es el elemento central y la forma en que se hace, que es una forma que hasta el día de hoy en los textos se ve como ejemplar, y yo creo que eso se nos olvida también, a propósito del debate en que estamos hoy día". 

"Y fue la posibilidad, además, no solamente de unir a una coalición de centro izquierda que había sido -por así decirlo- rival en el pasado, sino que también crear un clima de amistad cívica que hizo posible el éxito -aunque hoy día está mal decirlo- el éxito de esta transición. Y creo que lo que vemos hoy cuando uno mira los análisis y mira las encuestas, vemos que se ha logrado una población que siente que tiene mucho más control de sus vidas, que no tiene temor a la perdida de libertad, que siente que de alguna manera se consolidado la democracia, a pesar de que probablemente hay muchas reformas constitucionales que ha que hacer, a propósito del debate en que estamos", añadió. 

La Moneda realizará este miércoles un acto conmemorativo de los 30 años del retorno a la democracia. La actividad, sin embargo, estará marcada por la ausencia de varios partidos de oposición, entre ellos el PS, el PPD y Revolución Democrática. 

"Es doloroso lo que ocurre hoy día, que no se pueda celebrar en conjunto este 11 de marzo, porque yo reflexionaba, la transición misma produjo lealtades, amistades, produjo complicidades, una cierta fraternidad entre los que estuvimos envueltos en ella, y esto incluía a gente que había sido adversaria. Y eso uno siente que se ha roto, y es súper doloroso", señala Tironi. 

En este sentido, agrega, "creo que es una cuestión que tenemos que de alguna manera restablecer, y uno confiaría que este plebiscito y este proceso constituyente permita construir nuevas coaliciones afectivas, que trasciendan las divisiones del 73".

"Efectivamente la percepción de lo que fue del 90 en adelante se ha malogrado, se ha cuestionado, es evidente. Ese virus, acompaña al coronavirus, y está presente en Chile, y hay que prestarle atención", asevera.

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 La grieta entre la gente y la élite

Para Harald Beyer, "lo que sucede en Chile es que las élites tienden a polarizarse fácilmente, las élites chilenas han sido siempre ideológicamente muy diversas, no tanto esencialmente, pero ideológicamente muy diversas, y Chile tiene una historia de mucha polarización". 

"Y con el momento refundacional de la democracia esas élites dejaron de polarizarse, por así decirlo, convergieron, pero hay una gran diferencia con la población. Yo no veo a la población polarizada, y esto se traduce por ejemplo en este castigo que hay bastante transversal a nuestra élite política", agrega.

En este sentido, plantea que "hay áreas donde el país se ha modernizado, pero hay áreas donde el país no se ha modernizado. Por ejemplo, la política social me parece que todavía tiene reminiscencias de los primeros años de la Concertación, y que no ha logrado -a pesar de la discusión que hay sobre estas materias-modernizarse suficientemente para abordar estas nuevas incertidumbres". 

"Se ha producido una conexión que puede ser peligrosa, que es la conexión entre muchos grupos, muchos sectores, muchos individuos, muchos segmentos, de la más diversa naturaleza, que han vivido este sistema basado en la meritocracia, el esfuerzo, en la capacidad individual, que han vivido esta experiencia como un continuo fracaso, como una derrota cotidiana, y una derrota existencial que lo ha hecho cuestionarse sobre sus propias capacidades, que los ha llevado a estar en el límite de la depresión, o estar derechamente en la depresión o la melancolía", plantea, por su parte, Tironi. 

Beyer, dice compartir que "hay un grupo de la población que no fue atendido suficiente y que se quedó al margen del proceso de desarrollo que ha vivido el país. Y al mismo tiempo se agrega otra cosa: esta es una sociedad sin mucha cohesión social. La confianza interpersonal es baja, la confianza en las instituciones y el sentido de pertenencia es bajo".

"Chile siempre ha sido una sociedad individualista, pero, claro, la política perdió importancia, se ha atomizado", añade. 

Tironi, en tanto, plantea: "De repente el voto se ha deslegitimado, y yo no siento que podamos tener un sustituto de la democracia representativa".

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