"Te voy a contar algo: Yo doy clases de religión en una escuela a tercer y cuarto grado. Los chicos y las chicas son muy pobres; algunos hasta vienen descalzos al colegio". Era el 5 de mayo de 1960 y Jorge Mario Bergoglio -quien visitará Chile en enero del próximo año- entonces un novicio jesuita argentino de 23 años, comenzaba de esa manera una carta dirigida a María Elena, su única hermana que hoy está viva.

El manuscrito, que ha aparecido en diversos medios, fue escrito de puño y letra por Bergoglio en Santiago de Chile. Durante ese año, el Papa Francisco estudió en una casona de la Compañía de Jesús ubicada en la comuna de Padre Hurtado, y que hoy se conoce como Casa Loyola, donde llegó junto a un grupo de 18 argentinos que convivían con estudiantes jesuitas de Chile, Uruguay y otros países de la región.

“Era uno más del grupo, jocoso y alegre, pero la verdad es que teníamos una vida de silencio, bastante monacal”, dice uno de sus compañeros chilenos que lo conoció en esa época. De más detalles, pocos se acuerdan.

El sacerdote Andrés Swinnen, uno de los argentinos que llegó ese año a la casa en Padre Hurtado, intenta escarbar en sus recuerdos, pero a sus 81 años, relata con dificultad parte de sus memorias. “Salíamos los fines de semana a caminar por la cordillera y tomábamos mucho mate”, cuenta desde Argentina.

En esa época, Bergoglio y los novicios jesuitas solían hacer apostolado en las cercanías del sector y frecuentaban la parroquia Ignacio de Loyola, donde podían interactuar con quienes vivían en la zona.

Si bien el cronograma de la Compañía de Jesús contemplaba que Francisco pasara tres años en Chile como parte de su formación humanista, su paso por Santiago fue acortado a sólo 365 días, porque a esa altura ya hablaba latín y tenía estudios más avanzados.

“Él tuvo una buena experiencia en Chile, es lo que siempre me dijo, me habló muy bien siempre del padre José Donoso, que fue su profesor”, cuenta el sacerdote Fernando Montes, quien coincidió con Bergoglio durante un año en Argentina en 1961.

Ambos estudiaron en el Colegio Máximo San Miguel, en la Facultad de Filosofía y Teología, donde también había argentinos, uruguayos, paraguayos y bolivianos.

La “diferencia” con los chilenos

Trece años después de su paso por Chile, en 1973, Bergoglio fue nombrado como provincial de la Compañía de Jesús en Argentina, cargo que ocupó durante seis años. En esa época, según relatan jesuitas y diplomáticos chilenos, en el país vecino los sacerdotes de la orden enfrentaban una fuerte división por el clima político.

A Francisco le tocó encabezar la Compañía en la provincia de Buenos Aires durante parte de la dictadura de Jorge Rafael Videla, y entre los jesuitas trasandinos el peronismo era el movimiento de mayor fuerza.   

“Pasados los años la provincia argentina tuvo una visión un poco diferente de todo lo que estaba pasando en América Latina, y en ese sentido ahí hubo una pequeña diferencia con los chilenos”, sostiene Fernando Montes. “Los argentinos estaban más cerca del peronismo, pero no es que hubiera una cosa contra Chile o los jesuitas chilenos, sólo tuvimos distintas visiones”, agrega el ex rector de la Universidad Alberto Hurtado.

Hubo una pequeña diferencia con los chilenos (...) Los argentinos estaban más cerca del peronismo
Fernando Montes

Si bien el jesuita descarta la existencia de algún quiebre entre Bergoglio y los chilenos, hay versiones del mundo político que apuntan a un grado de distanciamiento del Papa con nuestro país.

Es que luego de que finalizara su período en Argentina como superior provincial, ya a comienzos de los ’80 el general de la Orden, el holandés Peter-Hans Kolvenbach, decidió enviar un delegado a Buenos Aires para obtener información sobre el período de Bergoglio. El encargado de la misión fue el jesuita chileno Juan Ochagavía, uno de los colaboradores más cercanos en aquella época de Kolvenbach.

“El padre Ochagavía fue enviado por el general a revisar, porque la provincia argentina era muy floreciente por un lado, con gran cantidad de vocaciones, mucho prestigio al provincial, que era Bergoglio, pero había bastantes divisiones internas, discusiones”, afirma Fernando Montes.

Según el jesuita, este tipo de procedimientos “es bastante corriente”, ya que en ciertas ocasiones “la Compañía envía visitadores que van a ver un tema, un problema”. Como sea, Montes agrega: “No tengo la impresión de que haya sido una visita canónica, que es más estricta. Era conversar, ir a ver, dar una vuelta”.

Durante el mandato de Bergoglio como provincial, se produjo un hecho que provocó controversia cuando fue nombrado Papa. El 23 de mayo de 1976 los jesuitas Francisco Jalics y Orlando Yorio fueron secuestrados. Tras versiones iniciales sobre el rol de Bergoglio, el propio Jalics -de origen húngaro- se encargó de aclarar lo sucedido tras la entronización del Papa Francisco: negó que el entonces superior los hubiera denunciado y dio el capítulo por cerrado.

Afecto por Bachelet y el sello de su visita

La visita del Papa a Chile, anunciada este lunes y prevista desde el 15 al 18 de enero de 2018, no fue sorpresa para el mundo diplomático. Los preparativos se trabajaban desde hace meses y tras una invitación formal del Gobierno.

El itinerario, sin embargo, es visto con atención desde algunos sectores, donde observan preocupados el tono que Francisco pueda dar a su discurso en la Araucanía, donde arrecia el conflicto mapuche, y en Iquique, donde estuvieron detenidos por tres meses nueve ciudadanos bolivianos.

En Santiago aún resienten el apoyo que el Papa dio a la aspiración marítima de Bolivia cuando visitó ese país en 2015. En esa ocasión, el Sumo Pontífice planteó que “el diálogo es indispensable” y que el reclamo del país vecino “no es injusto”.

Si bien en esa ocasión sus dichos molestaron a algunos sectores en Chile, luego de su intervención, Francisco no volvió a tocar el tema. Sin embargo, fuentes diplomáticas no descartan que en su visita pueda reflotar su llamado al diálogo.

Como sea, esta semana el Gobierno se encargó de felicitar el anuncio de la visita papal en voz de la propia Presidenta Michelle Bachelet y el canciller Heraldo Muñoz.

“El Papa conoce muy bien el país, conoce muy bien la autoridad eclesiástica”, sostiene Mariano Fernández, embajador de Chile ante la Santa Sede.

El ex canciller resalta la visita del Sumo Pontífice y entrega un diagnóstico del sello que podría imprimir a su viaje por Chile. “Es muy importante lo que está haciendo él en la solución de conflictos, tanto en el diálogo interreligioso con los musulmanes, los judíos, como en el diálogo ecuménico con los protestantes, los evangélicos, los ortodoxos”, afirma Fernández.

Chile es un país que está muy cerca del Papa, porque coincide con él en la manera como hay que resolver los conflictos, sobre todo los que tenemos en América Latina
Mariano Fernández

También menciona el trabajo del Papa “en los conflictos como el caso de Colombia, el esfuerzo que está haciendo la iglesia -con el apoyo nuestro- en Venezuela, lo que están haciendo para intentar ayudar en Medio Oriente, y ahí Chile es un país que está muy cerca del Papa, porque coincide con él en la manera como hay que resolver los conflictos, sobre todo estos que tenemos en América Latina”.

Sobre la visita en específico, Fernández dice: “Tengo la impresión de que el Papa está muy interesado en las realidades de cómo se vive la religión, y en el caso de la Araucanía para enterarse de cosas muy importantes con los pueblos originarios, que es uno de los temas fundamentales de él, con gente en situación como lo ocurre en la Araucanía”.

Quienes conocen la visión del Papa sobre Chile aseguran que está al día con lo que pasa en nuestro país. En 2015, por ejemplo, fue consultado por un chileno sobre la designación como obispo de Osorno de Juan Barros, vinculado como presunto encubridor del sacerdote Fernando Karadima.

En esa ocasión, en un video difundido en internet, Francisco defendió el nombramiento: “La única acusación que hubo contra ese obispo fue desacreditada por la corte judicial”, respondió el Sumo Pontífice, aludió a que el hecho fue creado “por los zurdos” y aseguró que “Osorno sufre, sí, pero por tonta, porque no abre su corazón a lo que Dios dice, y se deja llevar por las 'macanas' que dice toda esa gente”.

El episodio generó distincas posturas en sectores de la iglesia chilena. De hecho dicen quienes han podido conversar sobre Chile con el Papa que una de sus principales preocupaciones acerca de nuestro país es el estado de la iglesia chilena.

“Sin duda en su visita va a opinar de temas como el aborto y las reformas”, aseguran quienes conocen su visión de Chile, y remarcan que le tiene afecto a la Presidenta Bachelet, a quien conoció como directora de ONU Mujeres.

La visita del Sumo Pontífice era trabajada hace meses por el Gobierno. De hecho, los miércoles un grupo de representantes de Segpres se reúne con la Conferencia Episcopal para planificar el viaje.

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