El coronavirus ha traído diferentes consecuencias para millones de personas alrededor del mundo, causando tristes separaciones entre familias y amigos que esperan ansiosos su reencuentro al final de esta pandemia.

Un caso es el de Abril, quien se encontraba de viaje junto a su perrita llamada "Zorrita" en Bolivia, cuando de pronto se comenzaron a tomar las primeras medidas restrictivas en dicho país ante el avance del COVID-19.

Según contó, ella y su mascota se conocieron en 2018 en La Rioja, en uno de los viajes que hizo la joven por Argentina. Continuando con ese espíritu aventurero que las unió, decidieron emprender viaje al norte del país y luego cruzar a Bolivia.

"Cuando nos enteramos de la pandemia y el cierre de las fronteras (en Bolivia), fuimos al Consulado argentino y decidieron repatriarnos. Nos llevaron hasta Aguas Blancas, en el departamento de Orán, Salta, donde teníamos que tomar un micro que nos trajera hasta Retiro", contó la joven a TN y La Gente.

Sin embargo, lo que no sabían es que esa micro que parecía ser su salvación terminó siendo el punto de separación entre ambas. Según Abril, al momento de querer subir a la máquina el chofer le dijo que "Zorrita" no podía acompañarla.

Ante ese panorama, no quiso dejar sola a su mascota y decidió quedarse junto a ella y otra amiga que la acompañaba. "Lloré cómo nunca había llorado en mi vida, me estaban pidiendo que la abandonara y que yo siga viaje a mi casa. Nunca lo haría (...) Estábamos solas en el medio de la nada y solo había un puesto de gendarmería", relató Abril.

Deambuló por el lugar pidiendo ayuda para que algún automovilista las trasladara, pero no tuvo resultados. Por lo mismo acudió hasta la gendarmería cercana para pedir auxilio, pero nuevamente no obtuvo la respuesta que necesitaba.

La policía alertó a Abril que no podían hacer nada por ellas y que de hecho deberían llevarlas detenidas por estar incumpliendo la cuarentena.

Luego de relatar su situación con detalles, uno de los policías le dio una solución: se llevaría a "Zorrita" a su casa para cuidarla y alimentarla.

Abril accedió a ello y por orden de las autoridades, ella y su amiga debieron subir a la micro que ya estaba a 100 kilómetros del recorrido.

"No tenía más opción, o íbamos detenidas y mi perrita quedaba a la deriva, o subía al micro y mi perrita quedaba en una casa. La respuesta es obvia", dijo la joven.

Finalmente, Abril logró llegar hasta Buenos Aires y desde allí se comunica diariamente con el gendarme que se comprometió a cuidar a "Zorrita". Pero ahora falta lo más importante, conseguir que su perrita vuelva a su lado.

 

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