Cuando era adolescente, Andrés Cantó tuvo una fuerte discusión con sus padres, en Alicante, España y terminó construyendo una casa subterránea.

Por ese entonces, en 2015, sólo tenía 14 años, y molesto tras una fuerte pelea, decidió comenzar a picar la tierra del patio de su casa.

Lo que comenzó siendo un agujero en la tierra terminó por convertirse, con el tiempo, en su refugio. Literalmente.

Si bien en un comienzo el enfado se le pasó, el agujero nunca fue tapado, y por 2018, con la ayuda de un amigo, retomó la ampliación del agujero.

Ambos usaban picotas y palas para poder agrandar paulatinamente el agujero y entre finales de 2018 y principios de 2019, éste ya permitía que ambos jóvenes estuvieran en su interior.

A lo anterior se le fueron sumando detalles, como unas escaleras que permitían bajar hacia la base del agujero.

Ese mismo año, Andrés Cantó logró construir la primera pieza, que contaba con una pequeña bodega. A la vez, fue empedrando y adobando las paredes internas, llegando incluso a dotar el espacio de electricidad y una estufa para no pasar frío en el invierno.

De igual manera, las obras fueron sofisticándose, puesto que Andrés puso unos pilares en la habitación, a cuatro metros bajo tierra, e implementó un sistema de poleas para sacar tierra más fácilmente.

Por 2021, el joven ya contaba con una terraza, WiFi, luz, calefacción y hasta un equipo de música.

Sin embargo, ese año el proyecto ya estaba tan serio y sofisticado que debió pedir una licencia de obras para poder certificarla ante las autoridades españolas.

Por dos años, el joven no había entregado novedades respecto a su obra.

Sin embargo, en marzo de 2023, Andrés detalló que rebajó 50 centímetros del suelo en todas las salas que confeccionó bajo tierra, terminando un pasillo y una cama que posee dimensiones de un colchón individual.

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