El artista nacional Américo fue el protagonista de un nuevo capítulo de "De tú a tú", con la conducción de Martín Cárcamo en las pantallas de Canal 13.

El intérprete de “Que levante la mano” se reunió en un parque de su ciudad natal con el conductor -donde cantó frente a público por primera vez en su vida, a los 8 años-, y partió narrando su infancia. Hijo de Melvin Vega y Leyla Urzúa, su verdadero nombre no es Américo, sino Domingo Johnny.

“Mi mamá quería que yo tuviera otro nombre, Rafael, por el artista. Pero mi papá quería Domingo, por mi bisabuelo. Y así quedé como Domingo Johnny. No pega mucho”, rió.

Aunque creció con dos hermanos, Darwin y Sandra, con el tiempo se sumaron más, contó. “Después de muchos años aparecieron todos los hijos de mi papá, que habían sido antes, durante y después. Somos ocho hermanos en total".

Su papá, desde siempre con aspiraciones artísticas, tempranamente descubrió el talento de su hijo justo en ese parque, cuando lo hizo cantar por primera vez a los 7 años “Palabra de honor”, de Luis Miguel.

“No gané, pero saqué el segundo lugar. Fue muy bonito, me quedé con esa sensación de que la gente me viera, del aplauso y del cariño”, indicó Américo.

Tras visitar junto a Martín la Escuela Tucapel de Arica, donde Américo estudió hasta Octavo Básico, y cuya sala de música tiene su nombre, el cantante recibió un homenaje de parte del director. Ya sentados de nuevo con el conductor, el intérprete de “Lágrimas de amor” habló de sus padres, cuyo matrimonio derivó en una separación.

“Mi mamá era la que ponía las reglas, la que ordenaba la casa, se preocupaba de los estudios. Mi viejo trabajaba un montón, pero tengo lindos recuerdos de mi papá, él disfrutaba mucho de nosotros”, recordó el cantante.

Tras la separación, Melvin empezó a dedicarse en serio a la música, grabando cassettes y vendiéndolos en la calle. A los 9 años, el niño Américo debutó en uno de ellos acompañando a su padre en el tema “No toques mi puerta”, que cuenta la historia de un papá que se separa y se queda con el niño.

“Mi papá cuando la cantaba salía conmigo y me llevaba en brazos en el escenario. Raphael era una alpargata al lado. Me decía que con eso se ponía a llorar hasta el perro, o que debíamos empezar a vender cassettes con pañuelos. Tenía puras frases así. Era cebollero mi viejo, la tenía clara”, comentó Américo, agregando que dedicarse a la música desde tan chico le enseñó los rigores del trabajo.

“Tuve muchos sinsabores y dolores en mi juventud con mi papá. Me tocó empezar a trabajar desde muy pequeño, una mezcla pequeña entre viejo chico o un niño viejo (...) Mi papá jamás me hizo pedir dinero a cambio de cantar. Nosotros vendíamos un trabajo, un cassette. Mi papá se preocupaba de producir cassettes, después pasamos a CD, nos vestíamos bien, y buscábamos lugares donde se pudiera reunir gente, y vendíamos nuestros productos”, aclaró al respecto artista.

De visita en la casa de infancia de Américo, el cantante le relató a Martín algunos de los duros momentos que pasó por culpa de su padre. “Cuando mis viejos se separan, mi papá tuvo dos intentos de suicidio, donde yo fui testigo. Lo vi, me tocó salvarlo las dos veces. En la primera tenía 5 años”, desclasificó, relatando que esa primera vez falló porque se le rompió la cuerda con la que intentó ahorcarse y terminó en el hospital por la caída. La segunda vez, en tanto, fue más dramática.

Tenía 8 u 9 años, y me tocó ver la soga en la viga colgada. Eso fue brutal. Me atrevo y miro, y por suerte él no estaba. Viene de la cocina, me abraza y me pide perdón. Desiste de su intento. Sin duda, eso es de lo más brutal que me ha tocado vivir”, confesó Américo, añadiendo que no lo dice buscando demonizar a su padre, y que ya lo entiende.

En el proceso, le tocó estar entre su papá y su mamá en la batalla entre ambos. Las consecuencias de eso se quedaron en el joven Américo. “Queda en mí instalada esta sensación de soledad, incomprensión, esta ambigüedad. Yo era el regalón de los dos, pero estaba en esta condición de no ser visto. Le decía a uno que no quería, y no me pescaba, luego le decía al otro que no quería, tampoco me pescaba. Entonces, esa ambigüedad era fatal. Callar esa sensación de soledad, esa pena con la que no sabía vivir, era jodido”, aseguró el cantante.

En torno a su temprana paternidad, Américo contó que tiene cuatro hijos: Mabel de 29 años, Dayane de 26, Dominga de 11 años y Mateo de 3. “Fui papá súper joven, a los 16. Todo un viejo chico. No estaba preparado para nada, era un niño con otro niño en brazos. Me tocó apechugar y trabajar”, sostuvo, agregando que con la madre de su primera hija tuvo problemas y eso derivó en su propio intento de suicidio.

“Ella me engañó con un compañero de curso. Eso fue dramático para mí, fue terrible. A lo primero que recurrí fue a tomarme unas pastillas. Mi mamá me encuentra y le toca vivir todo este queso. Me lleva al hospital y me lavaron el estómago. Despierto en psiquiatría, amarrado a los 17 años. Esto no lo sabe nadie”, rememoró sobre el incidente, tras el cual su mamá decidió dejarlo una semana internado.

Posteriormente, a los 19 años, cuando ya era vocalista del grupo Alegría, conoce a Pepa (María Teresa Órdenes), mujer con la que lleva 24 años de relación. “La conocí en un baile en Los Andes. A ella no le gustaba esta música, no sabía nada del sound. Pero fue bien bonito, nos miramos toda la noche. Terminando la jornada, nos saludamos y nos dimos el teléfono fijo, aún no había celulares. Me lo aprendí de memoria”, recordó el cantante, añadiendo que su pareja lo ha acompañado en momentos complicados de su vida.

Uno de ellos cuando, ya de adulto, empezó a experimentar con el alcohol, primero en instancias sociales, y después en soledad. “Empiezo a tomar solo. Decía ‘es mi plata, hago lo que quiero, me lo merezco’ (...) Siempre cumplí con mis shows, era como hacer y hacer todo el rato. Pero veía un espacio de tiempo, iba al aeropuerto, al Duty Free, y tomaba. Lo mismo cuando iba en el auto con mi chofer. Llegaba a la casa medio mareado. Me empecé a dar cuenta de que era querer apagar siempre”, narró, explicando que partió con pisco, whisky y ron, y luego pasó al vodka “porque no dejaba olor”.

Sus primeros intentos de rehabilitación fueron en 2015, cuando, con ayuda de un amigo, redujo su consumo. Pero eso no lo ayudaba. “Bebía dos o tres veces al año. A pesar de que no era nada, no me sentía bien. No me encontraba, no me hallaba. Empecé en una búsqueda. Pasé también por un tiempo con mucha angustia. Me da mi primera crisis de pánico, a tal nivel que llego a la clínica y pensaba que me iba a morir. El corazón me saltaba. Fue terrible”, confidenció el intérprete.

La pandemia de 2020 fue un momento cúlmine, porque el no poder trabajar lo hizo recaer en el alcohol, e incluso tuvo un grave accidente automovilístico que puso en jaque su relación con Pepa. “La saqué barata y por suerte no afectó a alguien más. Pero ella me echó de la casa. Me fui a mi oficina, ahí seguí con el ‘chupe’. Llorándomelo todo, haciéndome la víctima también. Algunos días estuve en la casa de mi mamá, otros días donde mi hermano. Ahí es donde decido tomar las riendas de mi vida y hacer un cambio. Hoy no tomo nada, llevo dos años y medio sin nada”, reveló.

Recordando su carrera, Américo relató que su salida de Alegría en 2002, en el peak de fama de la banda, tuvo un gran costo. “El único que salió sin explicación alguna fui yo. Ahí empecé a dar bote. Lo pasé mal, porque nos iba bien, pero yo no estaba preparado. No había ahorrado. Quedé solo en la vida, sin entender qué se venía. No estaba preparado. Ahí empieza un episodio bien triste de mi vida. Hasta la Pepa me dejó. Llevábamos años, y me dijo que no podíamos seguir”, contó.

Entonces volvió a fojas cero, cantando en las calles de Arica y luego en Europa. “Yo ya no era importante, no tenía nada. Adelgacé, dormí en el suelo y comiendo mal”, rememoró. Tras volver y reconciliarse con su mujer, llegó a vivir al living de sus suegros y empezó a vender discos piratas en la calle para mantener a sus hijas.

“Fue un tiempo de reinventarme. Me quedé por un largo tiempo solo a cargo de mi hija. La llevaba al colegio, volvía con algo de plata de lo que vendía para darle comida, y así. Iba y venía todo el día, no dormía. Fue bien jodido”, revivió sobre esa época. Luego de unos años, empezó a crear su propia música en un estudio casero, hasta que en 2008 consiguió, al fin, pegar en las radios con la canción “Embrujo”. “Esos son los inicios de Américo”, indicó el intérprete de “Hoy te vas”, “La duda”, “Me enamoré de ti” y “A llorar a otra parte”.

De ahí, su gran hito fue su presentación en Viña 2010, de donde guarda muy buenos recuerdos del animador Felipe Camiroaga. “Siempre me dijo ‘Chumingo’”, recordó Américo, quien finalmente quedó instalado como el músico más importante de Chile luego del certamen. “Si no me iba bien después de esa presentación es porque yo era muy malo, porque la presentación me dejó instalado”, sostuvo.

El momento más importante de su carrera afuera fue el año pasado, cuando se presentó ni más ni menos que en el Madison Square Garden de Nueva York, como cierre de una gira donde hizo 122 shows en 11 países. “Fue tremendo. Ver desde Arica los conciertos de artistas que yo admiro en ese escenario tan emblemático y potente fue tremendo”, indicó Américo.

Tras recibir saludos de algunos de sus amigos, el cantante quiso cerrar el programa con un momento único: cantó por primera vez en pantalla junto a su padre, Melvin.

“De tú a tú”, cada domingo después de “Teletrece central”, por las pantallas de Canal 13.

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