"El #MeToo de Twitter se ha terminado para mí".

Con estas palabras, la periodista mexicana Blanche Petrich se unió esta semana al debate generado en México a raíz de la proliferación de denuncias de abuso y acoso sexual en diferentes cuentas de Twitter.

El texto de opinión de Petrich, compartido primero como una visión personal en su cuenta de Facebook y posteriormente publicado por el diario La Jornada, despertó apoyos y críticas, y contribuyó a mantener viva la discusión en torno a los llamados #metoo mexicanos.

BBC Mundo habló con la periodista.

Momento de inquietud

"Inicialmente escribí el texto para mí misma, pensando en amigos", cuenta Petrich, que dice que se inquietó por el rumbo que tomó la situación.

Petrich reconoce que, en un principio, encontró algunas denuncias muy valientes, relatos que valía la pena escuchar y atender.

También le agradó ver la solidaridad entre mujeres jóvenes.

Sin embargo, señala la periodista, le empezó a preocupar lo que ella percibió como una falta de cuidado en las administradoras de las distintas cuentas de denuncia.

"No estoy necesariamente en contra de la denuncia anónima, pero sí creo que debe haber un trabajo de control, un trabajo de edición y verificación", apunta.

"Empecé a encontrar también relatos que sonaban un poco falsos, que hablaban de situaciones inverosímiles, o de situaciones que no necesariamente son de abuso en contra de la mujer".

"Encontré historias de compañeros periodistas, de escritores y de las distintas disciplinas, en las que ellos salieron a decir 'eso es falso', muy airados", prosigue.

"Realmente había muchos relatos falsos y también muchas vidas lastimadas, colegas lastimados por esa humillación de ser mencionados en público en este contexto donde se está citando a violadores, abusadores, acosadores".

La gota que colmó el vaso

A Petrich le pareció excesivo el "tono revanchista" de muchas de las respuestas o comentarios publicados en las redes.

Para la periodista, el punto de quiebre fue el suicidio de Armando Vega Gil el pasado lunes, a quien personalmente no conocía.

"Lo que verdaderamente ya sonó todas las alarmas en mí fue la reacción que hubo por parte de las administradoras de la cuenta de #MeTooMúsicosMexicanos y de sus seguidoras", explica.

"Decían 'ya mátate', 'eso es un chantaje', 'eres cobarde y ruin', 'eres un pederasta asqueroso', ese tipo de cosas a mí me hicieron sentir que ya todo se había ido por la borda y eso es lo que traté de expresar en este texto".

Críticas y elogios

Como la propia autora vaticinó, las reacciones a su reflexión no se hicieron esperar.

"He recibido muchísimo más apoyo, estoy hasta muy abrumada, parece que toqué una tecla que hizo que muchas mujeres -y muchos hombres, pero sobre todo mujeres- se sintieran identificadas con esto", dice.

En el espectro de las críticas negativas, se pueden leer comentarios en los que se rechaza la opinión de la periodista por su edad, que supera los 60 años.

En este sentido, se coloca a Petrich en el mismo grupo que a Marta Lamas y Elena Poniatowska, quienes han expresado también sus dudas sobre los métodos de los #metoo mexicanos.

"Me han atacado por lo que llaman 'feminogerontocracia", exclama extrañada.

"Se me hace tan contradictorio. Estas mujeres que llaman a la no discriminación, ¿sienten desprecio por las mujeres mayores?", plantea.

"Yo siento que hay mucha confusión en estas chicas que salen a protestar tanto, a veces con un ánimo de intolerancia tan grande que ya no solo rechazan a los acosadores y abusadores sino también a todos los hombres y ahora hasta las viejas.

"Eso simplemente confirma mi alarma, mi preocupación, sobre la salud de este feminismo radical".

Mecanismos de defensa

Otro de los elementos que preocupó a Petrich al leer las denuncias fue la aparente situación de vulnerabilidad de muchas mujeres jóvenes.

"Encontré muchas veces la frase 'me quedé paralizada', a eso traté yo de responder desde una subjetividad con mi texto", expone.

"Llevo más de 40 años en el periodismo y a mí me tocó una realidad donde los acosos en el mundo de hombres que dominaba el periodismo eran mayores, naturalizados y normalizados.

"A las mujeres jóvenes de entonces nos costaba bastante más trabajo abrirnos paso y hacernos respetar ¡y lo lográbamos!

"Todas hemos desarrollado mecanismos de defensa, de hacerte respetar, de ponerle freno a un jefe abusivo, de quitarle la mano a alguien que te está tomando la pierna".

El dilema de las denuncias anónimas

Petrich admite que estos mecanismos de defensa no siempre funcionan y cree en la fuerza de la denuncia, incluso aunque sea anónima.

"Ahí yo difiero un poco con Marta Lamas y Elena Poniatowska porque mi ejercicio es el periodismo.

"En el periodismo, sin el recurso del off the record, el reservarnos la identidad de una fuente, el manejar profesional y responsablemente alguna filtración, el periodismo de denuncia, sobre todo en ámbitos de tanta corrupción y violencia como es el mexicano, no existiría", opina.

Así, para la periodista, el fallo no está en las denunciantes, sino en las personas que administran las plataformas que dan voz a esas acusaciones.

"Las administradoras de las cuentas deben actuar como una mesa de edición con todos los mecanismos de verificación necesarios.

"Ellas dicen que verificaron, pero es evidente que no siempre lo hicieron y tampoco hubo un arbitraje en el tono de odio de muchas respuestas.

"Se les fue de las manos, en mi opinión".

En cuanto a si se arrepiente o matiza algo de lo expuesto en ese texto, Petrich es contundente:

"La mera verdad es que hace ya unos días que lo escribí y lo acabo de releer y no. Simplemente he confirmado que no eran intuiciones, que era un sentir que sí estaba reflejando lo que estaba pasando.

"Qué pena, yo siempre estoy dudando de lo que escribo, pero esta vez no".

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