Todavía no se sabe de dónde vino el asteroide 2015 BZ509, conocido cariñosamente como BZ.

Solo se sabe que pudo haber venido de fuera de nuestro Sistema Solar, según un estudio publicado el lunes en la revista Monthly Notices de la Real Sociedad Astronómica de Reino Unido.

BZ se ubica en la órbita de Júpiter y puede ser el primer asteroide interestelar conocido que se quedó a residir alrededor del Sol.

A diferencia de Oumuamua, el asteroide cigarro que visitó brevemente el Sistema Solar a principios de 2018, BZ parece haber estado en este vecindario durante 4.500 millones de años.

"Como Oumuamua estaba de paso, no era tan difícil retroceder y rastrear de dónde vino", explica a la BBC el doctor Fathi Namouni, de la Université Côte d'Azur, en Francia, uno de los autores del estudio.

"BZ llegó al Sistema Solar cuando este se estaba formando, cuando los planetas no estaban exactamente donde están ahora. Así que es un poco más complicado averiguar su origen", añade.

Este cuerpo fue descubierto en un estudio de 2015 y su comportamiento inusual fue la primera señal de que su procedencia podía estar fuera de los dominios de nuestra estrella.

Contra la corriente

Este asteroide sigue una órbita retrógrada. Es decir, gira alrededor del Sol en dirección opuesta a los ocho planetas y a la mayoría de otros objetos en el Sistema Solar.

Esta característica lo hizo sobresalir inmediatamente, ya que casi todo lo que se formó a partir de un disco de gas y escombros alrededor del Sol sigue la dirección de la rotación de esta estrella.

Si bien este hábito de girar "al revés" no significa necesariamente que el Sistema Solar haya "capturado" a un cuerpo externo, sin duda es una fuerte pista.

Para descartar que fuera nativo de nuestro sistema, Namouni y su colega Helena Morais, de la Universidad Estatal Paulista, en Brasil, se dispusieron a modelar la historia orbital del objeto.

"Hicimos una simulación computarizada para realmente remontarnos en el tiempo, hasta donde estaba este asteroide cuando los planetas terminaron de formarse", explica Namouni.

Los resultados sugirieron que el único origen posible de BZ estaba fuera de nuestro Sistema Solar.

Resonancia con Júpiter

Antes se pensaba que la vida entre los planetas gigantes era turbulenta para los objetos pequeños, que la atracción gravitatoria de los cuerpos más grandes hacía que el comportamiento de los asteroides fuera impredecible y que sus órbitas cambiaran después de "solo" millones de años.

Pero BZ describe una órbita longeva que puede ser resultado de que coincide o está en "resonancia" con la de Júpiter.

Un año en la vida del asteroide es igual de largo que un año en Júpiter, a pesar de que viajan en direcciones opuestas alrededor del sol.

La profesora Sara Russell, del Museo de Historia Natural de Reino Unido, considera que las implicaciones de la investigación "son sorprendentes".

"Según nuestra comprensión de cómo se formó el Sistema Solar, es bastante plausible (que BZ venga de fuera). Se podría haber cruzado material de estrellas jóvenes", dice Russell, que no participó en el estudio, a la BBC.

Queda mucho por aprender sobre el origen y la composición de BZ, pero también puede tener algo que decirnos sobre otros planetas en la historia primitiva del Sistema Solar.

Investigar la entrada del asteroide en la órbita de Júpiter puede ayudar a determinar el movimiento del planeta gigante durante su historia temprana, una cuestión clave para los modelos de formación del Sistema Solar.

"Podemos definir y limitar la posición de los diferentes planetas. Ahora que tenemos este objeto, esperamos que podamos discriminar entre diversos modelos... pero va a ser difícil", comenta Namouni.

Publicidad