Corea del Sur es uno de los países más conectados del mundo. Casi todos tienen un teléfono inteligente y acceso a internet. Y, sin embargo, esas ventajas tienen un lado oculto.

Cifras oficiales del año pasado demuestran que más de 140.000 jóvenes eran adictos a internet, pero otros informes señalan que esa cifra podría ser mucho mayor.

Como resultado, se han abierto numerosos centros para tratar a los adolescentes que sufren este mal y ayudarlos a desconectarlos.

Las escuelas también han implementado programas especiales para evitar que los niños se vuelvan adictos desde un comienzo.

Newsround, el programa de actualidad de la BBC para gente joven, visitó un campamento de adictos en una región llamada Muju.

¿Qué es la adicción a internet?

Ser adicto implica que la persona no tiene control sobre lo que hace o consume hasta el punto en que le es perjudicial.

De manera que, una adicción a internet es la de quien usa la red tanto que tiene un impacto negativo sobre su salud mental o física.

La situación puede afectar el comportamiento de la persona y la manera en que actúa con el mundo real. Las personas pueden perder la noción del tiempo y desatender sus necesidades básicas como comer o dormir.

Al igual que otras adicciones, puede haber síntomas de rechazo: el no estar conectado a internet puede causar problemas para el adicto, por ejemplo, sensaciones de ira o tristeza.

¿Cómo funciona un campamento de adicción a internet?

Es un lugar donde las personas pueden asistir para recibir ayuda para lidiar con su relación insana con la red.

Allí se pueden aprender técnicas para volverse más independiente del mundo online y cambiar cómo se sienten sobre el tiempo que le dedican a la red.

Desde 2014, más de 1.200 personas han asistido al campamento Muju, por ejemplo.

Allí, las reglas son muy estrictas y no se permiten los teléfonos. Tan pronto como los adolescentes llegan tienen que entregar todos sus artículos eléctricos, incluyendo aparatos como alisadores de pelo.

El campamento se concentra en ayudar a los adolescentes a sentirse mejor consigo mismos alejados de sus teléfonos.

Ofrece sesiones de artesanías, deportes, juegos y actividades que están diseñados para ayudar a los jóvenes a salir del mundo digital y regresar al mundo real.

La idea es que estas actividades le enseñen a los asistentes a buscar otras maneras de sentirse alegres y relajados en vez de a través de recibir un "me gusta" o de ganar juegos online.

También hay sesiones de terapia donde los jóvenes pueden hablar de sus problemas. Los terapeutas ayudan a los adolescentes a identificar cuándo dejar de usar sus teléfonos y a cambiar sus actitudes hacia sus dispositivos. consejeros

"Aquí intentamos darles alternativas a internet, juegos y redes sociales", explicó a la BBC el administrador del campamento, Yong-chul Shim

"Cuando administramos un campamento, ofrecemos diferentes actividades para mostrarles a los adolescentes que pueden tener más autoestima y confianza por fuera del mundo cibernético".

¿Cómo es la experiencia en un campamento?

Newsround conoció a Hawon, de 17 años, que asistía al campamento Muju por su adicción a YouTube.

"Veo YouTube literalmente todos los días, algunas veces hasta por 18 horas", contó. "Tengo mi teléfono cuando voy al baño o mientras estoy comiendo, lo tengo a mano. En mi cabeza me digo que únicamente voy a ver durante una hora, pero sigo y sigo. Es difícil parar".

Hawon señaló que la vida en Corea del Sur puede ser muy estresante, particularmente por que se espera que los jóvenes trabajen muy duro la escuela, así que piensa que muchos surcoreanos usan sus teléfonos inteligentes para aliviar el estrés. Hawon explica que veía videos en YouTube para sentirse más feliz.

Pero eso tuvo un impacto muy grande en su vida.

"Afectó mis estudios en la escuela y cuando nos reuníamos entre amigos, sólo veíamos nuestros teléfonos y no hablábamos. Me empecé a quedar dormida en la escuela. Me ponía iracunda con la gente sin razón alguna".

Se dio cuenta de que se había vuelto un problema que necesitaba atención y vio en el campamento una manera de abordarlo.

"Quería librarme de esta adicción, de poder mirar a mi alrededor y no sólo mi teléfono", expresó Hawon. "Esta es una oportunidad que tengo para arreglar mis problemas".

Hawon es una de 10 niñas en el campamento Muju. Los programas generalmente duran entre una y cuatro semanas, dependiendo de la seriedad de la adicción.

El primer día del campamento, a Hawon le retiraron el teléfono, lo que encontró muy difícil y se preguntó si podría soportarlo.

Tae-joon Kim, uno de los trabajadores del campamento, explicó cómo algunos de los adolescentes que asisten al programa realmente tienen dificultades cuando se les quitan sus dispositivos y dicen que se quieren devolver a casa.

"Desde el momento en que entregan el teléfono, la pasan mal", afirma.

Pero, a medida que los días pasaban, Hawon empezó a acostumbrarse a la vida sin su dispositivo.

Se siente esperanzada en que, cuando salga del campamento, se sentirá capaz de reducir la cantidad de tiempo que se la pasa viendo videos online.

Espera que el tiempo extra alejada de su pantalla lo pueda pasar con su familia.

Este es un artículo de Newsround de la BBC. Puedes leer el original en inglés aquí.

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