Enjambres de robots voladores están por llegar y podrían cambiar la manera en que las guerras se combaten.

En febrero, el secretario de Defensa de Reino Unido declaró que "escuadrones de enjambres" serán desplegados por las fuerzas armadas de ese país en los años venideros.

Estados Unidos, por su parte, también está experimentando lo que denomina drones cooperativos interconectados que tienen la capacidad de actuar en conjunto para abrumar adversarios.

Estas nuevas máquinas de bajo costo, inteligentes e inspiradas en enjambres de insectos, podrían revolucionar los conflictos futuros.

Tendrían una multiplicidad de usos dentro y fuera del campo de batalla, desde confundir a los sensores enemigos con una avalancha de objetivos hasta poder extenderse sobre inmensas áreas en misiones de búsqueda y rescate.

Enjambres autónomos

Pero, ¿qué tan diferente es la tecnología del "enjambre" de los drones actualmente usados por los ejércitos en todo el mundo?

La clave está en la organización autónoma que posean.

"Si te imaginas un partido de fútbol, un entrenador no va a estar diciéndoles a los jugadores desde fuera de la cancha adónde correr y qué hacer", expresa Paul Scharre, del centro de investigación y análisis New American Security, en Washington.

"Los jugadores lo van a resolver por sí solos. De igual manera, los agentes robots deben coordinar entre ellos las acciones que van a tomar".

En lugar de estar individualmente controlados por un humano, la idea básica del enjambre de drones es que su máquinas serán capaces de tomar decisiones entre ellas. Hasta ahora, la tecnología se encuentra en estado experimental, pero se está acercando a ser una realidad.

Los enjambres vienen en variados tamaños y formas. La Agencia de Investigación de Proyectos de Defensa Avanzados de EE.UU. (DARPA, por sus siglas en inglés), por ejemplo, ha estado trabajando en un programa que apodado Gremlins: micro drones del tamaño y forma de misiles, diseñados para ser lanzados desde aviones para hacer labores de reconocimiento sobre amplias regiones.

Al otro lado del espectro está el más dron más grande: Valkyrie XQ-58, que mide 9 metros de largo.

Le llaman el "copiloto leal" de un piloto humano y es capaz de cargar bombas guiadas con precisión y equipo de vigilancia. Recientemente completó con éxito su primer vuelo de prueba, aunque el objetivo final es que trabaje al lado de un avión de combate tripulado.

En cualquiera de estos casos, la mayor ventaja del "enjambre" es la habilidad de las máquinas de trabajar conjuntamente en grandes números. Y, cuando se trata del campo de batalla, los números importan.

"El enjambre te permite producir grandes números de unidades prescindibles de bajo costo que pueden utilizarse para abrumar al adversario", comenta Paul Scharre. "Esto revierte la tendencia establecida del creciente costo y menor volumen de aeronaves".

"A diferencia de tener grandes números de soldados, los agentes robóticos pueden coordinarse entre sí a una escala imposible para humanos".

Aves y abejas

Lanzarse en bandada con un sistema de defensa es una cosa, pero es algo que podría hacerse con un saco de rocas. La clave de un enjambre es que tiene suficiente inteligencia para coordinar su propio comportamiento.

Pero no son sólo los ejércitos los que están interesados en este asunto, como explica el doctor Justin Werfel es un científico investigador del Instituto Wyss para la Ingeniería Inspirada en Biología, de la Universidad de Harvard.

"En un enjambre natural de aves o abejas, todos los individuos están haciendo lo suyo. Cada uno tiene su propio cerebro, conoce lo que está viendo por sí mismo", indica.

"No tiene una mentalidad de colmena explícita. La reina abeja no está dándole instrucciones a todos".

"El desafío está en cómo formar individuos para que el colectivo haga lo que tu quieres".

Uno de los proyectos robóticos que se desarrollan en Harvard, por ejemplo, se inspira en las colonias de termitas y cómo construyen enormes y elaboradas estructuras sin tener un control central.

Lo logran mediante un mecanismo llamado "estigmergia", que básicamente se reduce a que un animal deja señales en el entorno para que otros reaccionen.

"La idea es que, al dejar la información en el medio ambiente donde tiene mayor relevancia, los individuos se pueden comunicar", dice el doctor Werfel. "Las hormigas hacen esto dejando rastros químicos, las termitas hacen algo parecido indicando donde se ha colocado la tierra para un montículo".

Las bandadas de aves son también otra fuente de inspiración para los investigadores. Cuando uno observa una bandada de estorninos (conocido como un murmullo) parecería que vuelan con inteligencia colectiva pero, en realidad, cada animal está respondiendo a cambios sutiles de dirección y velocidad.

La información se difunde en ondas instantáneas a través de la bandada y este comportamiento descentralizado es lo que los investigadores de drones buscan replicar.

Pero aplicar estas ideas al campo de batalla tiene sus problemas, particularmente porque una zona de combate es mucho más caótica que una callada porción del cielo.

Para que un enjambre robótico trabaje efectivamente, no sólo tiene que responder a misiles que pasan rasantes sino a ataques electrónicos contra sus comunicaciones y GPS.

A finales del año pasado, DARPA anunció que había logrado exactamente eso, usando un proyecto de Operaciones Colaborativas en Ambientes Denegados (CODE, por sus siglas en inglés) con el que equipó un escuadrón de drones con la capacidad de "adaptarse y responder a amenazas inesperadas", que reaccionaron sobre el desierto de Arizona, aún cuando la comunicación humana había quedado inhabilitada.

Si una bandada de drones es capaz de "realizar objetivos en una misión sin dirección humana instantánea", como DARPA asegura, ¿es entonces un arma autónoma?

Ha habido llamados para prohibir sistemas de inteligencia humana capaza de matar sin intervención humana. ¿Dónde se trazan los límites de control cuando se tiene un enjambre que puede tomar sus propias decisiones tácticas?

Búsqueda y rescate, búsqueda y destrucción

Es posible que se necesite un poco de tiempo antes de poder responder estas preguntas. Paul Scharre dice que "tomará un tiempo antes de que esto fructifique de una manera realmente dramática".

A corto plazo, los experimentos continúan. Este mes, un gran "maratón" de enjambres de drones tendrá lugar, organizado por el Laboratorio de Ciencia y Tecnología Defensiva de Reino Unido (DSTL) y el Laboratorio de Investigación de la Fuerza Aérea de EE.UU. (AFRL).

Su objetivo no será el desarrollo de enjambres de ataque, sino para encontrar nuevas maneras de asistir a los servicios de emergencia con los incendios forestales.

"Un enjambre de drones reduciría la carga de los operadores, quienes le darían la tarea, por ejemplo, de encontrar a miembros del público que estén perdidos o, tal vez, proveer un mapa en tiempo real del avance de un incendio en varios frentes, similar al de California en 2018", señala Shriley Swain, asesora de comunicaciones externas de DSTL.

¿Podrían considerarse estos sistemas para aplicaciones militares más amplias? "Por supuesto que buscaremos como explotar por igual las maneras de reducir el riesgo para nuestros servicios de emergencia y fuerzas armadas", declaró Swain.

Así sea que los resultados del maratón de drones se reflejen o no en el campo de batalla, parece que el uso de la tecnología de enjambres militares es inevitable.

Scharre lo compara al desarrollo de las armas guiadas con precisión que fueron probadas y refinadas durante los años 70 y 80, pero que sólo pudieron madurar durante la primera Guerra del Golfo a comienzos de los 90.

Esta guerra, de muchas maneras, estableció un patrón para el desarrollo de conflictos en las siguientes décadas. Los enjambres de organización autónoma bien podrían hacer lo mismo en las guerras del futuro.

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