Imagina tener solo seis minutos de luz del Sol durante un mes. Suena deprimente, ¿cierto?

Bueno, si vives en la capital de Rusia no tienes que imaginarlo, pues eso fue exactamente lo que ocurrió.

Diciembre de 2017 fue el mes más oscuro del que se tenga registro en la historia de Moscú, con solo seis minutos de luz del Sol, en vez de la hora diaria de luz que disfrutan sus residentes normalmente en ese mes.

Pero, ¿cómo es vivir así día tras día? Oleg Boldyrev, periodista de la BBC en Rusia, nos cuenta su experiencia.

Vi la Luna?una vez

Un jueves en la tarde a finales de diciembre miré al cielo y quedé sorprendido.

Una delgada porción dorada de algo de otro mundo se alzaba por encima de los techos del centro de Moscú. Lo busqué en Google y confirmé mi corazonada: era la Luna creciente.

Cuando volví a mirar, sin embargo, las nubes se la habían engullido.

Desde entonces no he vuelto a ver la Luna.

Sin nieve

Diciembre de 2017 fue más cálido de lo habitual, con 5,8 grados centígrados por encima del promedio, según el servicio meteorológico ruso.

Y esto implica otro problema: no hay nieve. Normalmente un día de invierno es un poco más llevadero porque la luz, así sea difusa por las nubes, se refleja desde el suelo. Pero eso no ocurrió este invierno.

Varias veces durante diciembre la naturaleza se vio en aprietos para lograr una verdadera escena navideña, con el suelo tapizado de blanco, niños deslizándose en trineos, muñecos de nieve luciendo sus zanahorias en la ciudad...

La naturaleza nos falló. La nieve se derretía uno o dos días después de caer. Vi a una niña intentando obstinadamente deslizarse por una colina fangosa.

Algunos beben para mantenerse calientes

Entonces, ¿qué hacemos para mantener nuestros espíritus en alto?

Algunos, inevitablemente, beben para calentarse.

Pero confundir el resplandor ámbar de una cerveza con una puesta de sol requiere una gran cantidad de embriaguez y la resaca a la mañana siguiente no hace más que empeorar las cosas.

Sorprendentemente, el Ministerio de Salud ruso anunció hace poco que los rusos parecen estar bebiendo menos cada año, lo cual resulta extraño.

Vacaciones y ejercicio

Como esquiar cerca ahora es imposible, algunos viajan a los complejos turísticos llenos de nieve en Europa o a los mares cálidos de Asia.

Miles de rusos pasan así las vacaciones de Año Nuevo, pero con salarios promedio que incluso en la próspera Moscú no superan los 80.000 rublos (unos US$1.380), ese radical cambio de escenario no está al alcance de muchos.

Probé haciendo ejercicio. Tirando de la cuerda de mi confiable máquina de remar, un día me imaginé cruzando un lago azul, las gaviotas graznando y el agua salpicando en mi cara.

Abrí los ojos, la pared gris se fundía con el cielo gris de afuera. El sudor goteaba por mis pantalones cortos. Mi ilusión duró unos escasos 15 minutos.

Las compras antes y después de la Navidad en los iluminados centros comerciales pudieron funcionar para algunos, pero los subsiguientes golpes a la billetera probablemente acabaron con cualquier beneficio.

La esperanza de una primavera temprana

Al final hice lo que la mayoría de nosotros hace: esperar y pasar el tiempo con un poco de todo, libros, bebida, música y caminatas. Los rusos son buenos esperando a que las cosas pasen.

Un par de viajes de trabajo me llevaron más cerca del Sol, así fuera solo por lo que duraba el vuelo, y una caminata por el bosque lleno de restos de hierba del otoño al menos trajo más oxígeno a mis cansados pulmones.

Los cielos se abrieron un poco a principios de enero y luego enviaron unos cuantos centímetros de nieve, restaurando así la paleta normal del invierno.

Pero ahora la mayoría de nosotros hemos perdido la esperanza de ver un clásico invierno ruso.

Aquellos que celebran la Epifanía del Señor el 19 de enero con un chapuzón en el agua, podrán quedarse ahí un rato más.

Los demás tienen las esperanzas en que la primavera llegue más temprano. Este puede ser el rayo de luz en las nubes grises que todavía flotan sobre Moscú.

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