Hace unos días el exinstructor del Ejército británico Emile Cilliers fue condenado por tratar de asesinar a su esposa, Victoria, manipulando su paracaídas.

La mujer sobrevivió a una caída de 1.200 metros. ¿Cómo logró evitar la muerte?

La superficie terrestre se aproxima rápidamente. Jalas el cordón que debe abrir tu paracaídas. Pero... no ocurre nada. Tu cuerpo continúa precipitándose hacia la Tierra con sólo el arrastre -la resistencia del aire- disminuyendo la velocidad. Así que intentas usar el paracaídas de refuerzo para emergencias y este tampoco funciona.

Los minutos entre lo que ocurre esto y el instante en que el cuerpo del paracaidista choca contra la tierra -o agua- suelen ser los últimos momentos de esa persona.

No fue así para Victoria Cilliers. La caída de 1.200 metros causada por la manipulación que llevó a cabo su esposo en su paracaídas resultaron en varias fracturas en su cuerpo, pero no en su muerte.

La distancia de su caída está lejos de ser la mayor de la que alguien ha sufrido y sobrevivido. Según el Libro Guinness de Records Mundiales, la azafata Vesna Vilovic sobrevivió después de ser arrojada de un DC-9 a una altitud de 10.160 metros en 1972.

Ulf Björnstig, profesor de cirugía de la Universidad Umea, en Suecia, ha escrito varios estudios sobre los riesgos de los saltos de paracaídas.

Describe como "muy pequeñas" las probabilidades de vivir después de una caída sin impedimentos de varios cientos de metros y dice que Cilliers y Vulovic son "casos afortunados".

Pero llega un punto en que la altura de la que cae una persona no hace ninguna diferencia en lo rápido que está viajando.

Se calcula que el cuerpo humano en caída libre alcanza el 99% de su velocidad límite (la velocidad máxima y final) después de caer 573 metros, la cual a menudo toma 13 o 14 segundos.

Cráter en la nieve

Así ¿alguien sin paracaídas en caída libre puede hacer algo para disminuir la velocidad de su descenso?

El profesor Björnstig cree que sí. La velocidad final alcanzada en una "caída plana" -el cuerpo, manos y brazos extendidos lo más ampliamente posible- es de unos 200 km/h, dice.

"Si tratas de aumentar la velocidad, por ejemplo lanzándote de cabeza, y de minimizar el arrastre, se puede alcanzar una velocidad de caída de hasta 430 o 430 km/h".

Incluso si un paracaidista minimiza la velocidad de su caída, ¿cuál es la mejor superficie para aterrizar?

En 2009, James Boole, de Staffordshire, Inglaterra, cayó 1.829 metros sobre Rusia. Cayó sobre nieve dejando un cráter pero sobrevivió.

En 2006, Michael Holmes, un experimentado paracaidista de Jersey, cayó 3,2 km cuando su paracaídas principal y el de reserva fallaron. Tuvo la buena fortuna de aterrizar en un arbusto de zarzamoras.

Victoria Cilliers cayó en un campo arado cerca de la Base Aérea de Netheravon, en Wiltshire, Inglaterra, fracturándose la pelvis, costillas y algunas vertebras. La superficie fue descrita como inusualmente suave.

El profesor Björnstig afirma que alguien que alcanza una velocidad terminal necesita al menos medio metro de distancia de desaceleración en la superficie y objeto en el que van a caer para evitar lesiones fatales.

Recomienda "estructuras flexibles" como nieve, un pantano o las ramas de un árbol.

El paracaidista tiene que dirigirse hacia allí. Esto es difícil, pero puede hacerse.

Posición

Para demostrarlo, en julio de 2016, el doble Luke Aikins hizo un salto preplaneado sin paracaídas aterrizando en una red suspendida sobre el desierto de California.

"(La red) es pequeñísima para los 7.600 metros", le dijo al programa Today de la cadena NBC. "Realmente no puedes verla. No puedes ver el terreno donde necesitas caer. A medida que comienzas a acercarte y bajar empiezas a ver los puntos de referencia un poco mejor".

"Si se toman todos los factores en cuenta -por ejemplo, tratar de volar en la dirección de un área de aterrizaje suave (si es posible)- por supuesto se podría tener el potencial de incrementar la posibilidad de supervivencia", dice el profesor Björnstig.

Finalmente, también está el último punto en el que los paracaidistas pueden hacer algo para ayudarse a sí mismos: en el impacto.

Después de tratar de posicionarse lo más planamente posible durante la caída, con los brazos y piernas estirados para maximizar el arrastre, deben voltearse para adoptar una posición diferente cuando se acercan al suelo.

"Aterrizar con los pies primero podría ser una táctica razonable", dice Björnstig.

A los paracaidistas, cuando sus paracaídas funcionan, se les aconseja aterrizar con la bola de los pies, o base de los dedos, primero y rodar hacia el lado.

Otro consejo es mantener las piernas flexibles doblando las rodillas ligeramente. Pero cualquier diferencia que esto pueda tener en alguien que va a 200 km/h es debatible.

El paracaidismo es una afición de alta adrenalina y la Asociación Británica de Paracaidismo describe el riesgo concisamente: "No existe algo como un salto de paracaidismo totalmente seguro".

Y uno de cada 100.000 saltos de paracaidistas totalmente entrenados termina en una muerte.

Una vez que falla un paracaídas, el sentido común y la experiencia pueden ayudar a las posibilidades de supervivencia, pero lo que más ayuda es la suerte.

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