A partir del siglo XV, europeos navegaron en busca de nuevas rutas, tierras y oportunidades para el comercio y la explotación, difundiendo y adquiriendo conocimiento, y transformando las vidas de los pueblos que encontraron.

Para la BBC, 4 historiadores debaten si debemos celebrar o condenar a estos pioneros.


Julia McClure: "La idea de la Era de la Exploración encubre la historia, dándole un aire noble y académico a la época del imperialismo".

Es una pregunta complicada. Enmarca a los exploradores europeos entre los siglos XV y XVII en una narrativa noble de descubrimiento, dando la falsa impresión de que viajaron con el objetivo de expandir el conocimiento humano.

El "descubrimiento" de América que hizo Cristóbal Colón en 1492 se toma con frecuencia como el principio de la llamada Era de la Exploración, el punto de partida de cuatro problemas ideológicos.

Lo primero, tomar ese año como umbral contribuye al proyecto eurocéntrico de modernidad que, entre otras cosas, ignora los intercambios transculturales y la vitalidad intelectual de la Edad Media,desde los avances tecnológicos de la dinastía Song de China hasta la edad de oro de la ciencia islámica.

Segundo, la expedición de Colón no estuvo motivada por la expansión del conocimiento, sino por la adquisición de recursos.

Y cuando lo que esperaban encontrar no se materializó, los conquistadores utilizaron a la gente y a los recursos naturales en el continente como una fuente de riqueza.

En tercer lugar, el "descubrimiento" del "Nuevo Mundo" no marca una ruptura epistemológica; Colón se fue a la tumba sin saber que se había tropezado con un nuevo continente.

Muchos de los exploradores que siguieron sus pasos, no descubrieron algo nuevo, sino que encontraron versiones fragmentadas de sí mismos, sus deseos y ambiciones.

La nomenclatura América revela cómo las imaginaciones medievales tardías ordenaron el Nuevo Mundo: por ejemplo, el Amazonas tomó su nombre de la mitología griega.

Finalmente, la idea de la Era de la Exploración le ha dado prioridad a las perspectivas y el conocimiento europeo.

¿Qué hay de la perspectiva de los amerindios mirando en retrospectiva a los europeos explorando su mundo? Muchos aspectos de sus historias aún no se han contado.

La Era de la Exploración hace más mal que bien porque encubre la historia, dándole un aire noble y académico a la época del imperialismo.

Los europeos pueden haber incrementado su conocimiento en flora, fauna y topografía del mundo en este período, pero con frecuencia lo hicieron a costa del conocimiento indígena y de su sistema de valores.

Cualquiera que sea la perspectiva con la que se aborden las nuevas historias del conocimiento global, nunca se puede ignorar la crítica relación que existe entre poder y conocimiento.

Julia McClure es profesora en historia de la Universidad de Glasgow, en Escocia y autora de La Invención Franciscana del Nuevo Mundo (Palgrave 2016)


Margaret Small: "La era de la exploración sentó las bases de la economía globalizada actual"

Para los habitantes autóctonos del continente americano, la brutalidad del proceso de conquista y colonización europea, así como los estragos que causaron las enfermedades que trajeron y que diezmaron a la población pesan más que los potenciales beneficios de entrar en contacto con otras personas

Las experiencias de los Taino, que vivían en la isla La Española (el territorio que comparten Haití y República Dominicana), y de los Beothuk de Newfoundland, una isla en la costa este de Canadá, muestran de una manera dolorosa el daño que causó la época de la exploración europea.

Ambos grupos estuvieron entre los primeros que encontraron los colonizadores, y en la actualidad, ambos están extintos.

Aún nos falta comprender cuánto se perdió en esa devastación.

Esa también fue la época del comercio de esclavos a gran escala. Se estima que, en 1820, más de 10 millones personas de África occidental habían sido esclavizadas en América en contra de su voluntad.

Esa realidad desestabilizó y diezmo a estas poblaciones. Para ellos, sin duda, la Era de la Exploración hizo más daño que bien.

Para muchos europeos, sin embargo, fue favorable. Europa estableció compañías dedicadas al comercio y que con frecuencia aprovecharon los sistemas de intercambio locales. Así crearon una red global de productos.

La conquista y la colonización le trajo riqueza y poder a Europa, permitiéndole a la región ocupar una posición de dominio global. En ese proceso, el continente se enriqueció como nunca antes.

Incluso se benefició de cierto tipo de flora y fauna, que terminó siendo muy rentable.

Aunque la papa se asoció posteriormente con la catastrófica hambruna irlandesa de 1840, la introducción de ese cultivo le permitió a Europa mantener a una inmensa fuerza laboral durante el gran crecimiento poblacional del siglo XVIII.

Considerando el tema desde una perspectiva global, en vez de una regional, se convierte más en una pregunta filosófica.

La Era de la Exploración brindó oportunidades para que las sociedades y culturas interactuaran; puso en contacto a todas las partes del mundo, allanando el camino para las economías globalizadas que vemos hoy; permitió que una red de conocimiento se extendiera por todo el mundo.

En cierta forma, el mundo contemporáneo se construyó a partir de los cambios que produjo esta época.

Margaret Small es profesora de historia moderna de la Universidad de Birmingham y se especializa en la colonización europea del siglo XVI


François Soyer: "Los portugueses dieron los primeros y decisivos pasos en el establecimiento de un dominio europeo duradero en el comercio mundial"

Como la primera monarquía en enviar exploradores más allá de los límites geográficos de Europa, Portugal puede reclamar el título de iniciador de la llamada Era de la Exploración.

A partir de 1415, los mercaderes y marineros portugueses se dedicaron a explorar las costas del oeste de África, llegando al Cabo de Buena Esperanza en la década de 1480.

Tratando de establecer un vínculo comercial directo con Asia, en 1497, una flota al mando del comandante Vasco da Gama navegó alrededor del Cabo hasta la India. A partir de entonces, hubo expediciones anuales.

Desde 1497 hasta 1510, los portugueses establecieron la supremacía en el Océano Índico, ante la dura oposición de los rivales musulmanes e hindúes.

En 1500, la expedición de Pedro Álvares Cabral perdió su rumbo hacia la India y llegó a las costas de Brasil.

El impacto de las expediciones portuguesas en la historia del mundo moderno no puede exagerarse.

A nivel económico, inició una revolución en el comercio mundial.

Las especias y otros productos asiáticos que habían transitado anteriormente a Europa a través del mundo islámico ahora eran importados directamente por los barcos portugueses (y más tarde por holandeses y británicos).

A esto se agregó luego el lucrativo flujo de azúcar y diamantes de Brasil.

Los portugueses dieron así los primeros pasos decisivos en la creación de un dominio europeo duradero sobre el comercio mundial.

A su vez, eso aseguró la prosperidad económica europea y la hegemonía política global hasta el siglo XX.

Pero el precio que algunos tuvieron que pagar fue muy alto.

La situación de los portugueses en Asia era precaria y dependía del uso calculado de fuerza militar y violencia en contra de sus competidores.

Un ejemplo de ello es la masacre de la población musulmana de Goa, actualmente un estado en el oeste de India.

Además, los portugueses iniciaron el comercio trasatlántico de esclavos. Tanto ellos como otros europeos organizaron el traslado forzado de millones de africanos de la costa occidental del continente a las minas y los campos del continente americano.

Hombres y mujeres cuya sangre, sudor y vidas contribuyeron al enriquecimiento de los imperios europeos.

Al final, la respuesta a la pregunta de si la Era de la Exploración hizo más mal que bien depende de si aborda desde la perspectiva de los exploradores europeos o las personas con quienes entraron en contacto: asiáticos, africanos y americanos.

Francois Soyer es profesor de historia de la Universidad de New England en Armidale, Australia.


Graciela Iglesias-Rogers: "La exploración conlleva todo tipo enredos, algunos deseables, otros no"

A principios de febrero de 2018, científicos dieron a conocer el descubrimiento de una gran red de ciudades, granjas y caminos escondidos bajo la selva guatemalteca.

El hallazgo sugiere que hace 1200 años, alrededor de 20 millones de mayas vivían en la zona, una cifra equivalente a la mitad de la población europea de la época.

Este descubrimiento pone de manifiesto una debilidad en la pregunta que se plantea: no hay una "Era de la Exploración". El interés por investigar lo desconocido es inherente a la naturaleza humana.

Hemos estado explorando desde el comienzo de los tiempos: los primeros habitantes del continente americano lo hicieron e incrementaron su territorio, lo mismo ocurrió con los conquistadores españoles y con otros aventureros.

Los humanos continuarán haciéndolo.

Los arqueólogos habían asumido que las ciudades maya eran aisladas y autosuficientes; ahora parece que floreció una sociedad mucho más compleja e interconectada.

Sin embargo, este descubrimiento le debe mucho a las expediciones científicas y pioneras de Ramón Ordóñez (1773), José Antonio Calderón (1784), Antonio del Río (1786), Alexander von Humboldt (1803-04), José Luciano Castañeda (1805-07) y, crucialmente, Juan Galindo (1831-34).

Este último no era una gran científico, nacido en Dublín, e hijo de un actor inglés, se fue a América como voluntario en las guerras de independencia latinoamericanas y se convirtió en el gobernador del departamento guatemalteco de Petén.

Estando en una posición única para navegar entre la realidad hispánica y la inglesa, su mayor contribución fue el vívido recuento de ruinas maya publicado en Londres y Nueva York.

Sus relatos fascinaron a muchos. Entre ellos, John Lloyd Stephens y Frederick Catherwood, quienes, entre 1839 y 1842, siguieron sus pasos e introdujeron a los antiguos mayas en la imaginación popular occidental, como lo habían hecho otros exploradores y arqueólogos con los griegos, los romanos y el antiguo Egipto.

La exploración conlleva todo tipo enredos, algunos deseables, otros no.

El reciente descubrimiento le da credibilidad a la teoría de que la dinámica social vinculada a la desaparición de recursos naturales explica el colapso de la sociedad maya clásica alrededor del año 900 d.C.

La tecnología láser, en vez de los machetes, permitió la inspección utilizando imágenes aéreas para revelar la antigua civilización escondida bajo la selva.

De esta manera se prueba que la exploración y la preservación de una cultura pueden ser compatibles.

Graciela Iglesias-Rogers es profesora de historia moderna europea e hispánica global de la Universidad de Winchester, Inglaterra.

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