"La robótica es mi pasión, le dedico horas después de la escuela y casi todo el tiempo de mis vacaciones", dice Erika Aguilar, una estudiante mexicana de 12 años.

Dice que aprende a armar y programar robots, pero también lógica y a trabajar en equipo.

Está en un aula con otros ocho niños y adolescentes de entre 10 y 18 años que han viajado a concursos de robótica en distintas partes del mundo, a países como Costa Rica, Tailandia o Indonesia.

Tienen en común que hablan de robots como si fueran algo muy sencillo.

Asisten a clases en Robotecnia, una escuela privada en el sur de la Ciudad de México. Es una de las instituciones más reconocidas impartiendo esta actividad, pero no es la única.

"En México hay un auge de escuelas de robótica en clases extracurriculares. En Brasil empieza este movimiento, en Costa Rica lleva un par de años, pero en México lleva una década", dice Carlos Pérez, director en México de World Robot Olympiad (WRO), una competencia mundial de robótica para jóvenes.

México es el único país de América Latina en ganar uno de los primeros tres lugares en WRO. Fue con un equipo de adolescentes de Robotecnia, en Qatar en 2015.

"Los equipos de México son los que lo hacen mejor a nivel América Latina en este concurso", dice Pérez.

También los equipos del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) ganan premios a nivel universitario.

Juan Huberto Sossa Azuela, jefe del laboratorio de robótica e ingeniería mecatrónica del centro de investigación en computación del IPN explica que en México hay mucho potencial en ese campo, no sólo en los concursos.

Dice que México y Brasil son los "gigantes" en robótica en América Latina, aunque aclara que a nivel mundial están muy atrás de los países industrializados.

"Creo que los jóvenes mexicanos son muy buenos porque tienen motivación, son muy creativos, curiosos, tienen imaginación y les gusta investigar por su propia cuenta", dice.

Falta dinero

Pero, apunta, falta apoyo económico para que puedan llevar sus proyectos a un nivel más alto.

En México la robótica está en auge a nivel académico y teórico. Además, es el país de América Latina que más importa robots industrializados y el cuarto en todo el mundo según la Organización Mundial del Comercio.

"En México somos buenos en la teoría, y tenemos potencial. Pero falta dar un paso más y llegar a producir robots, aunque para ello falta una política de Estado y dinero", explica el académico.

Hasta ahora, la producción de estas máquinas se circunscribe a pocos países en el mundo, entre los que están a la cabeza Corea del Sur, Singapur, Japón, Estados Unidos y China.

Sossa dice que México destaca en el diseño de redes neuronales artificiales y de sus algoritmos de aprendizaje para que sean implantadas en las computadoras a bordo de los robots.

También, hay talento para el control inteligente, por ejemplo, el control difuso, que significa que las máquinas razonen en una forma más parecida al ser humano. "Las personas entienden en un lenguaje que no es tan numérico, como cuando le dices a alguien: 'gira a la derecha' y no le dices cuántos grados".

El especialista apunta que se debería poner especial atención en desarrollar autos autónomos, pues se proyectan ganancias enormes.

Uno de los líderes mundiales en ese campo es precisamente el mexicano Raúl Rojas González, egresado del IPN y ahora profesor en la Universidad Libre de Berlín, en Alemania.

Otro aspecto por desarrollar es la robótica de servicios. "En los próximos 20 años vamos a ver las ciudades inundadas de máquinas desarrollando distintas tareas, como limpiar, servir el café, haciendo de guías turísticos, auxiliares de hospitales o cargando maletas en el aeropuerto", dice el especialista del IPN.

El IPN también desarrolla un vehículo de exploración tipo ROVER, como los destinados a la exploración espacial, pero este es para utilizarse en tareas de búsqueda en la tierra.

Aunque no está definido todavía, podría realizar tareas como minería, labores de rescate o toma de muestras que podrían ser analizadas por el propio robot.

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