En 1612, por las calles de París circulaba el prometedor rumor de que un hombre había alcanzado la inmortalidad.

Su nombre era Nicholas Flamel, y aunque había nacido en Francia hacía cerca de 300 años, se le acreditaba como autor de un libro sobre alquimia publicado ese mismo año.

Reclamaba haber creado con éxito la piedra filosofal, un objeto místico que permitía a su dueño transformar metales en oro y producir el elixir de la vida.

Su leyenda se propagó e incluso Isaac Newton, una de las mentes más brillantes de la historia, creía en ella.

Tristemente, la leyenda no era cierta. El verdadero Flamel tampoco era alquimista. Había trabajado como escriba y murió con 88 años. El libro fue escrito por otra persona.

Las búsqueda de la inmortalidad recibió otro golpe en 1961, esta vez en un laboratorio en Filadelfia, en Estados Unidos.

Durante décadas, los científicos pensaron que las cerca de 37,2 billones de células que conforman nuestro cuerpo seguirían dividiéndose y reponiéndose por siempre si se les daba la oportunidad.

Entonces, un joven científico estadounidense, Leonard Hayflick, descubrió que las células ordinarias humanas solo se dividen entre 40 y 60 veces antes de entrar en una violenta muerte predeterminada.

Al hallazgo se le conoce como el "límite de Hayflick" y tiene dos consecuencias importantes.

La primera, que nuestra longevidad no está determinada por nuestros hábitos de vida. En su lugar, es posible que existan límites prefijados sobre qué tan viejos podemos llegar a ser.

De hecho, si multiplicas el número de células del organismo por el tiempo aproximado en que estas alcanzan el límite de Hayflick, acabas viviendo 120 años.

La persona más longeva que jamás ha existido, Jeanne Calmente, vivió 122 años y 164 días.

La segunda consecuencia es la dificultad de encontrar células que los científicos puedan cultivar en un laboratorio, lo cual es un paso esencial en la producción de muchos medicamentos.

Esta es la historia de las células que nos ayudaron a vencer este obstáculo y su origen controversial en Suecia.

Una crisis oculta

Antes del descubrimiento de Hayflick, los científicos burlaban el límite divisorio de las células reponiéndolas continuamente con reservas de células animales o cancerosas.

Estas últimas, al contrario que las sanas, crecen de forma indefinida.

Sin embargo, los científicos tenían la urgencia de encontrar una nueva forma de evitar el límite de Hayflick.

En los 60, la vacuna que se usaba contra la polio en Estados Unidos había sufrido una calamidad.

Algunas vacunas se fabrican cultivando partículas virales en las células, previamente desactivadas o debilitadas para que causen enfermedades.

Estas partículas inactivas enseñan contra qué luchar al sistema inmune.

Durante décadas, la vacuna contra la polio se había empleado en células tomadas de riñones de monos. Más tarde se descubriría que algunas estaban infectadas con el papovirus SV40.

Aunque hoy se filtran las vacunas extensivamente y no contienen material alguno de las células en que crecieron, entre 1955 y 1963 se estima que solamente en Estados Unidos se infectaron hasta 30 millones de personas.

Se piensa que la contaminación ocurrió porque las células se cultivaban regularmente frescas de los monos -en lugar de células de laboratorio- y el papovirus es una infección común en la especie que más se usa para estos fines, el macaco Rhesus.

Si la introducción de los virus tuvo alguna consecuencia médica sigue siendo una incógnita. También la posibilidad de que se haya propagado a otras personas que jamás se vacunaron.

En laboratorios, el virus ha mostrado ser carcinógeno y se han investigado posibles vínculos a varios tipos de cáncer, como cerebral o linfoma, pero sin evidencias concluyentes.

De cualquier forma, era necesario un suministro celular alternativo.

Una mujer anónima

En 1962, Hayflick completó otro descubrimiento.

Todo comenzó cuando una mujer anónima embarazada de tres meses abortó legalmente en Suecia.

El feto no fue incinerado, enterrado o desechado, sino envuelto en un paño esterilizado y enviado al Instituto Karolinska de Estocolmo.

Entonces, la fuente celular de los estudios de Hayflick provenía de esta institución. En su laboratorio en Filadelfia, se las ingenió para incubar parte de la muestra en varias botellas de cristal a 37° C. Agregó una enzima para romper la proteína que unificaba las células y añadió una solución con los nutrientes necesarios para dividirlas.

A los pocos días, tenía múltiples células.

Una de estas se convirtió en la línea celular "WI-38" y, en los años siguientes, se enviaron cientos de viales congelados por el mundo.

WI-38 es una de las líneas más antiguas y disponibles del planeta. Se usa rutinariamente para fabricar vacunas contra la poliomielitis, sarampión, paperas, rubéola, varicela, herpes zóster, adenovirus, rabia y hepatitis A.

Ilimitado suministro de células

Poco después de descubrir la mortalidad de las células, Hayflick comprendió que si extraía un poco en cada división y las congelaba, una sola fuente podía suministrar ilimitadamente.

Y aunque las células WI-38 son mortales porque se habían dividido pocas veces antes de colectarse, pueden cultivarse durante más tiempo antes de alcanzar el límite de Hayflick.

Otra razón por la que WI-38 es tan ubicua se debe a una peculiaridad del sistema legal estadounidense en el momento de su descubrimiento, ya que entonces no era posible patentar seres vivos.

Significa que su uso nunca estuvo restringido y los científicos de todo el mundo pudieron compartirlos libremente con sus colegas.

Aunque existen cientos de líneas celulares en EE.UU., WI-38, junto a otra, son las mayormente utilizadas.

Las células "MRC-5" se obtuvieron a partir de los pulmones de otro feto de tres meses. Esta vez, el aborto se produjo en Inglaterra en 1966 por "razones psiquiátricas".

WI-38 fue fundamental para desarrollar todas las vacunas mencionadas anteriormente y también en la producción de otras muchas vacunas preliminares.

Hoy se sigue usando para fabricar parte de la vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubéola (MMR) de Merck, y la vacuna contra el adenovirus de Teva para el ejército de EE.UU.

Los fetos se consideran la fuente "más limpia" posible de células porque es menos probable que hayan adquirido algún virus del exterior, lo cual contaminaría las vacunas o confundiría experimentos.

En 2017, Hayflick pidió a Olshansky cuantificar cuántas vidas habían salvado sus células hasta ese momento.

Comparando la prevalencia global de ciertas enfermedades infecciosas en la década de 1960, cuando se descubrió la línea celular, con la prevalencia de enfermedades infecciosas en ese momento, calculó que las vacunas elaboradas con WI-38 pueden haber prevenido alrededor de 4.500 millones de infecciones.

En total, es probable que las células hayan salvado 10,3 millones de vidas.

Aunque desde 1979 no se ha notificado ningún caso de poliomelitis en EE.UU., se estima que un número significativo de personas vive con secuelas.

Probablemente cientos de miles viven con "el síndrome postpolio", en que los músculos menguan y se debilitan lentamente.

Origen controversial

A pesar de sus beneficios, el origen de esta línea celular no está exento de polémicas.

Además de que algunas personas se sienten incómodas por sus vínculos con el aborto, la mujer cuyo feto se utilizó jamás consintió su uso.

De hecho, ni siquiera se enteró hasta varios años después, cuando le contactó el Instituto Karolinska para pedirle más detalles sobre su historial médico.

Es poco probable que un incidente así se repita. Las muestras humanas están ahora reguladas en EE.UU.

Sin embargo, las nuevas normas no aplican con carácter retroactivo y muchas muestras que fueron robadas continúan utilizándose hoy.

Dicha controversia se hizo pública por primera vez en 2010, con el libro La vida inmortal de Henrietta Lacks, sobre una mujer afroamericana a la que, sin saberlo, le tomaron las células de un tumor cervical para convertirlo en la popular línea celular HeLa en 1951.

Hasta ahora, estas células han contribuido a alrededor de 70.000 estudios y permitieron el descubrimiento de que la mayoría de cánceres cervicales son causados por el virus del papiloma humano.

Pero aunque los descendientes de Lacks están orgullosos de lo que sus células consiguieron, muchos critican que otros se han enriquecido con ellas y su familia no.

Conocimiento genético

Dichas transgresiones éticas se han vuelto más problemáticas con la llegada de secuencias genéticas más asequibles.

Las líneas celulares humanas contienen ADN humano, y la WI-38 comparte el 50% de su ADN con la madre del feto.

En este sentido, algunos consideran que la línea celular perjudica la privacidad.

La secuencia genética de una persona puede proveer información sobre la propensión familiar a ciertas enfermedades, la inteligencia y una hipotética longevidad.

De hecho, incluso en casos donde se obtiene un consentimiento informado, sigue existiendo un debate ético porque el material genético es compartido por otros miembros de la familia.

Una forma de lidiar con estas preocupaciones es involucrar a toda la familia para decidir cómo y cuándo usar información genética.

Ya se han conseguido algunos avances.

En 2013, los Institutos Nacionales de Salud de EE.UU. consensuaron con los familiares de Lacks y organizaron un panel con otros tres familiares para revisar solicitudes y acceder al genoma completo.

Los beneficios de usar células son mayoritariamente aprobados por encima de sus dilemas éticos.

De hecho, muchas organizaciones religiosas antiabortistas han anunciado públicamente su apoyo al uso de vacunas fabricadas de esta manera cuando no existen otras alternativas, incluso la Iglesia católica, aunque expresó la necesidad de fuentes alternativas.

El contraste entre el origen controvertido de muchas células frente a sus beneficios es quizás más llamativo en el desarrollo de la vacuna contra la rubéola.

Aunque se produce en células WI-38 hasta el día de hoy, su desarrollo temprano se basó en gran medida en células tomadas de varios fetos abortados diferentes, muchos de los cuales habían sido abortados porque su madre estaba infectada con el virus.

La rubéola puede causar una serie de consecuencias graves durante el embarazo, como muerte fetal y aborto espontáneo.

Si una mujer se infecta desde el principio, hay un 90% de posibilidades de que transmita el virus al feto, pudiendo provocar el "síndrome de rubéola congénita" y problemas de salud como daño cerebral y pérdida auditiva.

Siglos después de la publicación del libro de Flamel, sus fans pueden estar decepcionados al escuchar que nadie ha encontrado la fórmula secreta para vivir por siempre.

Pero aunque el límite de Hayflick actualmente parece una barrera formidable para las personas, ya no es un problema para los científicos.

Irónicamente, sus esfuerzos por superarlo en las células posiblemente han ayudado a mantener a más de nosotros con vida de lo que lo ha hecho la investigación sobre la inmortalidad.

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