Es una de las cosas más estresantes que te pueden suceder: ser despedido de tu trabajo.

Si lo has experimentado, sabrás el pánico que puede causar: preocupaciones sobre tus ingresos, tu carrera y, en algunos países, sobre tu atención médica.

Pero, ¿qué pasaría si ser despedido fuera lo mejor que te pueda ocurrir? Y no gracias a la suerte, sino porque existe un sistema diseñado específicamente para desbloquear tu potencial y ayudarte a conseguir un mejor trabajo que el que tenías.

Esto es lo que promete el original "sistema de transición" de Suecia, un servicio de asistencia social privado a nivel nacional para los trabajadores que han sido despedidos.

Las empresas financian los "consejos de seguridad laboral", que proporcionan asesores cualificados que te recogen, desempolvan y vinculan tus habilidades y ambiciones con las necesidades del mercado.

Existen 16 organizaciones de este tipo, cada una cubriendo un sector diferente de la economía, y tienen el objetivo de encontrar nuevos empleos para los trabajadores que han perdido sus trabajos por razones económicas.

Como resultado, Suecia posee las mejores tasas de reempleo en el mundo desarrollado: aproximadamente el 90% de los trabajadores despedidos vuelven a tener empleo en el plazo de un año, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

La cifra es drásticamente superior a la de Francia y Portugal, donde solo alrededor del 30% de los trabajadores vuelven a estar empleados dentro del año, apunta la OCDE.

Eva, de 24 años, descubrió este sistema recientemente por experiencia propia. Se graduó como diseñadora gráfica en 2016. Su trabajo en Estocolmo estaba yendo bien y su carrera parecía tener un buen comienzo.

Pero a principios de 2019, la compañía para la que trabajaba anunció que tendría que hacer recortes. El ambiente en el trabajo se volvió agrio, y ella y sus colegas se pusieron ansiosos.

Comenzó a perder el sueño y a pensar con preocupaciónque sería la próxima en ser despedida. Incluso su novio notó un cambio marcado en su comportamiento.

En conversaciones con colegas, Eva escuchó hablar por primera vez de los consejos de seguridad laboral.

Su empresa estaba cubierta por el plan, lo que significó que se le asignara automáticamente un asesor personal de trabajo antes de que fuera despedida en junio.

El sistema se activa tan pronto como se anuncian los despidos, para acelerar el proceso de encontrar un nuevo puesto de trabajo para las personas afectadas.

El asesor detectó una brecha en el currículum de Eva: la tecnología había avanzado y Eva necesitaba más capacitación.

El consejo le pagó un curso de ocho semanas en gráficos de movimiento en la Escuela de Comunicación de Berghs.

Además, el asesor laboral de Eva la enseñó técnicas para mejorar sus aptitudes en entrevistas de trabajo, a través de juegos de rol que aumentaron su confianza.

Las ofertas pronto comenzaron a llegar. Después de 15 rechazos, superó a otros 150 solicitantes y consiguió un nuevo empleo, a partir de enero de 2020, con un salario significativamente mejor que el de antes.

"Estoy tan feliz. Creo que eventualmente habría conseguido un trabajo sin el consejo, pero gracias a ellos ha sido una gran experiencia", dice Eva, quien se negó a dar su apellido, citando preocupaciones de que su nuevo empleador podría malinterpretar sus motivos para hablar con los medios.

"Me sentí más segura sobre toda la situación. Sabía que no estaba sola, siempre podía hablar con mi asesor".

Al igual que Eva, la mayoría de los suecos que pasan por el sistema de transición vuelven a trabajar en un plazo de seis meses o inferior. Y, según los datos de la OCDE, los trabajadores suecos menores de 30 años aumentan sus ganancias después de ser despedidos.

"La mayoría de las personas que acuden a nosotros y obtienen un nuevo empleo piensan que el despido fue el comienzo de algo muy bueno", asegura Erica Sundberg, jefa regional de TRR en Estocolmo, uno de los mayores consejos de seguridad laboral que cubre a los trabajadores administrativos.

Una mano amiga

En Suecia, los empleadores pagan el 0,3% de su nómina total a los consejos de seguridad laboral, como una póliza de seguro contra despidos.

Durante los buenos tiempos, el dinero se acumula; luego, cuando existe la necesidad de reestructurar o reducir el tamaño, los consejos están allí para suavizar el golpe.

Los trabajadores tienen acceso al servicio en los lugares donde los sindicatos tienen un acuerdo con los empleadores, que en Suecia incluye a la gran mayoría de los lugares de trabajo, grandes y pequeños, ya que el 90% de los empleados trabajan en empresas sindicalizadas.

Los consejos funcionan a través de una asociación de 50-50 entre empleadores y sindicatos; el gobierno no juega ningún papel.

Ofrecen ayuda durante un período de cinco años a partir de la fecha de los despidos, para que las personas sigan recibiendo apoyo si su nuevo trabajo no funciona.

Para las empresas particulares, la existencia de esta red de seguridad hace que sea mucho más fácil acordar despidos con los empleados y, en última instancia, evitar una acción sindical en defensa de los empleos.

Para la economía en su conjunto, el sistema de transición actúa como un lubricante, suavizando los despidos y facilitando que las empresas suecas se deshagan de trabajos que se volvieron redundantes por el desarrollo de nueva tecnología.

El gigante tecnológico Ericsson, por ejemplo, ha realizado miles de despidos en Suecia en los últimos años, ya que ha tenido problemas para reducir costos.

Sin embargo, el proceso ha transcurrido relativamente sin problemas, en parte gracias a un mercado laboral dinámico, pero también a la intervención del consejo de seguridad laboral TRR.

TRR cubre a negocios del sector privado con un total de 950.000 empleados. Sus asesores laborales aconsejan a unas 13.000 personas al año, un número que ahora está aumentando a medida que la economía sueca siente el impacto de la desaceleración global.

Durante el tercer trimestre de 2019, el número de empleados despedidos que buscaron apoyo del TRR aumentó en un 30% en comparación con el mismo período del año pasado.

A pesar de un mercado laboral más restringido, dos tercios del personal despedido que acude al TRR termina en un trabajo con un salario similar o mejor que el que dejaron, apunta Sundberg, representante de esa empresa.

El sistema también facilita que las personas exploren alternativas y cambien de dirección en sus vidas laborales, agrega, ya que estos consejos ayudan a guiar a los suecos en la transición laboral con psicoterapia.

"Cuando les preguntamos después, muchas personas dicen: 'Debería haber hecho esto hace mucho tiempo'", cuenta Sundberg.

Usando a Suecia como modelo

Suecia ofrece centros de trabajo administrados por el Estado, que también se esfuerzan por vincular a las personas desempleadas con las vacantes laborales.

Sin embargo, el servicio de empleo del sector público tiene un propósito diferente al de los consejos privados de seguridad laboral.

El servicio público está dominado por los desempleados de larga duración o por personas no cualificadas que intentan encontrar sus primeros empleos, generalmente jóvenes sin educación secundaria e inmigrantes recién llegados.

Los consejos de trabajo, por otro lado, se centran en volver a capacitar y reubicar a aquellos que ya están en el mercado laboral.

Hay algunas críticas a este sistema privatizado, centradas en el hecho de que las agencias no hacen nada para ayudar a elevar los niveles de habilidad de los empleados que no enfrentan despidos, ya que estos consejos solo trabajan con personas que han perdido o están a punto perder sus trabajos.

También es un poco más difícil ubicar a los solicitantes de empleo que no han tenido trabajo reciente, lo que generalmente significa que los trabajadores cualificados que se asocian con los consejos de seguridad laboral tienen una mayor probabilidad de obtener un nuevo puesto.

Pero, en comparación con otros países europeos, el sistema sueco es eficiente y ha atraído la atención internacional.

El equivalente más cercano al sistema sueco son las Transfermaßnahmen de Alemania, o "medidas de transferencia", en las cuales el apoyo para los trabajadores despedidos es financiado en parte por el empleador y en parte por el Estado.

Sin embargo, esto solo se aplica a las grandes empresas. Y, en general, los programas actuales en Europa se centran generalmente en evitar los despidos, con recortes salariales o de horas de trabajo.

En la mayoría de los países, no existe apoyo adicional para los trabajadores despedidos, aparte de los planes estatales. Esto se produce en particular en el sistema francés, pero también en el de Bélgica y los Países Bajos, por ejemplo.

Según Lars Walter, profesor de Administración en la Universidad de Gotemburgo, algunos países de Europa están buscando sistemas similares a los de Suecia, en términos de aumentar el apoyo a los trabajadores despedidos.

Pero es la estrecha colaboración entre empleadores y sindicatos lo que hace que el sistema sueco sea único, subraya.

"Puedes crear un sistema de seguridad como este en otros países, no necesariamente con la misma participación de sindicatos y empleadores como en Suecia, pero con las mismas características", afirma Walter.

No importa qué sistemas de soporte existan al cambiar de trabajo, nada puede evitar el estrés de descubrir que ya no eres necesario y de buscar un lugar donde sí lo seas. Pero en Estocolmo, Eva espera con entusiasmo comenzar su nuevo trabajo en enero.

La joven agradece que la capacitación, el asesoramiento y el apoyo que recibió de su consejo de seguridad laboral le funcionaran bien.

"Fue un shock ser despedida ?señala?, pero ahora estoy con un mejor empleador, en un mejor lugar de trabajo y con más dinero".

 

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