Tras 52 días viviendo con temperaturas por debajo de los -30 ºC, los exploradores de la expedición española "Antártida Inexplorada 2018-2019" vuelven a casa habiendo cumplido sus objetivos.

Y lo han hecho con un vehículo innovador: un trineo que no contamina.

El promotor de esta aventura e inventor del trineo de viento es el explorador polar Ramón Larramendi.

Nacido en Madrid hace 53 años, su pasión siempre fue navegar por los lugares más inhóspitos de la Tierra: el Ártico y la Antártida.

Cuando tenía solo 24 años Larramendi vivió una experiencia que cambió su vida y probablemente la de las exploraciones polares.

Durante tres años recorrió 14.000 km en trineo de perros desde Groenlandia hasta Alaska, educándose en la vida en el hielo.

Lo hizo acompañando a comunidades inuit, de los que aprendió sus costumbres y su idioma.

Larramendi, con más de 40.000 km recorridos por territorios polares, aplicó el aprendizaje que obtuvo de esa excepcional vivencia en la construcción de su trineo de viento.

Se trata del único vehículo en el mundo que utiliza exclusivamente energía eólica para moverse y transportar equipo científico a través del Ártico y la Antártida de manera eficiente y no contaminante.

Larramendi lideró este grupo, que durante la travesía recopiló datos para diez proyectos científicos que estudian el cambio climático y la exploración planetaria, entre otras cuestiones.

En esta exploración lo acompañaron el biólogo Ignacio Oficialdegui, el ingeniero Manuel Olivera y el técnico de montaña y experto guía polar Hilo Moreno.

Recién aterrizado en Sudáfrica, Larramendi habló con BBC Mundo de su aventura.


-¿Cómo es un día de expedición en la Antártida?

Imaginen que viajamos como en un barco. Somos cuatro personas a bordo del trineo y formamos dos equipos de dos personas. Trabajamos por turnos, de día y de noche, porque en el verano austral hay 24 horas de luz.

-¿Y cómo son las condiciones?

Trabajamos a -40 °C y muchas veces con viento. El frío era colosal. Parte de la ropa la habíamos diseñado específicamente para las necesidades de este viaje. Si no vas bien equipado, te mueres.

-¿Y la comida?

Llevamos comida deshidratada, platos típicos españoles como lentejas y cocido madrileño. Ahí hay pocos lujos, así que intentamos tener uno que es medio fácil de conseguir. Tenemos un hornillo de gasolina, que supone nuestro único uso de combustible. Lo utilizamos para calentar y derretir.

-¿Por dónde se desplazaron con el trineo?

Nos movíamos a través de una especie de grandes autopistas de viento. Y, por seguir con el símil, luego había zonas de carreteras secundarias y otras que eran como carreteras de tierra. Parte de la ruta tuvo lugar en la zona con menos viento de toda la Antártida, que era otra de las dificultades técnicas. No fue fácil, pero demostramos que es posible.

-¿Por qué es tan interesante la Antártida científicamente?

La Antártida es el pulmón del planeta. Esta zona supone el registro climático de los últimos dos millones de años. Es el único lugar totalmente virgen y es un indicador de todo lo que está pasando en el planeta. Sin embargo, es un lugar aún poco conocido considerando el volumen de investigación científica llevada a cabo por muchos países.

-¿Cuál fue el peor momento de la expedición?

Nada más empezar el viaje, tuvimos una tormenta tras otra. Durante los primeros ocho días no pudimos avanzar nada. No nos podíamos mover, había ventisca, estaba todo sepultado por la nieve? Eso te desmoraliza mucho. Pero pasamos ese lugar y ya empezamos a avanzar.

-Ahí están solos. ¿Da miedo estar tan aislados?

Todo es un desierto a tu alrededor, sabes que no hay nadie y que no hay ninguna posibilidad de que te encuentres a otra persona, que todo depende de ti mismo. Nosotros vamos preparados para repararlo todo, pero es algo que impresiona. Estuvimos 54 días sin ver a ningún otro ser humano y sin estar conectados de ninguna manera. Tienes un sentimiento de lejanía y aislamiento total, algo que es muy difícil experimentar hoy en día. Es otro mundo, es otro planeta. No se parece a nada.

-En esos casos debe de ser imprescindible el apoyo de los compañeros.

Un equipo bueno, compacto, compenetrado, que fluye, es fundamental para el éxito. Es un viaje que hay que hacer con las personas adecuadas. Estamos solos los cuatro siempre y no hay ningún espacio de privacidad.

-¿Qué tiene de especial tu trineo de viento?

Para los verdaderos especialistas en la Antártida este vehículo es muy desconcertante porque es muy sencillo. Pero hay mucho conocimiento y mucha experiencia detrás de esa aparente sencillez. En el Ártico y en la Antártida la simpleza es muy importante. Significa que puedes repararlo todo sobre el terreno, lo que le da una gran eficiencia.

-¿Se han interesado por el trineo equipos de investigación de otras partes del mundo?

A nivel internacional mucha gente lo conoce pero no acaban de comprender cómo funciona. El protocolo antártico establece la importancia de hacer los esfuerzos que sean necesarios para generar el mínimo impacto en el continente. Y este trineo supone el mínimo impacto posible. Si esta expedición da pie a que aumente la investigación para la mejora de este u otros sistemas totalmente limpios, consideramos que nuestra misión más importante está cumplida.

-¿Tienes ganas de volver a la Antártida?

No quiero pensar en la vuelta todavía. Ahora toca disfrutar de otras caras de la realidad y comerme un cocido de verdad.


 

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