También los sapos tienen derecho a procrear en paz.

Eso creen en un pequeño pueblo costero de la Bretaña francesa que decidió cerrar entre el 15 de enero y el 15 de marzo una de las principales vías de la localidad para preservar a los sapos, una especie en peligro de extinción.

El ayuntamiento de Saint-Malo, 400 kilómetros al noroeste de París, considera que la Rue des Petits Ports es un "espacio natural sensible".

Durante estos dos meses los sapos y tritones palmeados se reúnen en torno a los estanques cercanos en lo que parece ser "un lugar ideal para su reproducción", asegura en un comunicado.

Ya el año pasado esta carretera fue cerrada durante un mes por la "importante mortalidad" de estos animales durante la época de migración, de acuerdo al gobierno local, que ve al tráfico como la principal amenaza.

La medida, dice el documento, favoreció la reproducción y en febrero de 2017 "llegaron a contabilizarse cerca de 1.000 de estas especies alrededor de los estanques cercanos a la carretera".

La normalidad volverá a este pueblo de 47.000 habitantes a mediados de marzo.

Todo sea por el amor (o por la especie).

 

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