William Beaumont era un médico del ejército estadounidense destinado en la isla de Mackinac, en Michigan, a principios de la década de 1820.

Su vida se cruzó con la de Alexis St. Martin, un joven comerciante de pieles quien, el 6 de junio de 1822, recibió un tiro en el abdomen que lo dejó gravemente herido.

Este incidente, aunque desafortunado, revolucionaría un campo de la medicina gracias a la dedicación científica de Beaumont y a la paciencia de St. Martin.

Tras el disparo, que fue accidental, el médico se hizo cargo del cuidado de St. Martin, aunque sin muchas esperanzas de que fuera a sobrevivir.

El comerciante tenía una herida cruenta en el estómago, de la que le salía "parte del pulmón", según explicó Richard Rogers, de la Universidad Estatal de Lousiana, a la página LiveScience.

Rogers y otros colegas estudiaron la historia de Beaumont y St. Martin y la publicaron en un simposio sobre Biología Experimental que se celebró en 2013 en Boston en el que reivindicaron la figura de Beaumont como "el primer fisiólogo de Estados Unidos".

Además de perforarle el estómago, el disparo le rompió varias costillas a St. Martin y le destrozó varios fragmentos musculares.

Pero gracias a los cuidados de Beaumont, destinado en una base militar que protegía los intereses de la Compañía Americana de Pieles, el paciente fue mejorando prodigiosamente a lo largo del siguiente año.

Lo que no lograron los cuidados, sin embargo, fue curar del todo la herida, de forma que St. Martin se quedó con un agujero permanente en el estómago a través de la pared abdominal, lo que se conoce con el nombre de fístula gástrica.

"El médico se dio cuenta de que había una oportunidad de investigación", explicó Jay Dean, de la Universidad del Sur de Florida, al presentar el trabajo.

La tarea de limpiarle la fístula a diario le hizo pensar que quizás podía observar el proceso de digestión como nunca antes había podido hacerlo.

En esta época todavía no se sabía casi nada sobre cómo funciona la digestión humana.

Pero Beaumont estaba decidido a cambiar esto y, durante un periodo de ocho años, hizo más de 200 experimentos con el paciente.

En dos ocasiones, incluso, el médico tuvo que convencer a St. Martin de que volviera desde Canadá para poder seguir llevando a cabo sus pruebas.

Un laboratorio vivo

Lo que hacía Beaumont era insertar trozos de distintos alimentos atados a unas cuerdas y meterlos a través del hueco en el estómago de St. Martin, sacándolos periódicamente para observar la digestión.

Beaumont también retiraba y analizaba los jugos gástricos para entenderlos mejor.

"St. Martin acabó convirtiéndose en el laboratorio vivo de Beaumont", cuenta Dean.

"Reconoció una oportunidad no planeada y la explotó para obtener un importante conocimiento, algo que los buenos científicos también hacen hoy en día".

El médico descubrió cosas importantes. Por ejemplo, vio que el ácido clorhídrico es el principal compuesto responsable de desmenuzar los alimentos.

También avanzó la importancia de lo que hoy en día se conoce como la enzima pepsina.

Sus experimentos mostraron que la digestión es un proceso químico, no solo uno mecánico causado por el movimiento de los músculos del estómago.

Su trabajo también arrojó luz sobre cómo las emociones, la temperatura y la actividad física pueden afectar la digestión.

Por ejemplo, fue el primero en darse cuenta que la digestión de una persona se ralentizaba con la fiebre, lo que lo llevó a conectar por primera vez la digestión con la enfermedad.

Beaumont publicó sus resultados en un libro titulado "Experimentos y Observaciones en el Jugo Gástrico y la Fisiología de la Digestión".

Cuestionamientos éticos

Pero la relación que Beaumont estableció con su paciente también ha sido sometida a cuestionamientos éticos.

Ambos han sido calificados como "la pareja más rara de la medicina".

Beaumont había prometido cerrar el agujero del estómago de St. Martins, pero nunca lo hizo.

¿Actuó el médico "a partir de meros motivos de caridad", como él mismo escribió? ¿O podría haberle dado el alta una vez estabilizado?

Según varios reportes, tras el accidente St. Martin perdió su trabajo en la Compañía Americana de Pieles.

Beaumont aprovechó entonces para tomarlo como sirviente doméstico y conejillo de Indias.

Sea como fuere, la herida de St. Martin nunca se cicatrizó, pero él sobrevivió a Beaumont y tuvo numerosos hijos.

Se dice que cuando murió, su familia decidió enterrarlo sin nombre para que ningún otro científico siguiera utilizándolo como conejillo de Indias.

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