El canon de belleza dominante hace que la mayoría de las mujeres en Occidente aspire a tener un cuerpo delgado y esbelto. Pero en muchas culturas lo estéticamente deseable es ser grande y voluptuosa.

Y la misma fiebre que hace que muchas mujeres compren en persona o por internet productos de dudosa procedencia para adelgazar, también lleva a otras a hacer lo mismo con el objetivo contrario.

Uno de los países donde esa moda se ha vuelto un peligro es Sudán, según informa la periodista del servicio mundial de la BBC, Yousra Elbagir.

En un país donde blanquearse la piel es una vieja costumbre cosmética, ahora muchas jóvenes están comprando en el mercado negro medicinas de prescripción médica o pastillas sin marca clínica ni embalaje para aumentar de peso y conseguir grandes curvas, asociadas a la prosperidad y la belleza.

Pero estos tratamientos no están recetados por médicos ni dispensados por farmacéuticos: las píldoras para engordar se compran ilegalmente en los puestos de los mercados. Las venden sueltas, en pequeñas bolsas o en frascos vacíos de caramelos, sin ninguna información clínica sobre su contenido ni sobre los riesgos para la salud que su uso puede acarrear.

"Mi mamá sospecha" y "Piernas de pollo"

Según Elbagir, a estas pastillas despojadas de su nombre clínico les dan nombres populares que aluden a los efectos que supuestamente consiguen: una cintura que haría sospechar a tu madre o a los vecinos que estás embarazada, unos gruesos muslos o un trasero grande.

"El shock del vecino", "piernas de pollo" o "mi mamá sospecha" son algunos de esos sugerentes títulos. Aunque la idea de lo que constituye un cuerpo ideal está cambiando en Sudán, la preferencia tradicional por los muslos grandes todavía es común.

El contenido de las pastillas en sí varía mucho, desde estimulantes del apetito hasta antiestamínicos y medicinas con esteroides, que contienen cortisona. Algunas mujeres llegan incluso a inyectarse las piernas con insulina.

En el caso de las medicinas, lo que las mujeres buscan son sus efectos secundarios. Una medicación con cortisona, por ejemplo, puede ralentizar el metabolismo, aumentar el apetito, causar retención de líquidos y generar un depósito de grasa en la zona de la cara y el abdomen.

Pero el uso de esteroides sin supervisión médica puede dañar el corazón, el hígado, los riñones y la tiroides, según le dijo a la BBC el doctor Salah Ibrahim, director de la Unión de Farmacéuticos de Sudán.

Un secreto a voces

"En las aldeas se venden como caramelos", le dijo a la BBC Imitithal Ahmed, una estudiante de la universidad de Jartum, la capital sudanesa.

"A mi siempre me han dado miedo porque he visto como algunas de mis parientes se ponen enfermas y también varias amigas cercanas se volvieron dependientes de estimulantes del apetito", dijo.

Elbagir reporta que según varios profesionales de la salud hay mujeres jóvenes en Sudán que están muriendo por un fallo renal o del hígado causado por la retirada repentina de esteroides.

Muertes entre las recién casadas

La cortisona es una hormona que ocurre de manera natural en el cuerpo y que ayuda a regular varias funciones vitales.

Cuando una versión concentrada y hecha por el hombre entra en nuestro organismo a través de una pastilla o una crema, el cerebro le da la orden al cuerpo de que deje de producirla.

Y cuando un paciente deja súbitamente de usar esa sustancia, los principales órganos del cuerpo pueden fallar.

Este tipo de fatalidades, según informa Elbagir, son especialmente comunes entre las recién casadas en Sudán, ya que tradicionalmente durante el mes previo a la boda se someten a una serie de rituales de belleza que incluye el aumento de peso (del mismo modo que muchas novias en occidente tratan de estar más delgadas para su gran día).

Pero después de la boda dejan súbitamente de usar esas sustancias. Según la periodista de la BBC sus muertes normalmente se registran como un fallo súbito de los órganos vitales.

Un problema no solo en Sudán

La de Sudán no es la única sociedad africana donde tener sobrepeso es un símbolo de prosperidad, belleza y poder. Con frecuencia es además una cualidad que aumenta el "potencial casadero" de una joven.

En 2004 la BBC reportó la existencia en Mauritania de "granjas para engordar" donde algunas jóvenes eran forzadas a comer para estar "gordas y bonitas", muchas de cara a encontrar un marido.

El diario de Botswana The Gazette informó en un artículo de 2014 que en los mercados de pulgas del país se vendían como rosquillas unas pastillas llamadas "Apetito" contrabandeadas de Zimbabwe y Zambia que prometen darle a las mujeres grandes traseros y caderas en cuestión de pocas semanas.

El diario The Times of India registró en 2013 el fenómeno en ese país y varios artículos de 2015 hablan de la tendencia en Jamaica, donde en los mercados de Kingston las mujeres compraban pastillas similares a las que presuntamente se usan para engordar a los pollos.

En un artículo reciente de la BBC, Michael Deats, que lidera el grupo de la OMS que lidia con el problema de los productos médicos falsos o de calidad inferior, dijo BBC que los criminales detrás de la industria de los medicamentos falsos pueden estar muy bien organizados.

Como no les interesa que los descubran, en lugar de envenenar a la gente, algo que atraería demasiada atención, prefieren fabricar medicamentos con ingredientes que son ineficaces.

"Mi tía está a punto de sufrir un fallo renal y tiene las arterias bloqueadas de tomar tantas píldoras para engordar, todo por querer tener un trasero más grande", le dijo a la BBC Imitithal Ahmed, la estudiante universitaria de Jartum.

"Toda la familia sabe por qué está enferma, pero ella no lo admite. Ahora tuvo que dejar de tomar las pastillas porque se lo ordenó el médico".

Es difícil estimar cuántas mujeres en Sudán y en otros países utilizan estos productos para engordar y de qué manera afectan a su salud. Pero en esa búsqueda del ideal de belleza muchas mujeres están dispuestas a tomar riesgos a cualquier precio.

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