A primera vista, no se aprecian muchas diferencias entre ellos y cualquier otra pareja joven, dándose el "sí quiero" y con él los primeros pasos hacia un largo y feliz matrimonio.

Y entonces la vista se desvía hacia el brazo de la novia o, mejor dicho, lo que queda de él, envuelto en un aparatoso vendaje.

Tan solo 5 días antes, ella, Zanele Ndlovu, luchaba por su vida contra un cocodrilo que la había arrastrado bajo las aguas del río Zambeze.

Ahora, superado el episodio, la joven de 25 años le contó a la BBC el horror del terrible ataque, cómo ha recuperado el optimismo, y por qué decidió no retrasar el día de su boda pese a las lesiones sufridas.

Una vuelta mortal

"No teníamos ningún miedo en absoluto", cuenta Zanele, rememorando el pasado 30 de abril, cuando ella y su ya esposo Jamie Fox se subieron a una canoa para dos personas en Zimbabue en lo que iba a ser una excursión de recreo.

"Nos dijeron que íbamos a ver un par de cocodrilos, pero no nos advirtieron que podrían atacarnos".

Sin atisbo de preocupación, los novios, que llevan 18 meses de relación, se embarcaron en una de las orillas del río, cerca de las mundialmente famosas cataratas Victoria.

Él, Jamie, un joven de 27 años de la población inglesa de Orpington, afirma: "El agua estaba muy tranquila. No vimos ni oímos nada".

Pero, de repente, saltó el cocodrilo.

"Ambos lo recordamos de manera diferente", explica Jamie. "Yo vi la cabeza".

"Nos llevó un par de segundos darnos cuenta de que aquello era realmente un cocodrilo", añade Zanele.

Pero sí, se trataba realmente de uno de esos peligrosos animales, y no solo había mordido a Zanele, sino también la canoa, enviando a los dos jóvenes a las aguas del río.

Entonces, las mandíbulas del reptil se cerraron en torno al brazo de Zanele y el animal tiró de ella hundiéndola bajo esas aguas tan calmas hacía tan solo unos instantes.

"Me mordió al menos tres veces en este brazo", dice, señalándose al miembro mutilado. "Aquí me dio un pequeño mordisco", agrega indicando su dedo pulgar.

"Mi primer pensamiento fue que iba a morir", cuenta, y recuerda también que el agua se había teñido de sangre.

Pero pasados unos instantes decidió resistirse. "Me quedé como colgando hasta que el guía de la excursión pudo salvarme y subirme de nuevo a la canoa".

Una vez fuera del agua, uno de los guías le hizo un torniquete en el brazo que contuvo la hemorragia hasta que pudo regresar con ayuda.

Para entonces, Zanele ya sabía que las cosas no iban bien

"Vi de refilón una imagen de mi mano; colgaba a duras penas de un trozo de piel. Pero ellos no sabían que yo lo sabía; Intentaban ocultarme mi mano", relata.

"Afortunadamente, me estaba muriendo de frío, lo que redujo un poco el dolor".

"La vida es impredecible"

Medios aéreos trasladaron a Zanele a un hospital en Bulawayo, la segunda mayor ciudad de Zimbabue. No pasó mucho tiempo sin que empezara a pensar en la boda que había planeado con tanto cuidado.

"Siempre habíamos planeado la fecha del 5 de mayo", afirma Jamie.

Una vez completada la operación a la que se sometió a Zanele, el médico la sorprendió.

"Estamos viendo que te recuperas muy bien de tus lesiones", le contó, para a continuación anunciarle que el hospital podría organizar el enlace previsto si se llevara a cabo en la capilla del centro sanitario.

La pareja supo de inmediato que no querían retrasarla y que celebrarían su boda, aunque fuese con muchos menos invitados y en circunstancias muy distintas.

"La vida es impredecible. ¿Sabe eso que dicen de que cuando uno hace planes Dios se ríe de ellos? Esa frase tiene mucho más sentido para mí ahora", dice una recuperada Zanele.

Entre los invitados, hubo seres queridos que la veían por primera vez amputada. "Parecía que querían llorar y se mostraban deprimidos", recuerda. "Eso fue un poco difícil, pero la gente que estaba feliz me hizo sentir emocionada".

"Yo lo recuerdo como una ocasión plenamente feliz", afirma su marido.

Ahora la pareja piensa en el futuro, en una posible prótesis que sustituya el brazo que Zanele perdió en el Zambeze, y, finalmente, en un retorno al trabajo para la joven. También, en trasladarse a Reino Unido, una vez se apruebe la visa.

"Obviamente, va a llevar algún tiempo adaptarse a esta nueva vida, pero pienso que hasta ahora hemos sabido hacerlo", sostiene Zanele, con un ánimo positivo y una resolución que, según ella misma asegura, hubieran sorprendido a la persona que era hace solo 10 días.

"Es curioso", cuenta pensativa, "soy más positiva ahora de lo que nunca fui. De alguna manera, mi vida cambió desde que estuve a punto de morir".

"Me resulta difícil explicárselo a alguien que no estaba allí. Fácilmente pude haber muerto. No sucede todos los días que alguien sobrevive al ataque de un cocodrilo. Así que cada día que amanece estoy contenta porque estoy viva".

Publicidad