Desde que Reddy Guaygua era un niño, soñaba con descubrir tesoros ocultos.

Nacido en Mapiri, a 130 km al norte de La Paz, Bolivia, Guaygua era la única persona de su pueblo que estudió arqueología.

"Mi objetivo era trabajar en las aldeas, visitar sus sitios arqueológicos y trabajar en ellas", dice.

Ahora, años después, su sueño se ha hecho realidad: está a cargo de la gestión del turismo y la cultura en la ciudad de Tiquina.

La localidad se encuentra en la orilla del lago Titicaca, que cubre más de 8.500 kilómetros cuadrados y sirve de frontera natural entre Perú y Bolivia.

A solo 5 minutos de ahí se encontraron hace 10 años los restos sumergidos de una antigua civilización.

Tras la información proporcionada por la población local, el arqueólogo Christophe Delaere, de la Universidad Libre de Bélgica, localizó 24 sitios arqueológicos sumergidos en las aguas del lago.

El sitio más importante está en Santiago de Ojjelaya, y es aquí donde el gobierno boliviano planea construir un museo submarino para preservar tanto las estructuras arqueológicas sumergidas como las de la costa.

El proyecto, que se estima en un costo de US$10 millones para cuando se complete en 2020, está financiado por el gobierno boliviano con la ayuda de Naciones Unidas y cuenta con el respaldo de la agencia belga de cooperación para el desarrollo.

El edificio de 9.360 metros cuadrados tendrá dos partes, una ubicada en la orilla y donde se exhibirán las piezas rescatadas del lago.

La otra parte semisumergida permitirá a los visitantes ver algunas de las estructuras submarinas, llamada "ciudad oculta", a través de paredes de cristal.

Explorar el pasado

José Luis Paz, director de patrimonio en el ministerio de Cultura boliviano, dice que los visitantes podrán ver dos tipos de ruinas submarinas.

"Estarán las que corresponden a asentamientos humanos, sitios que están abrazando la costa del lago, y otros sitios que fueron de ofrendas espirituales", explica.

Paz dice que los asentamientos humanos probablemente se inundaron años antes que los sitios espirituales, los cuales estaban ubicados en lugares estratégicos dentro del lago.

Un equipo de expertos belgas y bolivianos, en colaboración con buzos especializados en arqueología, ha logrado localizar miles de objetos.

"Encontramos más de 10.000 piezas como vasijas, piezas de oro, cerámica. Y gracias a las investigaciones se pudo determinar que pertenecen a la cultura Tiwanaku y civilizaciones preincas", dice la ministra de Cultura y Turismo de Bolivia, Wilma Alanoca.

Como están bien conservados, el plan es tomar solo algunos objetos y dejar a la mayoría de ellos bajo el agua.

Un tesoro turístico

Se estima que algunas de las piezas tienen 2.000 años de antigüedad y otras se remontan a una época en que el imperio Tiwanaku fue una de las civilizaciones andinas más importantes.

Para Guaygua y las personas que viven en los 13 municipios a orillas del lago, el proyecto para construir el museo submarino ofrece el potencial para un mayor turismo y, por lo tanto, más trabajo.

Actualmente la mayoría de los lugareños vive de la pesca o la agricultura, y el ministro Alanoca cree que el museo podría ser clave para evitar que las personas dejen sus comunidades para irse a las ciudades.

Los expertos de la Unesco estiman que las ruinas encontradas hasta el momento solo representan una pequeña parte del imperio Tiwanaku.

Guaygua y otros residentes esperan que el tesoro en el lago, y los sitios que aún esperan ser descubiertos, se traduzcan en más riquezas para la región.

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