El misterio desconcertó a astrónomos durante décadas.

Durante años han registrado ondas tenues que emanan de sistemas estelares en la Vía Láctea.

Estas ondas, denominadas Emisión Anómala de Microondas (AME, por sus siglas en inglés), proceden de varias regiones del espacio, pero jamás se había explicado cuál es su fuente.

Luego de años de especulaciones, un equipo de investigadores liderado por Jane Greaves, de la Escuela de Física y Astronomía de la Universidad de Cardiff, en Gales (Reino Unido), finalmente asegura tener la respuesta.

"Como Sherlock Holmes"

"Sabíamos que algunos tipos de partículas eran responsables de la luz de microondas, pero su fuente precisa ha sido un rompecabezas desde que fueron detectadas por primera vez hace 20 años", señaló Greaves.

Para el estudio, el equipo observó el brillo procedente de tres nuevas estrellas que emiten luz AME utilizando los telescopios Robert C. Byrd y Green Bank en Virginia Occidental, en Estados Unidos, y un radiotelescopio llamado Telescope Compact Array en Australia.

"En un método de Sherlock Holmes con el que se eliminan otras causas, podemos decir con confianza que el mejor y posible único candidato capaz de producir este brillo de microondas es la presencia de nanodiamantes alrededor de estas estrellas de nueva formación", agregó Greaves.

Miles de veces más pequeños que un grano de arena

Los nanodiamantes son cristales de carbono presentes en el polvo y el gas que rodean a las estrellas recién formadas.

Este conjunto de polvo y gas, denominado disco protoplanetario, es donde los planetas empiezan a formarse y contiene una gran cantidad de moléculas orgánicas.

Las condiciones de calor extremo que hay dentro de esos discos son ideales para la formación de nanodiamantes, que son miles de veces más pequeños que un grano de arena y que suelen hallarse en meteoritos.

Los nanodiamantes emiten radiación al girar, lo que genera el brillo misterioso detectado por los astrónomos en la Tierra.

"Se trata de una resolución genial e inesperada del enigma de la radiación anómala de microondas", afirmó Greaves.

"Y es aún más interesante que se obtuvo observando discos protoplanetarios, lo que aporta pistas sobre las características químicas del nacimiento de sistemas solares, incluido el nuestro".

El estudio fue publicado en la revista británica Nature Astronomy.

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