Esas líneas blancas que ves en el cielo cuando pasa un avión a gran altura son estelas de vapor de agua. Pero en internet puedes encontrar a quienes creen que son evidencia de un plan secreto para controlar el clima o envenenar el medio ambiente.

¿Por qué son tan persistentes esta y otras teorías en las redes sociales?

A Suzanne Maher no le gusta el término "teoría conspirativa".

Cuando lo uso durante una llamada para solicitarle una entrevista, me dice que fue algo que inventó la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) para desacreditar a todos los que cuestionan al gobierno.

No obstante como fundadora del grupo Bye Bye Blue Sky (Adiós cielo azul), que se dedica a crear conciencia sobre lo que llaman "chemtrails" (estelas químicas) -que según ellos son la evidencia de un plan secreto del gobierno para controlar el estado del tiempo- está acostumbrada a escuchar el término.

"Lo que pido es que dejemos atrás la noción de que esto es una teoría conspirativa", afirma esta canadiense que vive en Toronto.

"Hace 20 o 30 años nunca veíamos estas estelas. Teníamos un bellísimo cielo azul".

Suzanne es una de entre un significativo número de personas que utilizan las redes sociales para difundir este mensaje.

Quienes denuncian estas "estelas químicas" tienen distintas teorías. Una de las más populares es la creencia de que los gobiernos controlan el clima a escala masiva.

Otra es que los científicos que realizan investigaciones legítimas sobre cómo contrarrestar los efectos del cambio climático a través de un proceso llamado geoingeniería nos están envenenando de forma secreta.

También hay quienes creen que grupos poderosos secretos nos están rociando con químicos para hacernos más obedientes y fáciles de controlar.

Estelas

Seguramente tú hayas visto las estelas de las que hablan. Son esas líneas blancas que se forman detrás de los aviones en vuelo cuando el vapor de agua que sale de los motores se condensa y se transforma en cristales de hielo bajo ciertas condiciones atmosféricas.

Suzanne Maher no está en lo correcto cuando dice que son un fenómeno nuevo. Hay imágenes que muestran este tipo de estela saliendo de los aviones que lucharon en la Segunda Guerra Mundial.

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Pero para lo que la mayoría de las personas son simples estelas de vapor para algunos son evidencia de una conspiración clandestina global que involucra a una mezcla de organizaciones, entre las que están Naciones Unidas, militares, gobiernos, científicos, pilotos, empresarios e incluso la familia Rothschild.

No obstante, estas creencias no salen de la nada.

Los intentos de modificar el clima tienen una larga data. En 1932, durante la época de la Unión Soviética, se creó el Instituto Leningrado para Hacer Llover.

Y muchos recuerdan cómo las autoridades chinas usaron una técnica conocida como "siembra de nubes" para garantizar que no lloviera durante la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Pekín 2008.

Geoingeniería

Por otra parte, existe un nuevo campo de investigación que se dedica concretamente a intervenir en los sistemas naturales de la Tierra para contrarrestar el cambio climático: la geoingeniería.

Por el momento se trata más de una ciencia teórica y la mayoría de los trabajos realizados son con modelos computarizados.

No obstante, uno de los científicos más prominentes de esta especialidad, el profesor de la Universidad de Harvard David Keith, le dijo a The New York Times que ya hubo dos pruebas reales de una de las propuestas más controvertidas de la geoingeniería.

Se trata de algo llamado geoingeniería solar y consiste en inyectar con aerosol pequeñas partículas reflectantes en la atmósfera con la intención de reducir la cantidad de luz solar que llega al suelo y así enfriar el planeta.

Otros intentos exitosos de modificar el clima se han realizado a nivel local, ciertamente ninguno a la escala masiva que denuncian los creyentes en las teorías de conspiración.

A pesar de ello, son muchísimas las personas que inundan las redes sociales con especulaciones, preguntas e imágenes de cielos llenos de estelas de avión.

Una encuesta internacional publicada en el sitio IOPScience halló que el 17% de las personas consultadas creían que las teorías conspirativas sobre las "estelas químicas" eran ciertas o parcialmente ciertas.

Suzanne cuenta que tomó conciencia sobre el tema hace seis años cuando leyó el sitio de una niña, menor de diez años, que contaba cómo ya no quería salir a jugar porque el cielo había sido rociado y ya no era azul.

"Sus palabras me perturbaron y me dieron intriga así que empecé a investigar el tema. Esta revelación realmente me cambió la vida", afirma.

Lo que averiguó la llevó a crear Bye Bye Blue Sky. Ella administra un grupo cerrado en Facebook donde unas 5.000 personas intercambian información y juntan dinero para comprar pancartas. Ella aprueba personalmente a cada miembro.

"En este grupo no debatimos si está ocurriendo. Todos nos damos cuenta de que es así", señala.

"Burbujas de información"

Los grupos cerrados de personas que piensan lo mismo -que son típicos en redes sociales e internet- son uno de los principales motivos por los que las teorías conspirativas se solidifican online.

"La gente tiende a compartir información pero también consume la que es consistente con lo que ya creían", explica Karen Douglas, una experta en la psicología de las teorías conspirativas de la Universidad de Kent.

"La gente termina viviendo en estas burbujas de información o cámaras de eco donde comparten ideas con otras personas que creen lo que ellos creen. Y leen información que confirma lo que ellos creen", explica.

"La información no necesariamente se disemina de forma indiscriminada en internet y las redes sociales como la gente cree. Las personas tienden a compartirla con quienes ya piensan de la misma forma".

"Lo saboreo y lo huelo"

Russ Tanner administra lo que según él es el grupo más numeroso sobre "estelas químicas" en Facebook: Chemtrails Global Skywatch, que tiene más de 140.000 miembros.

Tanner llama a estas estelas "el mayor crimen contra la humanidad en toda la historia".

Un meme que posteó es un ejemplo típico de la paranoia que comparten estos grupos. El meme sugiere que las estelas son "la versión moderna de la eugenesia y la despoblación forzada".

Russ me pide que lo llame a las 3 de la mañana a su casa en Maine, EE.UU.

Me explica que el horario se debe a que donde vive "se inyecta mucho con aerosol de tarde" y que no puede dormir "cuando el aire está tan concentrado" de químicos.

"Me causa síntomas físicos. Lo puedo saborear y oler. Me quema las fosas nasales, causa inflamación, aumenta la presión sanguínea, da problemas estomacales y dolores de cabeza", enumera.

Tanto Russ como Suzanne aseguran que han realizado sus propios análisis.

"Mandé a analizar mi tierra y mi pelo. Tenía rastros de aluminio, bario, estroncio, arsénico, manganeso. Y yo vivo de forma muy saludable", dice Suzanne.

Ella incluso analizó una muestra de su perro y halló que fue envenenado con un metal radioactivo.

Russ denuncia que halló seis veces la cantidad normal de aluminio en el agua de lluvia.

Ambos consideran estos análisis como pruebas sólidas de que se está rociando la atmósfera.

"No hay evidencias"

No pudimos verificar esas pruebas de manera independiente y no sabemos qué hay detrás de esos resultados. Pero lo que está claro es que los científicos descartan que los gobiernos estén rociando la atmósfera con químicos alrededor del globo.

En 2016, un estudio del Instituto Carnegie para la Ciencia y la Universidad de California Irvine consultó a 77 científicos dedicados a temas de la atmósfera y la geoquímica. Todos con excepción de uno -es decir el 98,7%- dijeron que no hay evidencias de una conspiración.

El único que estuvo en desacuerdo midió niveles inusualmente altos de bario atmosférico en una zona remota con bajos niveles de bario en el suelo. Pero concluir por ese solo resultado que nos están rociando de manera secreta con químicos requiere de un gran salto de fe.

"Nuestro objetivo no es convencer a quienes ya creen que hay un programa de rociado secreto a gran escala y que suelen rechazar cualquier evidencia contraria como prueba de sus teorías", escribieron los autores del estudio.

"Más bien queremos establecer una fuente científica objetiva que pueda informar el discurso público".

Los creyentes en "estelas químicas" no se dejan persuadir.

"Hay un largo historial en todos los países de científicos que creen cosas que luego nos damos cuenta de que eran falsas", señala Russ. "Se requiere de alguien muy inusual y valiente que se anime a ir contra la corriente", agrega.

"Ya sea que la gente escuche o no es tema suyo. Pero en lo que a mí consta, esto está sucediendo".


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