Frank Arentz es un adolescente británico de 17 años, en forma y atlético, aficionado al rugby.

Nada le hacía sospechar ni a él ni a su familia que durante cualquiera de sus habituales partidos y entrenamientos podría haber perdido la vida en el campo.

Hace un año que descubrió que tiene una enfermedad del corazón que le habría podido causar un paro cardiaco en cualquier momento de sobresfuerzo.

Fue por casualidad, tras un chequeo voluntario de salud, cuando la organización británica sin ánimo de lucro Cardial Risk in The Young visitó su colegio.

Esta organización quiere concientizar a la juventud sobre las enfermedades de corazón sin detectar.

Ni Frank ni su familia se lo esperaban; de hecho, el joven había jugado un partido el sábado anterior y se aprestaba a disputar otro el mismo día en que fue citado en un hospital para recibir el diagnóstico.

"Ya has jugado tu último partido de rugby"

Su miocardiopatía hipertrófica puso a Frank de repente en una situación de riesgo tan seria que su cardiólogo ni siquiera le permitió jugar un último gran partido de despedida.

"Le dijo "no, de ninguna manera, ya has jugado tu último partido de rugby". Y ahí fue cuando nos dimos cuenta de lo grave que era", le dijo su madre, Hannah Arentz, a la BBC.

"O estás bien o te mueres. En esto no hay ningún tipo de preaviso", añadió la mamá.

Otros jóvenes, en cambio, no tienen la suerte de detectar la enfermedad a tiempo.

En Reino Unido 600 personas de menos de 35 años mueren cada año por problemas cardíacos sin diagnosticar.

Por lo general se trata de deportistas que tienen, en apariencia, un buen estado físico. Ese fue el caso del futbolista Daniel Wilkinson, de 24 años, quien murió en 2016 tras colapsar en el campo de juego.

Según la Fundación Española del Corazón la miocardiopatía hipertrófica es una enfermedad del músculo del corazón que se caracteriza por el aumento del grosor de sus paredes (hipertrofia), que no se debe a causas de fuera del músculo, como la hipertensión arterial o las enfermedades valvulares.

La miocardiopatía hipertrófica afecta a 1 de cada 500 personas, según informa la fundación en su página web, y aunque no puede atribuirse a una causa evidente, es hereditaria en un alto porcentaje de casos.

Muchas veces los pacientes no tienen síntomas y se diagnostican de forma casual por un electrocardiograma o en una exploración rutinaria.

Cuidado hasta al subir escaleras

Ahora Frank sabe que no puede realizar ninguna actividad que le provoque un subidón de adrenalina o que incremente su ritmo cardíaco rápidamente, porque eso podría causarle un paro cardíaco.

Dice que lleva una vida normal pero ha tenido que cambiar algunos hábitos.

"Ha cambiado mi vida en pequeñas cosas que mucha gente no notaría. Pequeñas cosas como subir una escalera me causan un poco de preocupación, siempre pienso que quizás voy demasiado rápido".

"Ahora no pasa un día sin que piense en mi afección cardíaca", cuenta Frank.

Como ya no puede participar en competiciones deportivas ahora se dedica a entrenar a otros.

"Por suerte gracias al diagnóstico temprano somos una familia que no ha sufrido una tragedia. Pero hay muchas familias ahí fuera que no pueden decir lo mismo", dice Hannah tratando de contener las lágrimas.

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