Incertidumbre. Pérdidas. Miedo. En época de coronavirus, y también en otros momentos, la realidad puede agobiarnos, desestabilizarnos.

Pero siempre tenemos un "cable a tierra", y ese refugio es la respiración consciente, según señaló a BBC Mundo Monja Coen, una de las representantes más conocidas del budismo zen japonés en Brasil.

"Coen" es un término japonés que significa "un solo círculo", explica.

Su encuentro con esta práctica se dio tras una larga búsqueda que comenzó con poco más de 20 años, cuando trabajaba como periodista en un diario local.

Para ese entonces ya tenía una hija, fruto de un breve matrimonio cuando era adolescente. Actualmente tiene dos bisnietos.

Su último libro, "Zen para distraídos", recopila algunas de las enseñanzas compartidas en su programa de radio "Momento zen", en el que responde preguntas de los oyentes.


¿Qué es zen en pocas palabras?

Zen es una palabra que viene de la India antigua y quiere decir meditar.

Yo creo que meditar, que es el autonocimiento, es la liberación de la mente humana. Porque si te conoces a ti misma no serás manipulada por nada ni por nadie y podrás elegir.

Esto para mí es importante.

¿Es entonces una forma de encontrarnos a nosotros mismos? ¿A qué esperamos tener acceso a través de la meditación?

A la esencia de la mente humana, a lo que es un ser humano: pensamientos, conexiones neuronales, sentimientos.

No analizo una mente fuera de mí, sino que estoy en un proceso de autoconocimiento que trasciende mi historia personal.

Al principio la gente busca la meditación porque quiere más tranquilidad, dormir mejor, mejores relaciones humanas, pero todo eso son efectos colaterales.

El efecto principal es ese autoconocimiento, y con esto respondes al mundo, en lugar de reaccionar.

¿Cuál es la diferencia entre responder y reaccionar a lo que sucede?

Reacción significa que si alguien me insulta yo lo insulto.

Responder es otra cosa, y es muy parecida a lo que decía Jesús con "dar la otra mejilla", es decir, no reacciones haciendo lo mismo que el otro te está haciendo.

Si te insultan, no necesitas insultar.

Puedes comprender en cambio de dónde viene esa acción, piensas y puedes escoger una respuesta adecuada para cesar el sufrimiento.

En términos bien simples, si alguien nos hiere o insulta, ¿cómo puede la meditación ayudarnos a responder de una forma hábil y no destructiva?

Pongamos un ejemplo. Vives con alguien que pelea todo el tiempo, esa relación sólo va a cambiar cuando tú cambies.

Tú quieres que el otro cambie, pero si esperas que el otro diga algo estás manteniendo el círculo vicioso.

Con la meditación vas a estar presente en ti misma, vas a entender. Vas a decirte, esto es un insulto, pero ¿tiene que ver conmigo?

Puedo preguntarme si debo cambiar algo. Pero no tengo nada de que defenderme porque me conozco, yo sé cuáles son mis partes débiles y fuertes.

Entonces aquello que sería un insulto son palabras en el aire.

Esto sucede en cuestión de segundos, la energía perjudicial que alguien nos lanza con rabia, rencor, celos, es como un rayo de energía.

Tú sientes eso, no puedes negarlo. Te dices a ti misma, 'esto me ofendió', y entonces respiras.

Nosotros trabajamos mucho con la respiración consciente. Porque la respiración emocional es rápida y superficial, pero la respiración consciente es más profunda.

Ahí ves qué puedes hacer para que esta guerra no tenga continuidad, tal vez puedes dialogar con la persona.

Pero yo también tengo mis propios momentos de estupidez, todos los tenemos.

En su libro menciona al maestro zen Thich Nhat Hanh, de otra tradición budista. Él siempre dice que la compasión es la mejor defensa. ¿Cómo ver a quienes nos causan sufrimiento con compasión?

Lo primero es la respiración consciente.

Thich Nhat Hanh enseña mucho también la meditación caminando.

A veces la agresión te deja tan nerviosa que no puedes quedarte sentada, pero puedes caminar haciendo respiración consciente, y de esa forma oxigenas más tu cuerpo y tu cerebro.

El Dalai Lama dice que la compasión a veces no es visceral, no es algo que nos nazca fácilmente.

La compasión tiene que ver con comprender, y esto no significa aceptar.

Por ejemplo, yo comprendo que la persona que hace propaganda neonazi tuvo una educación en su familia que tal vez la llevó a eso.

Sin embargo, no acepto que eso esté bien y manifiesto que estoy en contra.

Pero esa manifestación no viene del odio, no es rabia, porque cuando dejas que te dominen las emociones pierdes la capacidad de diálogo.

Entonces, debes volver a tu postura física, a la respiración consciente para no entrar en esa dinámica de enfrentamientos. Es difícil, y como todo requiere entrenamiento.

La respiración consciente nos da un eje de equilibrio para poder hacer lo que estamos haciendo un poco mejor, no es para sacarnos de la realidad, sino para colocarnos en la realidad más efectivos, más conscientes, más hábiles.

(Al pie de la nota Monja Coen comparte una breve guía de meditación para principiantes).

En su libro también menciona que la meditación nos permite sentir la interconexión con todos los seres vivos?

Estos días hablé con un neurocientífico que me dijo cómo en su disciplina están usando resonancias magnéticas del cerebro para entender qué pasa en el proceso meditativo.

Cuando estamos en meditación profunda el cerebro está muy estimulado, despierto. Meditar no es descansar, como piensan algunas personas, es conocimiento.

En las resonancias se vio que hay dos áreas del cerebro que durante la meditación no están estimuladas, y son las áreas que permiten la separación entre mi yo interno y la realidad a mi alrededor.

O sea que durante la meditación profunda te sientes en conexión, en comunión con todo lo que existe. Todas las formas de vida, todo eres tú, no estás separada de nada.

Yo siempre digo, cada uno de nosotros es el todo manifiesto, todo se manifiesta en cada uno de nosotros.

La gente quiere resolver todo en su vida a nivel de la conciencia más superficial.

Por esto, también usamos lo que se conoce como koans, cuestionamientos que la lógica no consigue alcanzar, para de esa forma trascender la mente lógica y poder adentrarnos en áreas más profundas de nuestra conciencia.

A la hora de comer, usted sugiere en su libro una práctica, inspirada en esa interconexión?

Antes de comer pon el plato delante de ti y piensa, cómo llegaron a mí todos estos alimentos, cada plantita, tantas formas de vida.

No es que vayas a rezar, sino a agradecer no solo por los vegetales sino por quien los plantó, quien los cosechó, los comercializó, la persona que hizo el plato, de qué material es.

En fin, toda la vida en la Tierra está en ese plato de comida, se trata de aprender a observar en profundidad.

¿Qué consejo nos da para sobrellevar estos tiempos de pandemia? Mucha gente habla de la ansiedad generada por la incertidumbre?

Primero quiero decir que tenemos una tristeza colectiva, una preocupación y un miedo colectivos.

Los científicos ya hablaban desde hace años de la posibilidad de virus devastadores y ahora esta aquí.

Hay inestabilidad.

Pero Buda decía que no hay nada seguro en este mundo, nunca hubo.

La idea de seguridad, de estabilidad, es una creación mental nuestra porque el mundo es transformación y movimiento.

Si ahora no tengo seguridad sobre cómo será el mañana, nunca la tuve, era una ilusión.

Nuestra vida es frágil, temporaria y finita. Lo primero es percibir la impermanencia, que no es perjudicial, porque también significa que lo que no está bien puede mejorar.

Tengo que adaptarme a la realidad en la que estamos.

Y además, todo lo que tenemos es este momento, el ahora. No sirve de nada querer que las cosas sean como antes porque la Tierra no para y vuelve hacia atrás.

Tenemos que atravesar esta pandemia que nos atraviesa, nos lastima. Debemos percibir que nuestras tristezas, nuestros lutos son colectivos.

¿Entonces qué podemos hacer?

Yo he dado muchas entrevistas aquí en Brasil y me preguntan siempre qué podemos hacer en estos momentos.

Mi respuesta es: respira, vuelve a la respiración consciente.Cuando estás afligido, ansioso, desesperado, respira, oxigena tu cuerpo y tu mente y ve qué puedes hacer para disminuir el dolor y el sufrimiento.

¿Tienes mucha comida en casa? Coloca una mesita en la calle y ofrece comida para quien precisa. ¿Tienes mucha ropa? Dona a quien precisa ropa y tiene frío.

Este es también un momento del despertar de la conciencia de solidaridad, de percibir que estamos todos en el mismo barco.

Usa este tiempo para meditar, pare reflexionar sobre lo que es esencial en la vida.

Cuando la muerte está cerca tenemos que pensar en qué es esencial, qué he hecho de bueno y qué puedo hacer con el poco tiempo que me queda. Aunque te queden 40 años, porque la vida humana es corta.

¿Qué hago con mi vida? ¿Qué es esencial, fundamental?

Algunos huyen drogándose o bebiendo, todas estas posibilidades están en nosotros. Pero tenemos la capacidad de elegir.

Y la meditación nos puede ayudar a hacer elecciones adecuadas para nuestros propósitos, a tener claridad de conciencia de qué estoy escogiendo, de a dónde me lleva lo que elijo.

La meditación no es un milagro, pero facilita el autoconocimiento y las decisiones adecuadas para las situaciones que estamos viviendo.

Para muchas personas la inestabilidad también tiene que ver con la pérdida de empleo.

Hay muchos empleos que están desapareciendo. Pero también hay otros que están abriéndose.

Ahora todos hacen compras online, si tienes un comercio abre una página en internet, si no puedes abrir tu restaurante haz que el trabajador que atendía las mesas ahora haga entregas a domicilio. Así no perderás a ese funcionario.

El mundo está cambiando y continuará híbrido, aún cuando se vuelva a lo presencial habrá muchas cosas remotas.

Pregúntate, ¿para dónde está yendo el mundo y en qué me especializo para atender las necesidades del mundo? No te quedes lamentándote por lo que perdiste.

Muchas personas también perdieron a seres queridos por el covid.

Cuando alguien muere yo le digo al familiar, no perdiste nada. Tú conviviste con una persona querida, esa persona dejó memorias maravillosas en ti. No la mates de nuevo, ella vive en ti.

Una señora portuguesa me mandó unas fotos. Perdió una tía querida por covid, y fue y compró un ramo de rosas blancas y las lanzó al mar diciendo un Ave María y un Padre Nuestro, porque es católica. Así se despidió.

Encontramos formas de despedirnos de nuestros muertos y de despedirnos de nuestras expectativas.

Porque el luto no es solo por la muerte, el luto puede ser por la pérdida de mi negocio, de una relación en la que la convivencia terminó.

Tienes entonces que rehacer tu vida. Estoy escribiendo ahora un libro con un monje benedictino alemán. Él escribe en Alemania y yo en Brasil y luego la editorial va a juntar todo.

Es un libro precisamente sobre ese redescubrimiento de la existencia, cuando todo en lo que creíamos se acabó desmoronando como un castillo de naipes. Pero podemos hacer otras cosas.

¿Cómo mantiene la sonrisa en estos tiempos no solo de pandemia sino de cambio climático, un tema que preocupa mucho a los jóvenes?

Yo pienso, ¿qué estoy haciendo de mi parte para que el tema se torne visible y haya acciones adecuadas?

Yo escribo, firmo manifiestos, doy entrevistas, participo en redes sociales y me siento parte de una sociedad en transformación.

Esa juventud linda que está llegando ya percibió que nuestra supervivencia humana en el planeta va a depender de acciones humanas. Hay una generación nueva que está llegando y que es muy efectiva, creo en ella.

Las personas tienen que involucrarse más con el calentamiento global, con la desforestación en la Amazonia. Hay muchas especies que están desapareciendo.

¿Será que podemos hacer algo para retardar ese proceso? Va a depender de cada uno de nosotros, y cada uno tiene que hacer su parte, no vale llorar y flagelarse.

Yo tengo bisnietos y quiero que ellos y los hijos y nietos de ellos, que yo nunca voy a ver, tengan una buena vida en el planeta.

Tenemos que movilizarnos. Si no podemos ahora salir a la calle podemos comunicarnos, escribir a los legisladores, lo que sea.

Lo que no podemos es quedarnos quietos.

Un último pensamiento para los lectores en estos tiempos de coronavirus.

Veamos?

Presencia pura, estar completamente presente, despierto a lo que está sucediendo. Y tomar acciones adecuadas que sean beneficiosas para el mayor número de seres.


Monja Coen ofreció esta breve guía de meditación para principiantes

  • Siéntate con el cuerpo un poco adelantado en tu silla, elonga tu columna vertebral. Percibe que estás sentado sobre el hueso isquión, en la parte baja de la cadera. Elongar no es tensionar. Elonga también las cervicales.
  • Si quieres puedes colocar las manos en la posición de mudra cósmico, mano derecha por debajo, la izquierda por encima, formando una elipse, que son los planetas alrededor del Sol. Observa que estamos en el cosmos y el cosmos está en nuestras manos.
  • Y ahora vamos a trabajar la respiración consciente. Primero vas a hacer tres respiraciones profundas. La inspiración es pasiva, el aire apenas entra, no lo fuerzas. Y al entrar percibe que la caja torácica se expande hacia adelante, atrás y los costados. Haz una pausa y suelta el aire tomando el mayor tiempo posible. Al final sentirás una contracción en el abdomen bajo.
  • Hacemos esto tres veces, y ahí podemos cerrar los labios. Colocamos la punta de la lengua atrás de los dientes frontales, tocándolos muy levemente. Y los ojos quedan entreabiertos, posados en lo que está adelante. Y observa cómo estás respirando.
  • Percibe la diferencia en la temperatura del aire que entra y que sale de la nariz, si hay alguna fragancia u olor, la temperatura del cuarto, la luz y la sombra. Oímos los sonidos y los silencios, sentimos en la piel calor o frío y la textura de la ropa, más suave o áspera.
  • Observamos nuestra mente, si hay pensamientos. Comenzamos por esta observación profunda, siempre ligada a nuestro cable a tierra, nuestra respiración consciente. Podemos tener pensamientos, todo eso va a surgir, hasta puedes rotularlos "pensamiento", déjalos pasar.
  • Si hay un pensamiento muy recurrente tal vez es algo sobre lo que debes pensar y ocuparte en algún momento. Pero meditar no es pensar.

  • El observador está presente en la respiración consciente, voy entendiendo qué está sucediendo conmigo. No vas a cambiar de la noche a la mañana, la meditación no es mágica, a través de ella comienzas a percibir, a autoconocerte y a darte cuenta de que puedes mejorar un poco.
  • Puede ser que te lleve años, no tiene la menor importancia. Y también reconoce que eres un ser humano frágil. "Me enojo con todo el mundo estos días, soy un ser humano, puedo trabajar en esto".
  • Puedes hacer que cada hora suene una campana en tu computador, y cuando la escuchas, para un momento y respira, y luego continúa. Para empezar cinco minutos es suficiente. Luego vas aumentando a a siete, a 10. A mí me resulta muy agradable meditar antes del desayuno.
  • Cinco minutos no van a afectar tu rutina. Solo siéntante respirando y percibiendo como estás. Y luego puedes hacer otros cinco minutos antes del almuerzo. Y antes de tomar un café o un té, y percibe la fragancia. Y puedes hacer otros cinco minutos antes de dormir.
  • Es sólo el comienzo. Puede ser que el cuerpo reclame diciendo, "estoy incómoda", "me duele", "quiero salir de aquí". Debemos entrenarnos, entrenar la mente y el cuerpo.

 

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