Laboratorios Servier, una de las mayores farmacéuticas de Francia, y las autoridades sanitarias de ese país deberán demostrar esta semana que no conocían los riesgos letales de Mediator, un medicamento que se vendió durante décadas como supresor del apetito y que podría haber causado cerca de 2.000 muertes, según peritos judiciales.

El escándalo estalló hace una década, pero las supuestas víctimas han tenido que esperar hasta este lunes para el comienzo de un megajuicio en el que habrá miles de participantes y que se alargará hasta abril de 2020.

De un lado, están la fiscalía y más de 2.500 acusaciones particulares. Del otro, Servier y la Agencia Nacional de Seguridad del Medicamento junto a otras nueve personas jurídicas y 12 físicas, entre las cuales hay empleados de la farmacéutica y una exsenadora.

El proceso también llega cinco años después del fallecimiento del presidente y fundador de la compañía, Jacques Servier, quien era uno de los principales acusados, y de que la firma, que afirma que no conocía los riesgos del medicamento, haya pagado más de 3.000 indemnizaciones.

Los delitos imputados incluyen el de engaño, fraude, tráfico de influencias y lesiones y homicidio.

La compañía no solo se juega una compensación millonaria, sino que también corre el riesgo de ser inhabilitada para el ejercicio de su actividad, según la prensa francesa.

Medicamento para diabéticos

Mediator era el nombre comercial del benfluorex y apareció en el mercado en 1976 como pastillas para tratar el sobrepeso en pacientes con diabetes.

Sin embargo, pronto empezó a ser comercializado también como un supresor del apetito para aquellos que querían adelgazar.

El benfluorex aumenta la sensibilidad de las células a la insulina, de modo que el organismo la utiliza mejor y reduce los niveles de glucosa en la sangre, según explicó la Agencia Europea de Medicamentos (AEM) en un informe de 2010.

Además, actúa sobre el hígado incrementando la producción de glucógeno (la forma en que la glucosa se almacena en el hígado) y reduciendo así la sensación de hambre.

Mediator fue recetado a millones de personas en Francia y otros países de Europa durante décadas. Incluso en 2003, cuando dejó de venderse en España e Italia, Francia continuó permitiendo que los médicos lo recetaran y hasta lo subsidiaba.

Fue Irène Frachon, una neumóloga, quien consiguió que el medicamento fuera retirado del mercado en 2009, dos años después de que alertara por primera vez a las autoridades sanitarias de los posibles efectos dañinos de Mediator.

Frachon había notado que pacientes tratados con Mediator habían sufrido valvulopatías, enfermedades que afectan a las válvulas cardíacas. Algunos fallecieron y otros quedaron con secuelas y discapacidades.

Tras llevar a cabo un estudio que confirmó sus temores, no fue hasta 2009 que estalló el que hoy es uno de los mayores escándalos que el sector farmacéutico francés ha protagonizado.

Más riesgos que beneficios

Al año siguiente, la Agencia Nacional de Seguridad del Medicamento admitió que Mediator guardaba relación con unas 500 muertes.

Ese mismo año, la AEM concluyó que el efecto del benfluorex en el tratamiento de la diabetes era "limitado" y que sus beneficios no eran "mayores que sus riesgos", por lo que recomendó que, tras 33 años de comercialización, el fármaco fuera quitado del mercado.

La farmacéutica admite en su página web que "los efectos adversos asociados al consumo de Mediator han tenido innegablemente graves consecuencias para algunos pacientes y sus seres queridos".

Pero también critica que se haya hecho muchas declaraciones "inaceptables" sobre ella y pide un "juicio justo".

Mientras tanto, muchos se preguntan cómo pudo recetarse un medicamento durante tanto tiempo sin que nadie se diera cuenta de que era dañino.

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