Cuando tenía 9 años, Jófríður Ákadóttir fue castigada por molestar a un elfo. Al menos eso es lo que ella cree.

"Solíamos jugar en un campo entre unos edificios de apartamentos en Reikiavik", me dijo la cantautora islandesa. "Había una roca grande y estábamos seguros de que era una roca elfa. Un día, logré subir arriba de la piedra. Mis amigos me advirtieron que no debía molestar a los elfos. Cuando salté hacia abajo me mordí el interior de la boca y empecé a sangrar. Corrí a casa llorando, y nunca volví a tocar esa roca".

La historia de Ákadóttir no es única. Islandia es un país plagado de historias de elfos (criaturas pequeñas parecidas a los humanos con orejas puntiagudas) o "gente oculta" (seres interdimensionales parecidos a los humanos, llamados huldufólk en islandés) y de hadas.

Se cree que son criaturas pacíficas, que coexisten con los humanos y se dedican a las mismas actividades cotidianas, como la pesca, la agricultura, la crianza de familias y, en ocasiones, ayudan a los humanos que de otra forma morirían sin su intervención.

Según un estudio realizado en 2007 por la Universidad de Islandia, aproximadamente el 62% de la nación cree en la existencia de estos seres.

Sin embargo, esta estadística abarca tanto a verdaderos creyentes como a los agnósticos que se inclinan hacia el rango del "¿por qué no?" del espectro.

Escuela de elfos

Sigtryggur Baldursson, de Reikiavik, es uno de los "agnósticos". Pero la historia de su abuela, paciente de cáncer terminal, y su recuperación hace que realmente se pregunte si los huldufólk son más que fantasías.

"Una noche, mi madre se despertó y vio a una enfermera y dos médicos entrar a la habitación para tratar a mi abuela", recuerda. "Uno de los médicos dijo: 'Bueno, creo que esto va a estar bien'. Luego mi madre le preguntó a mi abuela: '¿Hablaste con los médicos anoche?'. La abuela dijo '¿Qué médicos? No han venido médicos aquí'. Después de esto, tuvo una recuperación milagrosa".

Magnús Skarphéðinsson dirige la única Elfschool (Escuela Elfa) de Reikiavik, una extensión de la Fundación Paranormal de Islandia que introduce a los viajeros al tema de las criaturas mágicas.

Skarphéðinsson ha entrevistado a más de 900 islandeses que aseguran haber conocido a un elfo.

Este número incluye a 75 que afirman haberse hecho amigos, y 35 que afirman haber sido invitados a hogares de elfos.

Islandia, argumenta Skarphéðinsson, ha estado especialmente abierta a ideas no tradicionales, por lo que es un lugar seguro para que los elfos se manifiesten.

"Pero la Ilustración tuvo un precio terrible", dijo en una reciente clase sobre elfos. "Mató la fe. Mucha gente cree en los elfos en Islandia porque estábamos aislados. La Ilustración llegó a Islandia en 1941 cuando el ejército estadounidense ocupó el país. Entonces comenzó a borrar a los elfos".

Coexistencia

La creencia en los elfos convive con el ateísmo o la religión tradicional.

Skarphéðinsson cuenta historias de sacerdotes islandeses que bautizan a niños huldufólk, y el manual de cuentos de hadas de Islandia que entrega a la clase cuenta la historia de la Elfchurch de Tungustapi, sobre un humano que descubre una iglesia elfa.

"El pensamiento mágico es en realidad una ventaja para los humanos", explica la terapeuta Pam Shaffer. "Creer en elfos o huldufólk puede expandir tu visión del mundo, tus horizontes, hacerte más abierto y flexible".

Es difícil determinar cuántos islandeses creen verdaderamente en los elfos.

Ciertamente, la creencia se ha vinculado con el turismo creciente que llega al país.

Estos personajes son un souvenir popular y los "videntes" ofrecen a los turistas caminatas para avistar elfos.

Protestas

En 2013, un grupo liderado por Ragnhildur Jónsdóttir protestó contra el proyecto de una carretera que iba a cortar las casas de una comunidad huldufólk ubicada en un campo de lava (se cree que los elfos viven dentro de rocas grandes ubicadas en playas y campos de lava, que, según Skarphéðinsson, son más estables entre dimensiones).

La construcción se detuvo mientras el gobierno buscaba una solución amistosa.

G Pétur Matthíasson, jefe de comunicación de la Administración de Carreteras y Costas de Islandia, ve el cambio de planes como una decisión práctica.

"Vemos las rocas, no a través de la creencia en los elfos, sino creyendo que los elfos son parte de nuestra herencia cultural. Decidimos que como podíamos mover (la carretera), trataríamos de hacerlo", explicó.

Ciertamente, en una población de alrededor de 340.000 personas, tener en cuenta las creencias y valores de tu vecino es importante para mantener la paz.

En el suburbio de Hafnarfjörður, en Reikiavik, por ejemplo, los santuarios elfos y las rocas de lava salpican los patios de las casas.

Incluso hay una gran piedra "elfa" en el patio de una parroquia de la Iglesia nacional islandesa, y en varios lugares hay carteles que indican la presencia de los elfos.

Preguntas sin respuesta

Michael Nawrocki, codirector estadounidense del próximo documental "Islandia: la historia de una creencia", fue por primera vez al país en 2016.

"Digamos que quieres poner una tina caliente en una formación rocosa en tu patio trasero que ha sido designada como roca elfa, y comienzas a romper esa roca elfa. Tu vecino sale y te dice: '¿Qué estás haciendo? ¡Eso es una roca elfa!''', dijo, relatando una de las historias que descubrió mientras filmaba. "Alrededor del 80, 90% de los islandeses dejarían (la roca) ahí".

Skarphéðinsson, de la Escuela Elfa, considera su creencia como una oportunidad para aplicar la ciencia y la razón, y acepta el hecho de que nadie obtendrá todas las respuestas.

"No sabemos por qué estas criaturas se mueven entre dimensiones", dice. "La única manera de encontrar información es hablar con todos los testigos posibles y preguntarles en detalle ¿qué aspecto tienen los elfos?, ¿qué llevan puesto?, ¿cuál es su opinión sobre Dios y la eternidad?, ¿por qué están aquí?".

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