"¿Ya duerme en su propia habitación?".

Esta es una pregunta frecuente dirigida a los nuevos padres en los primeros meses de convivencia con un recién nacido.

Pero dormir separados de los bebés es una práctica relativamente reciente y no una que se extienda por todo el mundo.

En otras culturas, compartir una habitación y, a veces, una cama, con el bebé es la norma.

Este no es el único aspecto de la nueva paternidad que los occidentales hacen de manera diferente.

Tomar siestas en un horario determinado, entrenamientos para dormir o empujar a los hijos en cochecitos podrían considerarse prácticas estándar de crianza, pero esto no siempre fue así, ni sucede en otras partes del mundo.

Habitación compartida

En Estados Unidos y Reino Unido se recomienda a los padres que hagan dormir a sus bebés en la misma habitación que ellos durante al menos los primeros seis meses, pero muchos ven esto como el camino a la sobreprotección.

En la mayoría de las demás sociedades del mundo, los bebés permanecen más tiempo con sus padres.

Un estudio de 2016 que analizó la investigación sobre niños que comparten no solo una habitación sino la cama con uno o más de sus padres encontró una alta prevalencia de esta práctica en muchos países asiáticos.

Más del 70% en India e Indonesia, por ejemplo, y más del 80% en Sri Lanka y Vietnam.

La investigación sobre las tasas de uso compartido de camas en países de África es irregular, pero donde existe sugiere que la práctica es casi universal.

Debmita Dutta, médica y consultora de padres en Bangalore, India, dice que a pesar de las influencias occidentales, compartir la cama sigue siendo una fuerte tradición en el país, incluso en los hogares donde los niños tienen sus propias habitaciones.

"Una familia de cuatro personas tiene tres dormitorios, uno para cada niño y para los padres. Pero luego encuentras a ambos niños en la cama de los padres", dice. "Es así de común".

Compartir la cama es una forma de reducir la carga de que los bebés se despierten por la noche, afirma Dutta.

Su propia hija tenía una cama plegable junto a la de sus padres en la que podía dormir hasta los 7 años.

"Incluso después de que dejó de amamantar, todavía le gustaba dormir con nosotros en la misma habitación", describe.

En cambio, muchos padres en las sociedades occidentales recurren a métodos de entrenamiento del sueño, cuya versión más extrema implica dejar a un bebé solo para "llorar", en un esfuerzo por alentar a sus bebés a dormir por períodos más largos para que sus padres puedan alcanzar el descanso tan necesario.

En Australia, incluso hay escuelas residenciales del sueño financiadas por el estado en las que los padres pueden registrarse para entrenar a sus hijos a dormir.

Fomentar la independencia temprana se alinea con un enfoque cultural occidental típico sobre el individualismo. Por esa razón, para algunos, compartir la cama puede parecer como ceder ante el hijo y alentarlo a seguir dependiendo de los padres.

Pero los padres con una mentalidad más colectivista, como Dutta, generalmente no lo ven de esa manera.

"Les das algo de confianza en sí mismos y algo de independencia, se separarán de ti por sí mismos. No se quedarán contigo para siempre", afirma.

Cama compartida

Los factores culturales afectan no solo el lugar donde duermen los bebés, sino también cuándo y cuánto duermen.

Una investigación realizada por Jun Kohyama, director ejecutivo del Centro Médico Urayasu Ichikawa de Tokio y sus colegas, encontró que los bebés en Japón tienden a tomar menos siestas que los de otros países asiáticos una vez que alcanzan los tres meses de edad

Según Kohyama, esto sucede, posiblemente, porque "dormir es considerada una actitud perezosa en Japón".

Kohyama también descubrió que los niños en los países asiáticos tienden a acostarse más tarde que en Occidente y piensa que los padres que quieren pasar tiempo con sus hijos por las noches son en parte culpables.

Compartir la cama, la norma cultural en Japón, también podría ser un factor. "Los padres sienten que su bebé es parte de su propio cuerpo", analiza.

Muerte súbita

Al igual que en Reino Unido, la Academia Estadounidense de Pediatras aconseja a los padres que compartan la habitación con su bebé para reducir el riesgo de síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL)

Sin embargo, advierte contra compartir la misma cama porque esto se ha asociado con un mayor riesgo de SMSL.

Pero Rashmi Das, profesora de pediatría en el Instituto de Ciencias Médicas de India en Bhubaneswar y autora de una revisión sobre la seguridad del uso compartido de la cama, dice que la falta de investigación de calidad sobre el tema hace que sea difícil decir si compartir la cama en sí aumenta el riesgo de SMSL en ausencia de otros factores de riesgo como fumar y beber.

"No podemos asegurar que si compartir la cama en realidad aumenta el riesgo de SMSL", asegura Das.

Los estudios sobre el tema provienen principalmente de países de altos ingresos, donde el uso compartido de la cama es menos común.

Pero los países de bajos ingresos, donde compartir la cama es algo tradicional, también tienen algunas de las tasas de SMSL más bajas del mundo.

Sin embargo, esto no parece ser una simple cuestión de geografía.

Cuando alguien que vive en Occidente ha importado sus prácticas culturales de otro lugar, también trae consigo el menor riesgo de SMSL.

Las familias de origen paquistaní que viven en Reino Unido, por ejemplo, tienen un riesgo menor de SMSL que las familias británicas blancas, a pesar de que las madres suelen compartir la cama con su bebé.

"Son las prácticas culturales las que están asociadas con el bajo SMSL", afirma Helen Ball, profesora de antropología en la Universidad de Durham y directora del Laboratorio de Sueño para Padres e Infantes de la universidad.

Las madres de origen paquistaní en Bradford tienen tasas más altas de lactancia materna y es menos probable que fumen, beban y pongan a dormir a su bebé en una habitación separada, factores que se sabe reducen el riesgo de SMSL.

Rashmi Das dice que le gustaría que se fomentara el uso compartido de la cama, pero "con una advertencia: las personas que comparten la cama con el bebé no deben fumar, no deben tomar alcohol y no deben ser muy obesas".

La organización benéfica británica para la prevención del SMSL The Lullaby Trust ofrece consejos para los padres que desean hacer de su cama una superficie segura para dormir para su bebé.

¿Cargar al bebé o llevarlo en cochecito?

Así como compartir la cama mantiene a los bebés cerca durante la noche, cargar al bebé proporciona una manera de mantenerlos cerca durante el día mientras los padres hacen los mandados o trabajan en la casa.

Más que una nueva tendencia, llevar a los niños en un cabestrillo o un portabebé es algo que los humanos hemos hecho desde que existimos.

Solo cuando los cochecitos se hicieron populares durante la era victoriana, los portabebés tradicionales se volvieron menos comunes entre algunos sectores de la sociedad occidental.

En el resto del mundo, aparentemente hay muchas formas diferentes de llevar a un bebé como culturas en las que se cargan a los bebés.

Incluso los padres que no usan un cabestrillo probablemente habrán notado el efecto calmante instantáneo de levantar a su bebé y moverse con él.

"Saben intuitivamente que este tipo de movimiento rítmico, entre 1 y 2 hercios (que equivale a 1 ciclo por segundo), tiene cierto poder para calmar a un bebé", afirma Kumi Kuroda del Centro Riken de Ciencias del Cerebro en Japón.

Kuroda comenzó a investigar los efectos fisiológicos de cargar bebés cuando vio que investigaciones anteriores, que usaban diarios de padres en lugar de mediciones fisiológicas en tiempo real, no encontraron ninguna correlación entre la cantidad de tiempo que los bebés fueron cargados y la cantidad de llanto.

"No podría estar de acuerdo con eso", asegura.

Su investigación descubrió que cargar a un bebé reducía su ritmo cardíaco y sus movimientos, así como cuánto lloraban.

Ella dice que investigaciones posteriores encontraron que el movimiento del bebé sin sostenerlo, como transportarlo en un cochecito o asiento de seguridad, así como sostenerlo sin moverse, también calma al bebé con el tiempo, pero que funcionan más rápido en combinación.

El contacto cercano, día y noche, es lo que esperan los bebés, biológicamente hablando. En sus primeros meses necesitan ser alimentados con frecuencia durante todo el día.

Incluso cuando el ritmo circadiano de un bebé se desarrolla y su sueño comienza a consolidarse durante las horas nocturnas, es normal despertarse durante la noche al menos en el primer año de vida.

"La biología de los bebés no ha cambiado drásticamente durante cientos o miles de años", dice Helen Ball.

"Pero nuestra cultura, nuestras expectativas sobre los bebés y la crianza de los hijos sí se han alterado drásticamente en el transcurso de algunas décadas", añade.

El mito de dormir toda la noche

La idea de que despertarse por la noche es normal no es el mensaje que los nuevos padres occidentales reciben de la familia, los amigos y la cultura en general.

"En cierto modo, hemos desarrollado este mito cultural de que los bebés no deben despertarse por la noche", advierte Ball.

Ese mito tiene consecuencias. La alteración del sueño en la primera etapa de la paternidad se ha asociado con la depresión posparto.

Pero Ball dice que tratar de "arreglar" el sueño de un bebé no es llegar al meollo del problema. Lo es, en cambio, apoyar a los padres directamente y es más probable que así mejore su salud mental.

"Los padres que están deprimidos experimentan la interrupción del sueño de su bebé peor que los padres que no lo están", afirma.

"Nuestro argumento es que, en realidad, tenemos que arreglar lo que está pasando en la cabeza de los padres, tenemos que apoyarlos para que piensen en todo esto de una manera diferente", agrega.

Para eso, ella armó una guía con información para el sueño del bebé (Basis, en inglés) para brindarles a los nuevos padres datos precisos sobre cómo ayudar a dormir al recién llegado.

La idea de que los bebés mayores "deberían" poder dormir toda la noche proviene de una investigación de la década de 1950 que encontró que, de un grupo de 160 bebés que vivían en Londres, el 70% comenzó a "dormir de corrido toda la noche" a los tres meses de edad.

Pero los investigadores definieron "dormir de corrido" como no despertar a sus padres llorando o quejándose entre las horas de la medianoche y las 5 de la mañana -lejos del período ininterrumpido de ocho horas que muchos nuevos padres anhelan- y no si los bebés estaban realmente dormidos durante ese período.

En cualquier caso, el 30% de los bebés no habían comenzado a dormir períodos más prolongados a esa edad y la mitad de los bebés que estaban "durmiendo de corrido" volvieron a despertarse más por la noche durante el primer año.

Incluso hoy en día, gran parte de la investigación sobre el sueño infantil solo analiza un subconjunto específico de la población mundial.

"Gran parte de los estudios de las últimas décadas se ha realizado en bebés occidentales", dice Ball.

Si bien es cierto que existen diferencias entre culturas en lo que respecta a cómo cuidamos a los bebés, también existen muchas diferencias dentro de ellas.

No todos en Occidente creen que lo ideal es que un bebé duerma en su propia habitación. En un estudio, por ejemplo, los padres italianos lo llamaron "cruel".

Las circunstancias personales juegan un papel importante en la forma en que las personas cuidan a sus bebés y cada padre encuentra su propia manera particular de hacer las cosas.

"Todas las familias son diferentes, por lo que una amplia diversidad está bien", considera Kuroda.

Por su parte, Kuroda asegura que compartió la cama con sus cuatro hijos como una forma de adaptarse a estar lejos de ellos durante el día.

"Trabajo a tiempo completo y si me separo toda la noche es realmente un tiempo mínimo para el bebé, pero podemos comunicarnos intensamente incluso por la noche. Es una comunicación real y un tiempo juntos", detalla.

Pero ella dice que, al igual que con todas las opciones de crianza, las personas deberían encontrar lo que funciona para ellos y su bebé, en lugar de preocuparse demasiado por lo que los demás están haciendo.

"Creo que el padre o madre y el bebé puede adaptarse el uno al otro. Es como un tango", compara.

La clave para pensar fuera de la tradición occidental podría ser recordar que los bebés no intentan manipularnos, por muy tentador que sea verlo así, a las 3 de la mañana.

"Lo que realmente necesitamos con los bebés es dejar de pensar en ellos como jefes difíciles de complacer", dice Dutta.

"Son pequeños seres indefensos que han venido a este mundo y debemos mirarlos con empatía y compasión", concluye.

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