A los 15 años Grace* ya sabe que no quiere tener hijos y lamenta que su madre no haya tomado la misma decisión.

Ambas padecen una forma severa de síndrome premenstrual (SPM) que provoca ansiedad, ira, psicosis y un enorme dolor físico que en algunos casos llega a inhabilitarte.

"Mi madre me ha pasado algo con lo que tendré que lidiar durante los próximos 40 años", le cuenta esta adolescente a la BBC.

Ella quiere ser la tercera generación de su familia en someterse a una histerectomía, la extirpación del útero. Pero no quiere esperar a tener 30 o 40 años. Quiere hacerlo ahora.

Problemas psíquicos

Desde que empezó a tener el periodo, la ansiedad de Grace ha ido a peor. Se siente "triste, enojada y agotada" con frecuencia.

Ir al colegio es un horror.

"En la escuela no puedo concentrarme cuando está por venirme la regla, y cuando me enojo siento que nadie me entiende. Nadie más parece estar pasando por esto. Me siento tan aislada", confiesa.

Sus periodos pueden durar casi todo el mes y a veces son tan intensos que muchas veces tiene que cambiarse la toalla sanitaria en medio de la clase.

"A los 20 minutos [de cambiarme] todo está empapado de nuevo".

Pero lo peor no es siquiera la sangre. Lo peor es la vergüenza y la humillación que siente después de haber sufrido una crisis de ansiedad o un arrebato violento.

"Siento que me he decepcionado a mí misma, me dan ganas de llorar y me quedo avergonzada, casi traumatizada", asegura.

¿Solución?

Su médico de cabecera le recetó la píldora anticonceptiva cuando tenía 13 años pero contenía una dosis alta de progesterona sintética que le provocaba ataques de rabia.

"Hizo que la vida de todos fuera horrible", recuerda Grace.

Un día su hermano, que por entonces tenía de cinco años, la vio gritar y gritar y la vio golpear a su madre antes de encerrarse en la despensa.

"Espero que no lo recuerde", cuenta Elizabeth*, la madre de Grace. "Daba miedo, daba mucho miedo" recuerda mientras evoca el episodio que ocurrió cuando la familia almorzaba junta y se le pidió a la menor que moviera un poco su asiento.

El problema resultó ser que la progesterona que le había recetado el doctor es una hormona esteroide a la que Grace resultó ser hipersensible.

Al psiquiátrico

Acudieron entonces a un psiquiatra que le recetó antipsicóticos con la intención de calmarla un poco "y hacer que toda la familia pudiese pasar las navidades tranquilamente", asegura Elizabeth.

Pero todo salió mal.

A 27 de diciembre la madre de la joven habló con el psiquiatra para ingresarla en una clínica.

"No porque no la quisiéramos, sino para que todo el mundo estuviera a salvo", defiende la madre que siempre sospechó que los problemas de su hija tenían que ver con su ciclo menstrual.

Fue cuando escuchó hablar en la radio de los síntomas del síndrome premenstrual que se dio cuenta de que todo encajaba.

Algo de paz

Finalmente encontró un médico especializado en tratamientos hormonales para el SPM y ahora Grace está siguiendo una terapia con hormonas más naturales, químicamente idénticas a las que produce el cuerpo humano.

Esta terapia parece estar ayudando a la joven pero no es la solución definitiva y ella sigue queriendo que le extirpen el útero.

El problema es que ningún médico acepta su caso creyendo que cambiará de opinión y se arrepentirá con los años.

Pero Grace no lo ve de esa manera: "No quiero tener hijos porque no quiero que lidien con lo que estoy pasando yo", afirma mientras confiesa que su único deseo es acabar de una vez por todas con el dolor.

Elizabeth entiende a su hija. Pasó por lo mismo que ella cuando tenía su edad y pensó varias veces en suicidarse. Finalmente, a los 42 años, se sometió a una histerectomía.


*Los nombres son ficticios para proteger la identidad de las personas que han dado su testimonio.

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