Hasta ahora no se trataba de una enfermedad de significativa presencia en Europa, pero el aumento vertiginoso de casos esta temporada encendió las alarmas.

Las autoridades europeas monitorean de cerca el dramático incremento de personas afectadas en sus países por la fiebre del Nilo Occidental, en lo que ya es considerado el brote más mortífero de este virus en la región durante los últimos años.

Según datos del Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés), esta fiebre generalmente transmitida a personas por mosquitos ya causó en lo que va de año 115 muertes y afectó a 1.505 personas.

Italia, con 35 víctimas mortales, es el país donde la fiebre del Nilo está siendo más letal. Le siguen Serbia con 29 fallecidos, Rumanía (25), Grecia (24), Hungría (1) y Kosovo (1).

En comparación con 2017, los fallecidos son ya cuatro veces más que los 26 contabilizados entonces. El de infectados, por su parte, se multiplicó por cinco desde los 288 reportados el año pasado.

Ya a finales de agosto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó que el número de casos en países del sur y centro de Europa estaba creciendo "pronunciadamente" respecto a años anteriores y el ECDC lo calificó de "aumento dramático".

¿Por qué este aumento?

Expertos apuntan a las condiciones climáticas como causa principal del repunte de casos y del temprano inicio de la temporada de transmisión, que normalmente tiene lugar de junio a noviembre.

"La temporada de este año se ha caracterizado por altas temperaturas y períodos de lluvias prolongados, seguidos de un clima seco. Dichas condiciones climáticas han propiciado la reproducción y propagación del mosquito que transmite el virus", indicó en un comunicado la Oficina Regional para Europa de la OMS.

De hecho, especialistas en salud y cambio climático alertaron del peligro que el recalentamiento global representa para la salud pública en Europa, ya que una mayor temperatura puede propiciar la llegada de vectores tropicales que propaguen enfermedades poco comunes en esta región tradicionalmente más fría.

Según Jan Semenza, director de Evaluación de la Sección Científica del ECDC, "a temperaturas más altas, los mosquitos se reproducen más rápido. Todo se acelera y se obtiene una mayor rotación, mayores poblaciones de mosquitos y un creciente potencial epidémico de virus ".

"Todos estamos un poco desconcertados acerca de qué tan rápido están por venir estos cambios . Estamos viendo más y más de estos episodios climáticos extremos", le dijo al diario británico The Guardian.

Según expertos, esta nueva situación podría también aumentar el riesgo de transmisión en Europa de otras enfermedades transmitidas por mosquitos como el dengue, zika o chikungunya.

Pero además de las condiciones climáticas, también hay otros factores como el aumento del turismo y de los viajes internacionales que pueden acercar enfermedades tropicales a zonas habitualmente libres de ellas.

"Lo que significa en términos de salud pública es que debemos preocuparnos más por la seguridad de la sangre. Si alguien regresa del extranjero a Europa y tiene un virus en la sangre, el mosquito puede picarle, tomar el patógeno y luego picar a alguien más ", declaró Semenza.

¿Cómo protegerse?

El virus de la fiebre del Nilo Occidental, del que no existe vacuna para los humanos, se transmite a las personas principalmente por la picadura de mosquitos infectados tras haber picado a aves con este virus.

El virus se aisló por primera vez en 1937 de una mujer del distrito del Nilo Occidental en Uganda. Actualmente se encuentra principalmente en África, Europa, Oriente Medio, América del Norte y Asia occidental.

Aunque puede causar una enfermedad mortal del sistema nervioso, casi el 80% de las personas infectadas no presentan síntomas, según la OMS.

Estos pueden ser fiebre, dolores de cabeza, cansancio, dolores en el cuerpo, náuseas, vómitos y, a veces, erupciones cutáneas en el tronco y agrandamiento de los ganglios linfáticos.

La OMS calcula que una de cada 150 personas infectadas llega a padecer una afección más grave, que puede desembocar en temblores, convulsiones, parálisis o coma.

Esta puede presentarse en personas de cualquier edad, si bien los mayores de 50 años y las personas con inmunodeficiencia (por ejemplo, pacientes que han recibido trasplantes) tienen mayor riesgo.

Al no existir vacuna, las medidas de prevención son las habituales para protegerse de los mosquitos: usar repelentes, mosquiteros y ropas claras y de manga larga.

También se recomienda no estar al aire libre en horas en que los mosquitos pican más (al amanecer y al anochecer) y descartar los recipientes donde se puede acumular agua y convertirse en criaderos de mosquitos.

En el caso de contacto con animales enfermos, se deben usar guantes y ropas protectoras cuando se manipulan, así como durante las operaciones de matanza de animales.

Además, en las zonas afectadas por los brotes se deben implementar análisis adicionales para los donantes de sangre u órganos para evitar nuevos casos de infección.

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