"Para no olvidarme de lo que fui, mi patria y mi guitarra las llevo en mí; la una es fuerte y es fiel, la otra un papel", canta el legendario Joan Manuel Serrat en clásico tema "Vagabundear".

Ese "papel" es tal vez uno de los documentos más valiosos, complejos y determinantes de la identidad nacional de quien lo posee: el pasaporte.

Y en Reino Unido, muchos están celebrando que, después de casi 30 años, los pasaportes británicos dejarán de tener el color vino tinto empleado por la mayoría de los países miembros de la Unión Europea para volver a ser de color azul.

La decisión anunciada por el ministerio del Interior se hará efectiva una vez que el país abandone la Unión Europea, y para muchos es un ejemplo de la recuperación de soberanía que permitirá el Brexit.

Pero la verdad es que la UE jamás obligó a Reino Unido a adoptar el color rojo. Y las autoridades británicas tampoco tendrán mucho margen de maniobra en lo que se refiere a los futuros documentos.

La razón: hoy en día todos los pasaportes tienen que ajustarse a unos estrictos parámetros de diseño y seguridad dictaminados por una autoridad específica que, básicamente, los hacen a todos muy parecidos.

Sofisticada seguridad

Estos parámetros son impuestos por la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), un organismo de la ONU, a los 193 países miembros y 6 territorios reconocidos.

Según la OACI, el documento debe tener forma de libreta, con dimensiones de 125 mm x 88 mm y al menos ocho páginas más la página con los datos del portador.

La información en esa página de datos debe encontrarse en lugares y zonas específicas que permiten su lectura electrónica.

Además, la OACI ordena varias características de seguridad en el documento para evitar falsificaciones y fraude. Y con los años, estos se han vuelto cada vez más sofisticados.

Las mismas incluyen hologramas que se iluminan bajo la luz ultravioleta, un chip electrónico que tiene toda la información del portador y tinta óptica variable que cambia de color bajo diferentes fuetes de luz y patrones.

Pero además se insta a las autoridades emisoras que incluyan cuantas características de seguridad puedan, para hacer más difícil su reproducción ilegal.

Aquí es donde muchos países añaden distintivos autóctonos en las páginas interiores con figuras y patrones en relieve.

La mayoría de países entran en acuerdos comerciales con empresas especializadas y autorizadas -muy contadas- para la producción de los pasaportes.

En ese sentido, la parlamentaria laborista británica Mary Creagh ya criticó el cambio de color del documento declarando que "no vale" los aproximadamente US$70.000 millones que "desplomarán la economía".

Lo que los ciudadanos británicos tendrán que considerar cuando se empiece a emitir el pasaporte azul, poco después de marzo de 2019, es cómo le afectará su paso por inmigración en otros países.

Es posible que tengan que pasarse a las colas más largas, como el diálogo que sostuvo consigo mismo el escritor satírico de televisión, John O'Farrell en Twitter:

"¿Que hace este nuevo pasaporte?

"Es azul.

"¿Puedo usarlo para viajar libremente y trabajar en 26 países vecinos?

"No pero, mira, es azul".

El significado de un color

Las razones de Croacia de no adoptar el vino tinto -una variante del color rojo- pudieron estar basadas en una decisión política, una de las tantas razones que determinan el color de ese documento, según Hrant Boghossian, vicepresidente de la firma que administra el sitio interactivo de datos de pasaporte, Passport Index.

Hay cuatro colores básicos de pasaportes. Rojo, verde, azul y negro. Pero hay infinitos tonos y variedades.

Qué color escogen los países tiene que ver con "varios escenarios" ya sean políticos, geográficos, históricos o religiosos, comentó Boghossian, a la revista Business Insider.

La Unión Europea escogió el vino tinto, pero algunos lo asocian con el rojo comunista, señaló el funcionario de Passport Index.

El azul está generalmente asociado con el Nuevo Mundo, como se ve en los pasaportes de Estados Unidos, Canadá, países de Centro América, Argentina y Venezuela entre muchos otros.

Los de Israel, Irak, Siria y Corea del Norte también son azules.

El color también puede estar vinculado a la fe, por lo cual los países musulmanes tienen portadas verdes, el color asociado con Mahoma.

Otros países quieren destacar aún más su nacionalismo, como Suiza, cuyo color de pasaporte es un rojo vibrante que asemeja su bandera.

Los colores muchas veces facilitan a los agentes fronterizos seleccionar a qué fila enviar a los viajeros que pasan por inmigración. Una selección que puede ser considerada como cómoda por unos y discriminadora por otros.

Cuando Colombia atravesaba una difícil situación de violencia y narcotráfico, su pasaporte verde era una señal de alerta en los puestos de inmigración y aduanas. Así que, en 1992, decidieron cambiarlo a color vino tinto con la esperanza de hacerle la vida más fácil a sus ciudadanos cuando viajaban.

El cambio positivo tal vez no fue tanto el cambio de color sin los positivos pasos que ha dado el país en la recuperación de su orden público.

"Símbolo poderoso"

En el caso británico, el ministro de Inmigración, Brandon Lewis, dijo estar encantado de regresar al "icónico" diseño de azul y letras doradas que entró en vigencia hace casi 100 años.

Los que apoyaron la salida de Reino Unido de la UE, aprovecharon el momento para jactarse de la decisión.

"En el referendo de 2016, queríamos nuestros pasaportes de vuelta. ¡Ahora los tenemos de vuelta!", exclamó Nigel Farage, exlíder del partido nacionalista UKIP, uno de los más vociferantes partidarios del Brexit.

Y la medida ha revivido la división ideológica que existe en la sociedad británica en torno a su inminente salida de la UE.

Aunque lo cierto es que la Unión Europea nunca tuvo la potestad de obligar a Reino Unidos a cambiar el color de su pasaporte.

Londres desechó el pasaporte azul por voluntad propia en los años 80 cuando los miembros de la entonces Comunidad Económica Europea quisieron armonizar el diseño para facilitarle la vida a los viajeros y funcionarios fronterizos.

Así que los burócratas en Bruselas nunca forzaron a los británicos a adoptar el vino tinto.

Bien lo pudieron haber rechazado entonces, como lo hizo Croacia, que retuvo su pasaporte azul después de entrar en al UE, en 2013.

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