Es una de las celebraciones más emblemáticas y conocidas de México, esa en la que se festeja el retorno temporal de familiares y seres queridos fallecidos.

Los eventos en torno al Día de Muertos cada 1 y 2 de noviembre, patrimonio cultural inmaterial según la Unesco, combina elementos de la cultura prehispánica y la religión católica.

Con el tiempo ha generado expresiones populares que han hecho de esta época del año una de las más especiales en un país donde la muerte se vive de una manera única.

BBC Mundo repasa algunos elementos sobre el Día de Muertos a la mexicana.

¿Por qué se celebra la muerte?

El origen de la celebración es anterior a la llegada de los españoles. Ya en la era prehispánica se tenía la práctica de conservar los cráneos de los difuntos como trofeos. Estos eran exhibidos durante los rituales que simbolizaban la muerte y el renacimiento.

Las prácticas para celebrar la vida de los muertos se realizan en comunidades indígenas desde hace más de 3.000 años.

La festividad que luego derivó en el Día de Muertos tenía lugar en el noveno mes del calendario mexica, cerca del comienzo de agosto.

El culto era una forma de sentir de cerca a los fallecidos. Hoy día las personas visitan los cementerios para convivir con las almas de sus seres queridos. Se decoran sus lápidas y se cocinan los platos preferidos de los fallecidos.

¿Cada cuánto nos visitan los muertos?

Con la llegada de los españoles se hizo coincidir la festividad indígena con las católicas Día de los Fieles Difuntos y Día de Todos los Santos, el 1 y 2 de noviembre, respectivamente.

La tradición indica que los muertos llegan cada 12 horas entre el 28 de octubre y el 2 de noviembre.

En algunos lugares de México el 28 se destina a quienes fallecieron a causa de un accidente o de manera trágica y el 29 está dedicado a los ahogados.

El 30 y 31 se espera la llegada de las almas de los "limbos", de niños que fallecieron sin haber sido bautizados, y a los olvidados, que no tienen familia que los recuerden.

El 1 de noviembre es el día de los niños muertos y el 2, el de los muertos adultos.

¿Por qué se asocia a Diego Rivera con La Catrina?

El muralista Diego Rivera fue quien inmortalizó en un mural esa imagen tan reconocida de la muerte en su versión mexicana: La Catrina.

Pero ésta fue en realidad obra del caricaturista José Guadalupe Posada. Originalmente llamada La Calavera Garbancera (garbanceros eran los indígenas que querían ser como europeos), vio la luz en 1910.

"La muerte, es democrática, ya que a fin de cuentas, güera, morena, rica o pobre, toda la gente acaba siendo calavera", aseguró Posada sobre su creación.

Diego Rivera le puso su sello al adornarla con una estola de plumas e incluirla, junto a su creador, en el mural de 1947 "Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central". Y fue el encargado de popularizarla.

¿Por qué se utiliza una flor en particular?

Se ha convertido en un verdadero ícono de la celebración. De color naranja u amarillo intenso, principalmente, la Tagetes erecta, conocida en México como cempasúchil o flor de muertos, es originaria de algunos estados del país y otras regiones de América Central.

En México, donde existen hasta 30 variedades, se produce en 11 de las 32 entidades del país.

La tradición dice que los mexicas las comenzaron a utilizar con la intención de adornar las tumbas pues pensaban que la flor podía guardar en sus corolas el calor de los rayos solares y así iluminar el camino de retorno de los muertos.

La costumbre indígena se ha mantenido en algunos sitios y se siguen utilizando las flores, no sólo como un adorno, sino para facilitar el retorno de las almas a la tierra. Se esparcen los pétalos a lo largo en el trayecto de la casa al cementerio y se colocan velas y otro tipo de ofrendas.

Los aztecas también usaban este tipo de flor para empolvar la cara de sus presos antes de que fueran ejecutados porque pensaban que era una forma de evitar que "sintiesen la muerte".

Cada año se cosechan casi 2 millones de flores para la celebración del Día de Muertos.

¿Qué no puede faltar en un altar?

La elaboración del altar para el fallecido es uno de los rituales más especiales por estas fechas porque se honra la muerte pero se piensa en el futuro pues porque los que hoy ofrendan a sus muertos serán luego invitados a la fiesta.

La tradición marca que hay altares de dos, tres y siete niveles.

En el primero se encuentran representados el cielo y la tierra. En el segundo, se agrega el purgatorio.

En el más completo van la imagen de un santo, las almas del purgatorio, sal para purificar, pan de muerto (una comida tradicional de esta fecha), alimentos favoritos del fallecido, imágenes del muerto y cruz de semillas o frutas.

Las flores de cempasúchil son un elemento indispensable en los altares al igual que las velas.

Y tampoco puede faltar un mantel blanco, agua, sal, copal o incienso, calaveritas de azúcar (otro dulce tradicional de la celebración) y papel picado.

Y seguramente no faltará algo de alcohol, porque este recuerdo de la muerte no es otra cosa que una celebración.

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