Vas a Google Maps y empiezas a hacer zoom in. Según bajas al mundo desde la lejanía empiezas a imaginarte que los países son cuerpos. Algo más de zoom, las ciudades se transforman en órganos y huesos. Otro paso más, las carreteras son arterias y las calles terminaciones nerviosas.

Y donde deberían verse las aceras, con sus gentes y farolas, puedes pensar que ya estás viendo células en un microscopio.

Después de hacer este ejercicio mental se puede entender lo que debieron pensar la profesora e ingeniera biomédica Melissa Knothe Tate y su equipo de la Universidad de Nueva Gales del Sur, en Australia, cuando se les ocurrió la idea de aplicar esta tecnología al cuerpo humano.

El proyecto tuvo su origen a partir de sus propios estudios sobre la cadera y la artritis.

La profesora quería investigar el transporte molecular que se produce a través de la sangre en este tipo de dolencias. Y pensó que tener ese ‘mapa de carreteras’ dentro del cuerpo podría ser útil.

Y se le ocurrió que para entrar en el cuerpo no había nada mejor que aplicar las bases de la tecnología de Google Maps.

Para conseguirlo, lo primero era tener las imágenes de los distintos niveles del cuerpo.

Con ese objetivo, la profesora y su universidad forjaron una alianza con el fabricante alemán de instrumentos de medición óptica Zeiss, que proporcionó la tecnología para tomar estas imágenes del organismo a distintos niveles.

Pero eso era la mitad del trabajo. Necesitaban “montar” esas imágenes, poder navegar a través de ellas. Y ahí entraba Google, que proporcionó sus algoritmos para tratarlas y componer el conjunto final al modo de su función de Street Views.

“Teníamos todos estos datos en terabytes” y había que montarlos, dice la profesora Knothe en su informe del proyecto. Los algoritmos de Google Maps “nos ayudan a tomar esta tremenda cantidad de información y usarla de una forma efectiva. Son el controlador de tráfico, si se quiere ver así”.

Por el momento ya han conseguido mostrar cómo funcionaría en el interior de una rodilla.

Pero el fin último de su proyecto sería tener una visión general de todo el cuerpo, alcanzar a conocer la causa de todas esas enfermedades que comienzan a un nivel celular, observando cómo evolucionan a través de las células, los tejidos y los órganos del cuerpo.

“Por primera vez tenemos la capacidad de adentrarnos en el organismo de esta forma para comprobar cómo las células obtienen su nutrición y ver así cómo está todo conectado”, asegura Knothe.

“Esto podría abrir la puerta a nuevas terapias y medidas de prevención que aún son desconocidas”, sostiene.

Esta tecnología aspira a ser más eficiente y detallada que otras como escáneres o resonancias magnéticas.

Acceder de esta forma al organismo “ahorraría miles de estudios”, zanja.

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