¿Puede un encuentro anticiparse 50 años a las circunstancias que lo harán históricamente memorable?

¿O será uno de esos extraños episodios de lo que llamamos azar porque se trata simplemente de un mecanismo que no comprendemos y que también rige las operaciones del espíritu?

Esa sería una buena respuesta borgiana para explicar la foto adelantada a su tiempo que permitió capturar la reunión entre Jorge Bergoglio y Jorge Luis Borges mucho antes de que el primero de estos argentinos se convirtiera en Papa.

Era el año 1965 y el entonces maestrillo jesuita de Literatura convocó al ya célebre escritor para darles un curso a sus alumnos del Colegio Inmaculada Concepción de la provincia argentina de Santa Fe.

Por su carácter anticipatorio, la foto que queda de aquel encuentro contiene tal vez lo que Borges llamaría "la memoria de lo pasado y la previsión del porvenir, vale decir, el tiempo".

La foto de los tres Jorges

BBC Mundo reconstruyó los pormenores de aquél momento que uniría a dos de las figuras más trascendentes de la historia argentina en una fotografía que terminaría de explicarse recién en el siglo siguiente.

Tomada en agosto de 1965, la imagen muestra al maestrillo jesuita Jorge Bergolio –a quienes sus alumnos llamaban "Carucha" por su "cara de nene"– mientras recibe al ya renombrado Borges en la sala de visitas del colegio.

Su rostro, con ademán gentil, se muestra complacido al dar la bienvenida al hombre ciego que acaba de ingresar al establecimiento donde aceptó dar unas clases de literatura gauchesca invitado por el religioso de 29 años, que aún no se ha ordenado sacerdote.

En medio de ambos, otro joven maestrillo, que también dicta clases de letras, inclina la cabeza rehuyendo a la cámara.

"Escúchame: ¡hace 50 años de esta foto! Bergoglio era el profesor de letras en ese entonces... ¡no era el Papa!", le dice a BBC Mundo Jorge Gonzalez Manent, "el tercer Jorge de la foto", como él se llama a sí mismo.

"Yo no sabía que tenía que recordar ese momento para refrescarlo tanto tiempo después", se disculpa, mientras hurga en su memoria por detalles de la única imagen existente conocida hasta ahora entre ambos hombres.

"Porque el problema no es solamente la posesión de la verdad y el compromiso con ella, sino también de expresión de la misma con brillantez y fecundidad" escribió el futuro Papa en el texto recopilatorio.

Gonzalez Manent, quien tiene hoy 80 años, no llegó a ordenarse sacerdote y dejó los hábitos para convertirse en publicista. La fotografía que nos facilita es de su propio archivo: "Yo era director de la revista del colegio y tenía que recopilar material gráfico para el anuario".

"Esta foto la sacó gente de el periódico El Litoral y la copia de papel con la que trabajé –que está en el museo del colegio– tiene atrás la diagonal trazada para la diagramación de la revista", precisa.

Juegos del azar

La búsqueda de los protagonistas de entonces nos lleva a las memorias entrañables de alumnos de 4to y 5to año del secundario que iban a ser protagonistas, sin saberlo, de una asociación anticipatoria que marcaría sus vidas de asombrosas maneras.

El escritor argentino es considerado uno de los mejores exponentes de la literatura latinoamericana.

Uno de ellos es Rogelio Pfirter, un diplomático argentino de vasta trayectoria, que acaba de ser nombrado Embajador en el Vaticano.

"Parece un juego borgiano del azar convertirse en el embajador de su profesor del secundario convertido ahora en Papa", le dice Pfirter BBC Mundo.

"Esa es una simbología que me emociona. El tiempo ha jugado para hacernos andar por distintos caminos y unirnos al final. Haber tenido a estos dos hombres juntos es una experiencia que mis compañeros y yo llevamos grabada como algo excepcional.

Un cuento Borgiano

Y lo excepcional se remonta a aquéllos días de colegio, luego del curso dictado por Borges, como lo relató el entonces cardenal Bergoglio al prologar el libro "De la edad feliz", que evoca esas vivencias y está escrito por otro de los alumnos, el hoy periodista Jorge Milia.

"Como ejercicio literario les pedía que escribieran cuentos; me impresionó su capacidad narrativa. De los cuentos escritos seleccioné algunos y los escuchó Borges", recuerda Bergoglio en el texto fechado el 1 de mayo de 2006.

"Él también quedó impactado y alentó la publicación; además quiso prologarla", continúa el hoy papa, en un texto que parece dialogar con aquél prólogo de Borges al introducir el libro de los alumnos, llamado "Cuentos Originales", el hoy adquiere a su pesar un indudable tono profético.

"Este prólogo no solamente lo es de este libro sino de cada una de las aún indefinidas series posibles de obras que los jóvenes aquí congregados pueden, en el porvenir, redactar", escribió Borges.

"Es verosímil que alguno de los ocho escritores que aquí se inician llegue a la fama, y entonces, los bibliófilos buscarán este breve volumen en busca de tal o cual firma que no me atrevo a profetizar", continuó el escritor, el 7 de octubre de 1965.

Parte del fragmento del texto que escribió Borges como prólogo a los relatos que fueron recopilados por Bergoglio.

Jorge Milia, que se sentía la oveja negra entre aquéllos alumnos por llevarse demasiadas materias a marzo, terminó siendo el autor del libro que preservó esas preciadas memorias y recuerda cómo Bergoglio les presentó a Borges: "Les traigo al escritor que no necesita presentación".

Y Borges era un viejo zorro sumamente seductor. Cuando lo dejabas articular dos palabras el mundo cambiaba y era todo magia", rememora Milia.

De lo que significaron sus alumnos Bergoglio llegó a escribir: "Los quise mucho. No me fueron ni me son indiferentes. Pasó el tiempo y no me olvidé de ellos."

El día en que Bergoglio afeitó a Borges

Entre las gemas de aquéllos recuerdos se destaca una anécdota desconocida que nos refirió entre sonrisas Jorge Gonzalez Manent y que aporta un inimaginable momento de intimidad entre el hoy Papa y el genio de las letras.

"Recuerdo que lo íbamos a buscar al hotel. Y ese día subió Bergoglio a buscarlo a la habitación y tarda más de lo que se supone para ir a un tercer piso".

"Cuando vienen, yo disimuladamente le hago el gesto de ¿qué pasó? –porque algo había pasado– y Jorge también disimuladamente me dice: 'el viejo me pidió que lo afeitara'. Y ese había sido el motivo de la tardanza. Eso es un gesto de Borges y un gesto de Bergoglio", recordó Manent.

El año pasado se cumplieron los 50 años de aquél célebre curso dictado por Borges en el colegio jesuita y Maria Kodama, su viuda, fue la invitada de honor.

"Hicieron un homenaje recordando que Borges había estado allí con el Papa –que entonces era el sacerdote jesuita Jorge Bergoglio– y me invitaron para que yo hablara con los alumnos de esa camada y fue muy emocionante", recuerda Kodama.

"Algunos vinieron con la foto para mostrármela", le cuenta a BBC Mundo, para revelarnos emocionada que ella misma le llevó de regalo las obras completas de Borges al ya Papa Francisco en el año 2014.

"Fue un muy lindo momento. El és una persona muy simpática. Le di la obra y quedó encantado".

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