A principios del siglo XX, los miembros de la nación indígena estadounidense de los osage se convirtieron en las personas más ricas de la Tierra. Pero uno tras otro comenzaron a aparecer asesinados.

Estas misteriosas muertes se convirtieron en uno de los primeros casos que investigó la Oficina Federal de Investigaciones (FBI).

La historia es el tema de un nuevo libro llamado "Killers of the Flower Moon: the Osage Murders and the Birth of the FBI" (Los Asesinos de la flor de la Luna: las muertes de los osage y el nacimiento del FBI), de David Grann.

"La nación osage, igual que muchos otros pueblos indígenas de Estados Unidos, fueron expulsados de su tierra hacia una parte del noreste de Oklahoma", le cuenta David Grann a la BBC.

"Se pensaba que esa tierra no tenía ningún valor. Era rocosa e infértil. Pero entonces bajo su reserva descubrieron unos de los depósitos de petróleo más grandes del país", señala el autor.

"Y los osage se convirtieron en la gente más rica del mundo".

Tal como cuenta Grann, los osage rompieron entonces con todos los estereotipos que se tenían de las naciones indígenas.

Los periódicos de la época hablan de la exorbitante riqueza de quienes llamaban "los millonarios rojos", que vivían en mansiones, vestían con pieles y joyas costosas y empleaban a sirvientes blancos.

Algunos pensaban que los indígenas, que eran considerados "primitivos" y "salvajes", no debían tener todo ese dinero y poder.

Y pronto los osage empezaron a desaparecer misteriosamente o a morir asesinados, uno tras otro.

Para los primeros años de 1920, decenas de osage habían sido encontrados asesinatos.

"Una mujer extraordinaria"

En su libro, David Grann, investigó a una familia particular.

"Seguí el caso de una mujer extraordinaria, llamada Mollie Burkhart, quien nació en territorio indígena en Oklahoma y hablaba el idioma osage", explica el autor.

"En un período de unos 30 años, la mujer se mudó a vivir a una mansión, se casó con un blanco y empezó a hablar inglés. Y su familia se volvió el principal objetivo de una conspiración para matarlos".

Mollie tenía tres hermanas y una tras otra, fueron asesinadas. Una fue envenenada, otra murió a tiros y la tercera falleció en una enorme explosión.

"Alguien colocó una bomba bajo su casa y la explosión mató a la hermana de Mollie, a su cuñado y a un sirviente blanco que vivía en la casa con ellos", dice David Grann.

Durante su investigación, Grann encontró fue que estos hechos no habían podido ocurrir sin la colaboración de las autoridades o al menos sin que estas "hicieran la vista gorda".

Se había establecido toda una organización que conspiraba para obtener millones de dólares robándose el dinero de los osage y asesinándolos.

"Se trataba de una conspiración en la que participaron médicos ayudando a envenenar a los osage, empleados de funerarias que cubrían los asesinatos, periodistas que se rehusaron a escribir sobre las muertes, agentes de la ley y orden que fueron directamente cómplices en las muertes o indiferentes a ellas porque se trataba de indígenas y al sistema no le importaba" asegura el autor.

Pero entonces entró a la escena un joven llamado J. Edgar Hoover, quien dirigía una oficina que Grann describe como una "rama oscura" del Departamento de Justicia llamada Buró de Investigaciones.

Y los asesinatos de los osage se convirtieron en el primer caso que conducía Hoover y la primera investigación importante de asesinato de ol que pronto se llamaría FBI.

"Inicialmente, el FBI enredó las cosas", asegura Grann. "Había un bandido llamado Blackie que acababa de ser liberado de prisión y los investigadores pensaban que lo estaban usando como informante".

Y agrega: "Pero a Blackie lo perdieron de vista, robó un banco y mató a un policía".

"Uno de los sujetos más diabólicos"

Hoover, temiendo un escándalo, entregó el caso a otro investigador, un guardia forestal de Texas llamado Tom White.

"Éste era el inicio de la carrera de Hoover y, aunque parezca difícil creerlo, se sentía inseguro en su trabajo", explica el autor.

"Así que para evitar el escándalo entregó el caso a Tom White, quien organizó un equipo encubierto que incluía al que quizás era el único indígena en el buró".

Los agentes entonces se infiltraron en la región y utilizando sus más modernas técnicas de detección comenzaron a exponer una de las mayores conspiraciones de la historia de Estados Unidos.

En la investigación descubrieron a un hombre que Grann llama: "Uno de los sujetos más malos y diabólicos que he conocido en todos mis años de reportero".

Era William Hale, quien se había trasladado al territorio osage a principios del siglo XX.

"Había llegado como un hombre que no tenía pasado: nadie sabía de dónde venía, estaba vestido con harapos, viajaba a caballo y no tenía dinero".

"Pero poco a poco se fue volviendo cada vez más poderoso, acumulando tierras y ganado, y pronto llegó a controlar todo el territorio hasta llegar a ser conocido como 'el rey de las colinas de osage'", afirma David Grann.

"Controlaba a todos en la comunidad"

"Era un hombre con una faceta benévola, que parecía un maestro de escuela y que hacía que todos confiaran en él. Se le veía como un verdadero amigo de los osage".

Eventualmente Hale, junto con varios otros individuos, fue encontrado culpable de los asesinatos de los osage.

Se descubrió que Hale había engañado, intimidado, mentido y robado a los osage. Y con su creciente avaricia, también los había asesinado.

Hale fue declarado culpable de asesinato junto con otros varios individuos. Fue condenado y enviado a la cárcel. Pero al final fue perdonado.

Según David Grann, muchos pensaron entonces que el perdón "fue un favor que le hicieron sus amigos en la política".

"Se decía que Hale controlaba a todos en la comunidad, desde el alguacil local, hasta los alcaldes y la oficina del gobernador", explica.

"Así, aunque se encontró a varias personas culpables de los asesinatos de los osage, la mayoría fueron dejados en libertad".

Al final, afirma el autor, la investigación reveló una serie de secretos y giros siniestros. Pero sobre todo, dejó al descubierto la frialdad y los prejuicios con que se trataba a las naciones originarias de Estados Unidos.

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