Vivimos en un mundo esplendoroso gracias al color. De hecho, la Tierra es el lugar más colorido de los que conocemos. Y lo mejor es que los colores que vemos son más complejos y fascinantes de lo que aparentan.

¿Has notado, por ejemplo, que no hay mamíferos verdes?

te has quedado embelesado mirando un arcoíris, y luego te preguntaste...

¿Dónde está el color rosado?

Se dice que no hay que olvidar nunca que tras la tempestad, siempre sale el arcoíris.

Se dice que al final del arcoíris hay una olla repleta de oro... el problema es llegar a ese lugar pues ese maravilloso fenómeno meteorológico ocurre a una distancia y ángulo específico con relación al observador, así que por más que tratemos de acercarnos, siempre estaremos igual de lejos.

También se dice que el arcoíris tiene más y menos colores que los siete que Isaac Newton encontró en 1704, cuando con un prisma reveló la magia escondida en la luz blanca.

Lo cierto es que el arcoíris nos muestra todas las longitudes de onda de la luz visible en orden, desde la más larga -roja- hasta la más corta -violeta-, pasando por naranja, amarillo, verde, cian (celeste o turquesa) y azul.

Son los colores más puros; cada uno tiene un sólo tipo de onda luminosa asociada con él.

Pero la realidad a menudo no es tan simple.

Por la ventana

Tengo un rosal con flores de color rosa fuerte o magenta afuera de la ventana, y lo estoy mirando mientras escribo esto.

El problema que tiene mi cerebro es que la información que está recibiendo de mis ojos le dice que está llegándole luz roja y violeta de la misma rosa.

Una mezcla de luz de diferentes regiones del arcoíris está viniendo del mismo lugar.

Lo que mi cerebro tiene que hacer es interpretar esa información para distinguirla de los objetos que están reflejando sólo luz roja o violeta.

Así que interpreta que la rosa es rosada, una combinación de rojo y violeta.

En algún lugar encima del arcoíris

Necesitamos entender las mezclas de los colores del arcoíris con rapidez, por eso el cerebro nos da un sólo color por cada combinación.

Eso es lo que abre una enorme riqueza de color en nuestro mundo a pesar de que la materia prima sólo sea el sencillo espectro del arcoíris.

Es cuestión de combinaciones, y vemos cada mezcla diferente de ondas luminosas como un color distinto.

La razón por la que el rosa no está en el arcoíris es que éste muestra los colores en orden.

No hay lugar un lugar en el que el rojo y el violeta se encuentren, pues están en los bordes opuestos del arcoíris.

Por ello, aunque el rosado, magenta o fucsia son colores reales, no tiene su lugar en el arcoíris.

¿Por qué, si el vidrio es transparente e incoloro, lo podemos ver?

Lo maravilloso del vidrio, el agua y los diamantes (todos los cuales serían invisibles si el color fuera lo único que importara) es que pueden lentificar la luz.

Todos hemos escuchado que nada puede viajar más rápido que la velocidad de la luz -aproximadamente 300.000 kilómetros por segundo-, y que esa velocidad es una constante fija importante para la física.

Sin embargo, se trata de cuán rápido viaja la luz en el vacío del espacio, donde no hay nada que interfiera.

Cuando viaja a través de cualquier otra cosa, la luz va más despacio.

En el agua, viaja sólo al 75% de la velocidad en el espacio vacío, en el vidrio, al 69%. En los diamantes, apenas al 42% de esa constante universal.

Ese cambio de velocidad trae una consecuencia: cuando la luz toca la frontera entre el aire y el agua o el aire y el vidrio, y se ralentiza, cambia de dirección.

La razón por la que podemos ver cosas "invisibles" como el vidrio es que podemos ver cómo distorsionan la luz que está entrando por ellas.

Lo que vemos no es precisamente el vidrio, sino la manera en la que tuerce el camino de la luz que está atravesándolo.

Entonces, sabemos dónde está por la forma en la que distorsiona la escena que está tras de él.

Y, hablando de las cosas transparentes...

¿Por qué el agua que sale del grifo no es azul como la del mar?

Si le pides a un niño que pinte el agua que sale de la llave, probablemente usará la crayola azul. Pero si el agua que saliera de la llave de ese color, dudarías antes de tomártela.

Cuando pudimos ver la Tierra desde el espacio, confirmamos su estatus de "planeta azul": los océanos ciertamente eran de ese color.

Entonces, ¿por qué, si lo que sale del grifo es más o menos lo mismo que lo que está en el mar, es transparente?

La respuesta es que el agua sí es ligeramente azul. Pero es necesario que esté acumulada en cantidades enormes para ver ese color.

Cuando la luz viaja por el agua, todas las ondas rojas y verdes (toda la parte del arcoíris que no es azul) son absorbidas en cuestión de unas pocas decenas de metros.

Lo que queda es la luz azul que rebota en las diminutas partículas que hay en el agua, o quizás en las mismas moléculas de agua, y eventualmente retorna a la superficie; por eso los océanos se ven azules.

El agua que sale del grifo no se ve azul porque es tan poca que no alcanza a absorber ninguno de los colores del arcoíris.

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