Cuando la emblemática cabina de teléfono llegó a la casa de Steve y Michelle Spill llamó la atención de vecinos y curiosos.

"Fue amor a primera vista. Cuando la dejaron en la entrada de la casa, el cartero, el repartidor, todos hacían comentarios", cuenta Steve de 51 años, quien vive en Worcester, Inglaterra, y trabaja para una compañía de alarmas anti incendio.

"Les encantó a los vecinos. Por lo menos eso es lo que me dijeron".

Después de 10 años queriendo comprar una icónica cabina roja, Spill logró hacerse con una en septiembre de este año, por casi US$1.900.

Fue en realidad una ganga, ya que estas cabinas, una vez restauradas, pueden alcanzar un precio de hasta US$19.000.

Y desde Alemania a Japón, los coleccionistas las compran para repararlas, pero también para darles otros usos, ya sea como mueble-bar o como entrada secreta de una habitación de juegos infantil.

Entre los compradores se encuentran jugadores de fútbol famosos y estrellas de rock.

Sharon Osbourne, por ejemplo, le regaló a su marido, el rockero británico Ozzy Osbourne, una cabina de teléfono negra que una vez estuvo cerca de la Torre de Londres.

La proliferación de teléfonos móviles ha sido la causa fundamental del declive de las cabinas de teléfono en las calles.

La compañía de telecomunicaciones británica British Telecom (BT) está considerando desmantelar otras 14.000, aunque la mayoría son una versión más nueva, ya que las antiguas están protegidas.

Miles de ellas están catalogadas como bienes arquitectónicos y los vendedores dicen que la demanda supera a la oferta.

"Esencialmente británico"

La cabina roja más emblemática, diseñada por el arquitecto Sir Giles Scott y conocida por los aficionados como K6, cumplió 80 años en octubre.

"Hay objetos que la gente ve como esencialmente británicos. La cabina de teléfono roja es una de ellas", dice Hamish Wood, quien trabaja en el museo de Avoncroft que tiene una colección de estas cabinas.

"Para mucha gente son tan reconocidas como la Torre de Londres", asegura.

Steve está de acuerdo en que es un objeto valioso: "La K6 se está convirtiendo cada vez más en una pieza de coleccionista y su precio está subiendo".

La cabina en si costó US$1.000, casi tanto como alquilar una grúa, por lo que le cobraron US$900. Pero en opinión de Steve mereció la pena.

La mayoría de las cabinas de teléfono de segunda mano son utilizadas como adorno para el jardín, según Richard Parker, director de X2Connect, quien trabaja para BT en la restauración y venta de estas cabinas.

Aunque otros, más excéntricos, las usan como ducha de piscina o ascensor para bajar a la bodega de vinos.

"Una compañía suiza compró dos para que sus empleados pudieran hacer llamadas privadas desde sus celulares, recuperando su uso original", dijo Parker.

No se conoce el número exacto de K6 de segunda mano que se encuentran en circulación, pero los vendedores dicen que es un porcentaje muy pequeño de las 60.000 cabinas que en su día hubo en la calle.

"Las personas las compran por ser un icono, pero también por nostalgia", dice Christian Lewis, director de la compañía de restauración Unicorn Restorations, que vende estas cabinas.

"Tenemos clientes que han comprado este tipo de cabinas de teléfono o de otro modelo, porque les recuerda a cuando hacían llamadas a sus novias que ahora son sus mujeres", cuenta.

"Otros clientes más viejos escuchan el sonido de las monedas al caer y regresan a su infancia".

Spill, quien creció en Birmingham, concuerda en que eran emblemáticas: "A menudo quedabas con tus amigos allí o te resguardabas de la lluvia en una de ellas. Cuando yo era un adolescente eran nuestros teléfonos móviles".

Pero es poco probable que las cabinas de teléfono modernas, que se están quedando obsoletas por el número creciente de celulares, llamen la atención de los coleccionistas de la misma manera.

"Dudo de que la gente se vuelva sentimental con los teléfonos modernos", dice Lewis.

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