Ni el tierral ni la maleza ni el ruido citadino de Espacio Centenario. El festival Fauna Primavera regresó a su sitio, Espacio Broadway, después de su edición de 2015 y con él las postales ya clásicas del evento que reúne la mixtura del circuito alternativo. Las montañas detrás de los dos escenarios principales, los asistentes sentados en sus mantas alrededor de la piscina y, lo más importante, los fanáticos en peregrinaje hacia los dos stages principales, con Phoenix e Iggy Azalea como cabezas de cartel.

Presentando su más reciente álbum “Ti amo” (2017), los franceses dieron cuenta de un sonido remozado, refrescante e influenciado en parte por la música disco europea de los años 70, y por un imaginario que a lo largo de su sexto trabajo de estudio revela distintas postales de la Italia clásica. Imágenes del Coliseo hasta la Fontana di Trevi y una colorida placa estilo retro con el nombre del conjunto fueron proyectadas en la pantalla central, al tiempo en que el cuarteto repasó la placa a través de sus singles “J-Boy” y canciones como “Fior de latte”, “Telefono” y “Tuttifrutti”.

Eso sí, la banda formada en Versalles también rememoró su catálogo de grandes éxitos —uno de los más consistentes de este nicho de la industria— con “1901”, “Lisztomania” y “Entertainment”, todos clásicos del género. Tan característico como la escena del vocalista Thomas Mars navegando entre el público local con el cable del micrófono en la boca para agradecerle al público la devoción por su performance.

Horas antes, en el mismo Ballantine’s Stage, la rapera australiana Iggy Azalea repitió lo hecho un día antes en Teatro La Cúpula. Con un DJ como único intérprete de su orquesta electrónica y cuatro bailarinas especializadas en el ritmo del twerking —esa disciplina dancística de corte urbano que estimula el frenético movimiento de caderas—, la diva oceánica encantó por su fraseo enrabiado, el dominio de la lírica y canciones como “Problem” y “Booty”, que la han unido a artistas como Ariana Grande y Jennifer Lopez.

Sol, disco y David Bowie

Con el sol como protagonista y 32 grados fijos en el termómetro, los mejores momentos de la jornada comenzaron con Neon Indian.

El conjunto liderado por el mexicano-estadounidense Alan Palomo montó un show enérgico en el Ballantine’s Stage, donde las percusiones y los sintetizadores tomaron lugares de avanzada, así como los pasos de baile de su frontman. Un repaso por su catálogo, zigzagueando entre su último disco “VEGA INTL. night school” (2015) y sus primeros álbumes, y un homenaje a Prince cerraron el espectáculo.

En el mismo escenario, con la balanza nivelada hacia la música de clubs, AlunaGeorge apostó por la simpleza: dos bailarinas espectaculares y un Mac como centro de operaciones para revivir los sonidos pregrabados que dan vida a sus dos trabajos de estudio (el más reciente, “I remember”, con varias influencias de la música caribeña). Allí, la frontwoman Aluna Francis exhibió cada una de sus facetas artísticas entre samples y bases de electropop y reggaetón.

Quizás el número más atípico de la jornada fue el de Seu Jorge. El brasileño, solo provisto de una guitarra acústica, subió al House of Vans Stage para interpretar un homenaje a David Bowie basado en la banda sonora de su autoría para la película “Vida acuática, con Steve Zissou” (2004) de Wes Anderson.

Con el gorro de hilo rojo que utilizaba el protagonista Bill Murray como la única prenda que resaltaba en su atuendo, el hombre nacido en Río de Janeiro realizó un show emotivo y cercano, donde contó la historia detrás de su inclusión en el filme, de su ignorancia sobre la obra del “Duque Blanco” hasta ese instante y donde cantó varios clásicos del artista (“Rebel rebel” y “Space oddity”, entre otros) en clave bossa nova.

Diversidad musical en la calurosa tarde de sábado.

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