"Nos dijeron que se habían tomado las medidas de seguridad más estrictas. Pero fallaron", decía un reportero de la BBC hace 50 años, desde la sede de una exposición muy particular en Londres.

Y no era el único periodista dando esa información, recuerda el británico Dave Corbett, quien se convirtió en protagonista de esta historia gracias a su perro.

Lo que había pasado había dejado al público estupefacto: se habían robado la copa del Mundial de Fútbol de 1966 en Londres, la capital de la nación anfitriona.

"Era la primera noticia en todos los noticieros y el titular 'Copa del Mundo robada' se repetía en la primera página de todos los diarios", cuenta Corbett.

"Inglaterra pierde la Copa Mundial": un titular que no sorprende... lo sorprendente fue cómo la perdió.

"Los críticos decían que la mejor fuerza de policía del mundo había perdido la copa".

En vísperas de la competencia, el codiciado trofeo había sido expuesto en Westminster, en el centro de Londres, para que la gente tuviera la oportunidad de verlo de cerca.

Y desapareció.

"Siento decirles que en este momento, no puedo darles ninguna declaración", le dijo a los reporteros el jefe de Seguridad.

"Les pido que tengan en cuenta la enorme presión bajo la que me encuentro. Apenas tenga la oportunidad de tratar de entender qué pasó, hablaré con ustedes y les diré todo lo que pueda", suplicó.

Pronto se supo que, a pesar de lo que se había asegurado, la operación de seguridad para resguardar la copa se reducía a un guardia de más de 70 años de edad quien se había tomado su descanso para cenar.

La sensación generalizada del público era que la policía no iba a ser capaz de recobrar el apreciado premio.

Lo inesperado ocurrió

Corbett con Pickles en 1966.

"Saqué a mi perro Pickles a caminar", cuenta Corbett.

"Salió de la casa y se fue derecho a donde estaba el auto de mi vecino. No dejaba de olfatear así que cuando fui a ponerle la correa, me fijé y vi en el piso un paquete muy cuidadosamente empacado".

La curiosidad lo invadió. Se agachó y lo recogió.

"Rasgué un pedazo del periódico que lo cubría y vi Brasil... Alemania Occidental...".

Corbett era -y es- un fanático del fútbol, y había estado escuchando y leyendo sobre lo que había pasado.

"Mi corazón empezó a palpitar más rápido... ¡era la copa del Mundo!"

"¡Era la Copa del Mundo!".

Sospechoso

Su primer impulso fue llevarla a la estación de policía.

"Me monté al auto así como estaba, con chancletas, y me acuerdo que al llegar, empujé la puerta y fui derecho hacia un sargento que estaba detrás de un escritorio brillante y le dije: '¡Creo que encontré la copa del Mundo!'".

Cuando el jefe del sargento llegó, ordenó que se llevaran a Corbett a Scotland Yard.

"De repente caí en cuenta de que yo era el sospechoso número 1", recuerda.

Un par de días más tarde, la policía fue a interrogarlo nuevamente.

Por suerte, "después de eso ya no sucedió más".

"Me convertí en un testigo, cuando procesaron a los que se la habían robado", concluye Corbett.

¿Y Pickles?

El club nacional de deportes honró a David Corbett y a Pickles por recobrar el trofeo Jules Rimet con una medalla, una recompensa de US$1.500 y un regalo especial para Pickles.

"Era todo confuso para Pickles, pero el ahora mundialmente famoso perro se tendrá que acostumbar a una vida glamourosa", reportó la BBC en aquellos momentos.

Pickles no entendía mucho de medallas, pero por suerte también le dieron una bandeja entera de pavo.

Quizás el honor que más emocionó al fanático del fútbol Corbett fue el que vino después de que Inglaterra ganara el trofeo que Pickles había encontrado.

"Después del partido, nos invitaron a la recepción en Londres. El equipo estaba en un enorme balcón y abajo la calle estaba repleta de gente. Bobby Moore (el capitán) levantó a Pickles y se lo mostró a la multitud. Fue muy emocionante para mí, y pienso que también para todo el país", le dice Corbett a la BBC.

"Fue gracias a Pickles que cambió mi vida. Me ayudó a comprar mi casa. Está enterrado en el jardín y, en las agradables noches de verano, salgo con una copa de vino, hablo con él y digo: '¡Salud, Pickles, y gracias!'".

Y no sólo Corbett está agradecido: el equipo nacional estuvo a punto de quedarse sin un trofeo que levantar tras triunfar en su partido contra Alemania cuyo final fue memorable.

Gracias a Pickles, Inglaterra tuvo su copa, la primera hasta entonces y, para dolor de sus fans, la última hasta la fecha.

Bobby Moore levantó la copa en el estadio y más tarde a Pickles, en el balcón del hotel donde festejaban.
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