Hay sitios en el mundo donde la Madre Naturaleza representa un verdadero peligro para la vida humana.

Desde tormentas hasta erupciones volcánicas, las amenazas están en todos lados.

Pero ¿cuáles son las zonas más mortíferas sobre la Tierra?

Vamos a separarlas de acuerdo a cuatro elementos.

Agua

El estrecho de Saltstraumen, en Noruega ostenta la temible reputación de tener las corrientes de agua más fuertes sobre la Tierra con el remolino más poderoso del mundo.

Sin embargo, ha sido tan estudiado que ahora puede ser atravesado por turistas.

Es quizás sobre tierra firme que el agua representa un mayor peligro, especialmente para los habitantes de zonas costeras.

Como en las Maldivas, en el Océano Indico, también llamadas las "islas efímeras" por ser tan vulnerables al aumento del nivel del mar.

Y el riesgo allí aumenta cada año con el cambio climático.

El peligro llega al máximo cuando el nivel del agua aumenta repentinamente durante un tsunami o una marejada ciclónica.

Según el Servicio Nacional del Clima de EE.UU., el 75% de los tsunamis, rápidos desplazamientos de agua causados por una o varias gigantescas olas, ocurren en el Océano Pacífico.

En 2004, el más mortífero de la historia reciente provocó la muerte de hasta 280.000 personas en 15 países, tras un terremoto frente a la costa de Sumatra, Indonesia.

Sin embargo, las crecidas de los ríos han ocasionado incluso más víctimas.

Se cree que las inundaciones del Yangtsé en China, en 1931, mataron a millones de personas, aunque los registros oficiales indicaron una cifra mucho menor.

Hoy en día miles de millones de personas aún viven en llanuras aluviales próximas a los ríos más grandes de China.

Aire

Varios "lagos asesinos" se han encontrado en África, pero allí el agua no es el problema.

Tanto el lago Nyos en Camerún como el Kivu, sobre la frontera de la República Democrática del Congo y Ruanda, esconden un peligro invisible.

Y es que están sobre áreas de actividad volcánica donde el dióxido de carbón se filtra bajo el suelo.

Durante una "erupción límnica", el gas estalla desde del fondo del lago para formar una nube.

Después de dos erupciones en la década de 1980, que mataron a más de 1.700 personas y a 3.500 cabezas de ganado en Camerún, los expertos diseñaron métodos para sacarlo de los lagos, utilizando conductos y sifones.

Sin embargo, el efecto mismo del aire puede ser brutal.

El Cabo Denison, en la Antártida, es el lugar del mundo donde hay más viento en promedio anual.

No es de extrañar que esté deshabitado, pero las tormentas estacionales pueden provocar una enorme devastación en zonas pobladas.

Las más fuertes se forman sobre los cálidos océanos al norte y al sur del ecuador, donde los vientos alisios son reforzados por el cambio en la presión y puestos a girar por el efecto de Coriolis, creando huracanes, ciclones y tifones.

Cuando se habla de ese tipo de tormentas, Haití es considerada la isla más vulnerable en el Caribe.

No solo está en una vía de huracanes sino que, asolada por la pobreza, no está preparada para resistir cambios climáticos bruscos.

Eso explica por qué las tormentas más intensas no son necesariamente las más mortíferas.

El experto en riesgo de desastres naturales de la Universidad de Stuttgart, Alemania, Jörn Birkmann destaca que los ciclones son especialmente peligrosos por la dificultad de predecirlos.

"Es muy probable que cambien su patrón espacial", señala. "Ocurrirán en regiones donde no se han visto antes o en muy pocas ocasiones".

Birkmann pertenece al equipo que elabora el Informe Mundial de Riesgo, publicado anualmente por la Universidad de las Naciones Unidas.

El año pasado Vanuatu fue el primero en su lista de lugares vulnerables. En 2015, la isla fue golpeada en pocas semanas por un terremoto, una erupción volcánica y el ciclón Pam.

Sin embargo, oficialmente se reportó la muerte de 11 personas, una cifra relativamente baja que refleja los esfuerzos mundiales para proteger a lugares de alto riesgo.

En comparación, la peor pérdida de vidas ocurrió en 1970 cuando Bangladesh fue alcanzado por el ciclón Bhola, que provocó cerca de 500.000 muertos.

Tierra

Si hay algo que une a los lugares más mortíferos es la actividad tectónica.

La corteza terrestre está hecha de placas que, cuando se desplazan acercándose entre sí, acumulan energía.

Al ser liberada, el suelo se agrieta y se produce una onda sísmica que provoca violentos terremotos.

Según los registros, el más destructivo, en términos de vidas humanas, ocurrió en 1556 en Shaanxi, China, donde dejó más de 800.000 víctimas fatales.

Y como los terremotos también desencadenan tsunamis, es justo decir que compiten duramente con las inundaciones por el primer lugar entre los desastres naturales más mortíferos.

Sin embargo, nuevamente son los lugares menos favorecidos los más vulnerables.

Ciudades más propensas a sufrir terremotos, como Los Ángeles o Tokio, utilizan los avances arquitectónicos más modernos para hacer construcciones antisísmicas y proteger a los residentes.

Pero no todos los países a lo largo del llamado "Cinturón de Fuego del Pacífico", donde ocurre el 81% de los mayores terremotos, están en capacidad de hacerlo.

Según el Atlas de Riesgo de Amenazas Naturales en 2015, de la empresa Verisk Maplecroft, 8 de las 10 ciudades más vulnerables a los desastres naturales están en las Filipinas.

Están, al mismo tiempo, en el cinturón de fuego y en un cinturón de tifones.

Fuego

En la otra cara de la moneda tectónica está la actividad volcánica.

Cuando las placas se alejan entre sí, el vacío lo ocupa magma hirviente originada bajo la superficie de la Tierra.

Descrito como "el lugar más cruel sobre la Tierra", la Depresión Danakil en Etiopía es el punto de encuentro de tres placas.

Posiblemente, tiene la mayor actividad volcánica en el mundo y, sin embargo, allí viven los Afar.

De hecho, los humanos tienen el hábito de asentarse cerca de lugares de características geográficas peligrosas.

El ejemplo más famoso es el de Pompeya, la antigua ciudad italiana sepultada por la erupción del monte Vesubio.

Sin embargo, varias ciudades modernas tienen vistas de volcanes activos. Nápoles está a menos de 10km del Vesubio y Ciudad de México está a 70 kilómetros del Popocatépetl.

Según un estudio de la Red Modelo Global de Volcanes (GVM, por sus siglas en inglés), más de 200.000 personas han muerto por causa de la actividad volcánica en los últimos 400 años.

En su lista de lugares con mayor riesgo, Indonesia figuró en primer lugar. Allí, el monte Tambora sobre la isla de Sumbawa provocó la muerte de 70.000 personas en 1815.

La erupción alteró temporalmente el clima, haciendo que el volcán terminara provocando incluso más víctimas por el hambre y las enfermedades.

Pero puede que sean las altas temperaturas la mayor amenaza en el futuro.

Ya en 2003 una ola de calor provocó 70.000 muertes en Europa.

Las zonas urbanas están especialmente en riesgo y, a medida que nuestras ciudades crecen, el calor podría convertirse en un enemigo natural, como nunca antes.

Quizás sea nuestro propio éxito de procreación y desarrollo económico lo que nos cause la mayor cantidad de amenazas.

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