A estas alturas, uno pensaría que el cuerpo humano está completamente descrito y detallado.

Al menos eso era lo que pensaba un grupo de expertos de la Universidad de Virginia, en Estados Unidos, cuando se toparon con unas estructuras vasculares en el cerebro que, de acuerdo a la literatura científica, no deberían estar allí, pero que definitivamente estaban.

"Recuerdo que me pregunté '¿qué puede ser un vaso sanguíneo, que no es un vaso sanguíneo en un área donde tampoco debería haber vasos linfáticos?'", le cuenta a BBC Mundo el doctor Jonathan Kipnis, profesor del departamento de Neurociencia y director del Centro para la Inmunología del Cerebro de la universidad.

El desconcierto de Kipnis radicaba en que los vasos linfáticos son los conductos que transportan material que se filtra de las venas y las células inmune en un líquido que se conoce como linfa, y hasta ahora la idea que se tenía era que el cerebro no estaba conectado con el sistema inmune.

"Si te fijas, nada ocurre realmente dentro del cerebro. No hay linfocitos T (responsables de coordinar la respuesta inmune)", agrega.

Pero tras muchas deliberaciones y consultas a colegas, el equipo de Kipnis empezó a explorar la idea de que sí podía tratarse de unos vasos linfáticos que habían pasado desapercibidos hasta ahora.

Tras realizar diversos análisis en peces, ratones y ratas, pudieron comprobar que el cerebro estaba conectado con el sistema inmune a través de esos vasos sanguíneos.

"Sólo voy a decir una cosa: habrá que rescribir los libros de texto", le había dicho el especialista al sitio de la universidad después de que se publicó el trabajo en la revista Nature.

Encontraron lo que no buscaban

Como ocurre muchas veces en los estudios científicos, los investigadores se "tropezaron" con estos vasos cuando estaban estudiando la meninge esa membrana entre el cerebro y el cráneo que cubre el sistema nervioso central.

"En la meninge encontramos que había muchas células inmunes, así que nos preguntamos cómo pudieron llegar hasta allí".

Haciendo un trabajo de detective, se dieron cuenta que algunas de esas células inmunes estaban dentro de estructuras vasculares(los vasos sanguíneos que no eran vasos sanguíneos que comentamos antes).

¿Cómo es posible que nadie los haya detectado antes?

Kipnis ofrece dos razones.

La primera es que, según el experto, la Biología Linfática es un área muy difícil de investigar. "Muy poca gente la está estudiando".

Y la segunda es que hasta ahora no había marcadores disponible que le permitiera a los expertos ver estas zonas de una forma concreta.

Con los marcadores disponibles, los especialistas pudieron ver cómo esos vasos linfáticos estaban drenando al sistema nervioso central.

Segundo descubrimiento

Este descubrimiento dio pie a un segundo estudio revelador.

Esas células inmunes, de las que hasta ahora no se sabía su existencia, afectan las funciones de nuestro cerebro y la forma en que socializamos.

"Esto es muy emocionante porque descubrimos que la molécula que activa la interacción social está en una zona muy fuerte de antipatógenos", comenta emocionado Kipnis.

Tras salir del asombro de que la interacción social estaba relacionada con nuestro sistema inmune, los expertos se pusieron a debatir cómo era posible que fueran las moléculas antipatógenos las que activaban nuestra interacción social.

"Dijimos 'un momento, esto tiene sentido'. Si te fijas en la evolución y en cómo las criaturas empezaron a hacerse sociables, es porque la socialización es un mecanismo de defensa para lograr empatía con el contrario".

El ventilador de un auto

Para Kipnis, los descubrimientos hechos en su laboratorio demuestran que no sólo se puede estudiar el cerebro desde el punto de vista neuronal.

"Si sólo nos concentramos en lo neuronal, no podemos entender completamente cómo funcionan y son activadas las neuronas".

Según el experto, las neuronas vendrían a ser el motor de un auto y los vasos linfáticos el ventilador.

"Sin el ventilador, el motor del carro se recalienta y deja de funcionar, es el sistema de enfriamiento".

Estos nuevos descubrimientos tienen distintas ramificaciones.

De acuerdo con el especialista, se puede estudiar enfermedades cerebrales como el mal de Alzheimer desde el punto de vista del sistema inmune o el proceso de envejecimiento, entre muchas otras cosas.

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