Desde niña que María José Quintanilla partió mostrando su afición por la música mexicana, lo que le valió llegar a trabajar con uno de los máximos exponentes de la canción azteca, Juan Gabriel, el artista que este domingo 28 de agosto falleciera producto de un ataque cardíaco a la edad de 66 años mientras estaba en Santa Mónica, California.

El intérprete de “El noa, noa” puso sus ojos en la ex integrante del espacio “Rojo, fama/contrafama”, partiendo un vínculo muy especial entre el llamado “Divo de Juárez” y la artista chilena. Un lazo lleno de respeto musical, admiración mutua y, sobre todo, cariño.

Si en 2012, por ejemplo, ella hasta lo visitó para uno de sus cumpleaños y en 2013 cantaron por primera vez juntos públicamente.

Este vínculo vivió uno de los últimos momentos emblemáticos entre ambos en mayo de 2015, cuando él la invitó a cantar al Auditorio Nacional de México el tema “Por eso y mucho más”, misma canción que también grabarían en la casa que tenía el artista en Cancún y que está contemplada que aparezca en “Los dúo 3”, disco que está pensado para salir al mercado en octubre próximo y que ahora será un trabajo póstumo de Juan Gabriel.

“Es una persona que amo y que admiro aunque es muy joven. Es una mujer muy amiga. La conozco desde muy chiquita… nos conocimos hace unos cinco años cuando le dije ‘cantas tan bonito, grábame estas canciones’”, le dijo Juan Gabriel a María José Quintanilla en el momento en que compartieron escenario el año pasado, destacando que “te quiero mucho a ti María José y tengo la obligación de compartir, mi gente, con una juventud tan bonita como tú”.

Tras conocerse la muerte del cantante azteca, cuyo verdadero nombre era Alberto Aguilera, María José declaró que “se fue un maestro, un amigo, un ídolo”.

La joven de 26 años agregó: “mis sentidas condolencias a la familia de don Alberto, con quien tuve la oportunidad de compartir en dos oportunidades ese maravilloso escenario del Auditorio Nacional, en México”.

Quintanilla finalizó su mensaje así: “gracias por su paciencia y cariño. Gracias por su humildad. Elevo al cielo una plegaria por su alma y que Dios lo tenga en su reino. ¡Hasta siempre!”.

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