Hilma af Klint fue la primera artista que desarrolló el lenguaje de la abstracción en el arte. Antes que Mondrian, Kandinsky y Malévich, los reconocidos por la historia como precursores del Arte Abstracto, af Klint llevaba años creando cuadros que prescindían de toda figuración, proponiendo una realidad distinta a la natural.

Nació en Solna, Suecia, en 1862, donde entró a la Real Académica Sueca de las Artes en 1882, uno de los pocos lugares de Europa donde a las mujeres se les permitía estudiar.

La fuerte influencia del espiritismo y ocultismo en los países europeos, a finales del siglo XIX y principios del XX, así como los descubrimientos científicos de ondas y fenómenos como los rayos X que no se podían ver, hicieron que se interesara por el más allá y lo oculto a los sentidos. Así formó un grupo con 5 mujeres, Las Cinco, con quienes durante diez años practicó sesiones de espiritismo, ella como la médium, y donde todas practicaban la escritura automática y pintaban.

Las influencias del oscurantismo y los espíritus nunca abandonaron a Hilma, quien siempre atribuyó su inspiración artística a un dictado divino, que le permitió crear la dimensión espiritual que buscaba modelar lo invisible en su obra. Esta atracción por lo desconocido es una de las razones por la que se considera que el MOMA no la incluyó en su mega retrospectiva de arte abstracto del 2012, aún cuando el trabajo de Hilma es cada vez más reconocido como fundador de lo que denominado arte abstracto.

Desde 1906, la artista comenzó un desarrollo más pronunciado en su trabajo hacia la abstracción, que hizo que durante nueve años creara 193 pinturas, llamadas las Pinturas del Templo. Un par de años más tarde, conoció a Rudolph Steiner, fundador de la Sociedad Teosófica (una sociedad para la búsqueda de la sabiduría divina, sabiduría oculta o espiritual) y fundador de la Antroposofía, que busca lograr una comprensión global del hombre y el mundo. Este encuentro fue transcendental para que Hilma siguiera desarrollando un arte que buscaba transmitir las experiencias supraterrenales que afirmaba sentir. Steiner le recomendó que sus pinturas sólo debían ser vistas en 50 años más, otra de las razones que explica la poca relevancia histórica que se le da a Hilma en el movimiento abstracto.

Siguiendo el consejo de Steiner, Hilda continuó trabajando su legado artístico creando un lenguaje con la abstracción y formas recurrentes como círculos concéntricos, óvalos y espirales, mientras abordaba temas duales como lo femenino-masculino y la materia-espíritu. Esto fue hasta 1925, año en que abandonó completamente la pintura para dedicarse a los estudios teosóficos.

Según su testamento, sus más de 1000 obras debían permanecer ocultas al público durante 20 años tras su muerte en 1944. Cuando el dueño de la granja le dijo a sus herederos que quemaría el granero usado de bodega para todas las obras, fue un sobrino quién tomó la decisión de rescatar su legado y comenzó a gestionarlo para su exhibición. En 1984 fue la primera vez que las pinturas de Hilma af Klint fueron vistas por el público, en la exposición “Lo espiritual del arte”, realizada en Los Ángeles.

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