Los libros de Nadine Gordimer fueron por un tiempo prohibidas en su propio país: nadie como ella retrataba a Sudáfrica en la era del Apartheid, donde blancos y negros vivían separados y donde triunfaba la injusticia. Las historias podían ser de un abogado que defendía a activistas o un pro apartheid desilusionado al enfrentarse con la realidad que vivía el otro lado del país.

Nació en el pueblo minero de Springs, pero más tarde se instalaría para siempre en Johanesburgo. Cuando tenía sólo nueve años comenzó a escribir sus primeros cuentos y a los 15 años publicó uno de ellos en una revista. Ya en 1949 publicó su primera compilación de historias cortas, Face to Face, donde abordó el tema de la segregación social en Sudáfrica retratando el apartheid, el racismo y la violencia.

Decía que aunque no era una persona política en un principio, pero que al vivir en Sudáfrica era imposible obviar la realidad que la rodeaba. Su técnica literaria adquirió connotación y recibió buenas críticas por su narrativa sobria, libre de sentimentalismos y dedicada a retratar la decadencia humana que la rodeaba. Aunque sus libros ya habían llamado la atención –y la censura- en su país-, su primer gran triunfo internacional vino con The Conservationist, de 1974. Es la historia de un hombre de negocios blanco, que compra un terreno rural trabajado por negros, donde aparece un cadáver no identificado. La policía no tiene apuro en averiguar quien es, y el protagonista comienza a obsesionarse.

Gordimer siempre apoyó al activismo anti apartheid, y formó parte del prohibido Congreso Nacional Africano. Fue muy cercana a Nelson Mandela, quien cuando salió de prisión tras 27 años en 1990, quiso de inmediato conocerla; la había leído tras las rejas.

Al año siguiente del encuentro, y cuando su país comenzaba a vivir una revolución dejando atrás el Apartheid, Nadine Gordimer recibió  el Premio Nobel de Literatura. Fue la primera mujer en recibirlo después de 25 años y por cierto la primera escritora africana que lo obtuvo.

Cuando su país cambió, Nadine Gordimer siguió escribiendo de las consecuencias de la vida post Apartheid. En sus últimos años, fue activista en la lucha contra el VIH y el Sida. Fue madre de dos hijos y pocas veces habló de su vida privada en entrevistas, molestándose cuando se le preguntaba en entrevistas. Murió a los 90 años, dejando en sus escritos el testimonio de los años más complejos de su país y su gente.

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