Creer firmemente en la justicia es algo que heredó de su padre, uno de los primeros catedráticos de Derecho Comercial en Irán. Shirin estudió Derecho y mientras continuaba estudiando, comenzó una exitosa carrera en el mundo legal: primero se convirtió en jueza y años después fue la primera mujer en acceder a la presidencia de un tribunal. Pero cuando en 1979 comenzó la revolución islámica a cargo del ayatolá Jomeini, se prohibió que las mujeres ejercieran como jueces. Tras sus fallidos intentos por participar en cargos administrativos judiciales, Shirin pidió una jubilación anticipada para poder armar su propio estudio de abogados. El cierre del Colegio de Abogados de Irán, más la espera por una licencia que le permitiera ejercer la abogacía, hizo que Shirin se dedicara a escribir varios libros y publicar artículos.

Fue una larga espera: recién en 1989 las mujeres pudieron volver a ejercer de abogados, y solo en 1992 Shirin obtuvo su licencia para trabajar. Tomó casos de asesinatos y presos políticos por el régimen, y también de abuso sexual. En 1995 cofundó la Asociación de Defensa de los Derechos de la Infancia y años después el Centro de los Defensores de los Derechos Humanos, para entregar defensa gratuita a los perseguidos por razones políticas y a sus familiares. Desde aquí también comenzó a denunciar casos de violaciones a los derechos humanos.

En el 2003 fue premiada con el Premio Nobel de la Paz, que le otorgó notoriedad internacional tanto por ser la primera mujer musulmana en recibirlo como por las consecuencias que tuvo ante la fuerte represión del régimen iraní. Hubo robos en sus oficinas en Teherán y amenazas de muerte. En 2008 denunció estar siendo intimidada; su centro de derechos humanos fue cerrado, mientras manifestantes por el gobierno protestaban contra ella en su despacho y su casa.

Luego, en 2009, en Irán ocurrieron las cuestionadas elecciones presidenciales, calificadas de fraude. Shirin estaba en España y habló públicamente a favor de unas nuevas elecciones. El gobierno embargó sus bienes y detuvo a su hermana, por lo que Shirin decidió no volver a Irán. Hoy desde el exilio hace clases y continúa defendiendo los derechos humanos en Irán, con especial énfasis en las mujeres y la igualdad.

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