Las atrocidades que dejó el totalitarismo de Adolf Hitler a nivel mundial entre 1933 y 1945, mostraron el lado más perverso del ser humano al intentar exterminar a todos los judíos del planeta bajo el argumento de "no ser de raza aria".

Pero en este acto tan inhumano, puede aflorar, una bella historia entre un soldado nazi y una mujer judía, prisionera en Auschwitz.

Se trata del guardia de la SS, Franz Wunsch, quien logró evitar que la muerte de la polaca Helena Citronova y de su hermana, quienes debían ser sometidas a la cámara de gas en el campo de concentración en Auschwitz, en la Segunda Guerra Mundial.

Helena fue obligada a cantar y su voz sedujo al soldado, quien se enamoró perdidamente de ella y la protegió sin importar las represalias por no cumplir el protocolo de los nazis.

Luego de que el soldado la viera cantando, Wunsch comenzó a mirarla con dulzura, le enviaba galletas y le escribía notas que decían: "Querida. Estoy enamorado de ti", según reveló la propia mujer a un documental realizado por el cineasta Laurence Rees.

La mujer recibió los obsequios con extrañeza, pero poco a poco, comenzó a tenerle cariño. "Con el paso del tiempo llegó un momento en el que de verdad lo amé", comentó en la pieza audiovisual.

Helena debía ir a la cámara de gas, al igual que sus hijos y su hermana. El soldado le preguntó su nombre, la mujer se lo dio y Wunsch, le respondió: "te salvaré". 

La mujer, en ese instante, le preguntó si ocurriría lo mismo con sus hijos y con su hermana, pero el soldado le repondió: "los niños no pueden vivir".

De esta forma, los hijos de Helena fueron asesinados por la cámara de gas, pero Wunsch, logró convencer a las autoridades de que no mataran a las hermanas Citranova bajo la premisa de que podrían serles útiles para realizar trabajos forzados.

Cuando las hermanas abandonaron el campo en una de las denominadas "marchas de la muerte", la Escuadra de Defensa, les regaló dos pares de botas de piel y le entregaron la actual dirección de la madre de ellas en Viena.

Ellas no volvieron a verle hasta 1972, cuando tuvieron que declarar ante un juicio para determinar el comportamiento de Wunsch, a quien los tribunales le acusaban de ser un guardián sanguinario y estar al menos, en una ocasión al mando de una ejecución en una cámara de gas.

"Conocer a Helena cambió mi comportamiento. Me convirtió en otra persona", declaró Wunsch en los tribunales.

La antigua prisionera, falleció en 2005 pero su testimonio ha perdurado gracias al documental grabado por Laurence Rees.

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