Fue designado al azar, pero desde que Kathrine Switzer se lo puso en el pecho el número 261 pasó a tener un significado crucial en el movimiento por la igualdad de la mujer en el deporte.

Esos tres dígitos fueron los que le dieron validez al hito que logró Switzer la tarde del 19 de abril de 1967, cuando se convirtió en la primera mujer en participar oficialmente en una maratón y pudo romper una de las barreras más simbólicas de la discriminación de género en la competencias deportivas, que las mujeres no eran capaces de correr pruebas de larga distancia.

Estaba tan arraigada esa creencia que las mujeres tenían prohibido participar en cualquier carrera por encima de los 800 metros de distancia porque se consideraba peligroso para su salud y su feminidad.

Se pensaba que podían sufrir un desprendimiento del útero, desarrollar enormes piernas y que le podía salir pelo en el pecho.

Su sola presencia en la legendaria maratón de Boston, la más antigua de las clásicas que se disputan anualmente, generó un revuelo inusual hasta el punto que fue perseguida durante la carrera por los fotógrafos y acosada por los periodistas.

"¡Una chica en la carrera! ¡Tiene un número!", recordó Switzer que gritaban los reporteros en una entrevista con la BBC hace dos años.

Al revivir aquel día Switzer habló sobre la secuencia de imágenes que inmortalizó su increíble hazaña, el momento cuando fue atacada por el director de carrera de la maratón, Jock Semple.

"Fue aterrador. Me tomó por los hombros y me empujó hacia abajo, y trató de quitarme el número del pecho", contó.

Semple también agarró el dorsal de la espalda gritándole "sal de mi maldita carrera y entrégame esos números", pero no tuvo éxito por la intervención del entonces novio de Switzer, Tom Miller, quien lo sacó fuera de la carrera con un fuerte golpe.

El valiente 261

El ataque y la atención que estaba recibiendo contribuyó a que Switzer cruzara la línea de meta después de 4 horas y 20 minutos.

No lo hizo sólo por ella, ya que al final de cuentas ella se consideraba una simple "chica que lo único que quería era correr su primera maratón".

Fue con el paso de los kilómetros que se dio cuenta que si no terminaba nadie creería que las mujeres podían correr, "que las mujeres deben estar aquí".

 

"Cuando la terminé, sentí que tenía un plan de vida, una meta, un propósito para cumplir. Me sentí plena también porque corrí mi primera maratón bajo las circunstancias más difíciles, y después de eso nada más sería tan duro", dijo en la entrevista con la BBC.

Switzer dedicó su vida después a demostrar que no había límites para ella ni para las mujeres.

Como atleta logró correr la maratón de Boston en 1975 en 2 horas, 51 minutos y 37 segundos y como activista fue una de las impulsoras de la campaña para incluir la maratón femenina en los Juegos Olímpicos, que logró a partir de Los Ángeles en 1984.

Ha sido esa motivación la que cincuenta años después de su hito la que le ha permitido seguir adelante con el movimiento que ella misma fundó, el 261 Valiente, organización que se enfoca en la sensación de poder que brinda el correr a las mujeres.

"Mi pasión siempre ha sido de darle a las mujeres oportunidades para que ganen fortaleza y confianza en ellas", comentó en un artículo publicado en el periódico británico The Guardian.

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