Cada vez hay más antibióticos ineficaces, debido a que las bacterias han desarrollado mecanismos de defensa. Los antibióticos son sustancias que matan a las bacterias y frenan su multiplicación.

Muchos de los medicamentos son sustancias naturales, como la penicilina. Algunas especies de hongos la producen para protegerse del ataque bacteriano. Otros antibióticos son diseñados en laboratorio o tratados químicamente para mejorar su eficacia.

¿Cómo funcionan los antibióticos?

Las penicilinas interrumpen la síntesis de la pared celular de las bacterias. Los patógenos no pueden sobrevivir la rotura de su tejido celular y, prácticamente, estallan. Otros fármacos impiden, por ejemplo, que los organismos unicelulares puedan producir proteínas que necesitan para sobrevivir. O las sustancias bloquean los mecanismos de transporte en la pared celular, por lo que se rompe el equilibrio natural de las células.

Otros antibióticos interfieren en la proliferación de patógenos provocando la muerte de los organismos unicelulares y bloqueando el surgimiento de nuevas bacterias.

Las bacterias se vuelven resistentes

Las bacterias se multiplican muy rápidamente, pero también se adaptan rápidamente a nuevos entornos y amenazas, como los antibióticos. Así que las bacterias hacen todo lo posible para desarrollar defensas contra estas sustancias que perciben como nocivas.

Cambios en el genoma les permiten a las bacterias crear nuevas proteínas con las que cortan las moléculas de los antibióticos dejándolas inoperantes. Otras bacterias cambian su cubierta celular de manera que el antibiótico no puede irrumpir en su interior. Al ataque de los antibióticos algunas bacterias reaccionan produciendo otra proteína que realiza la misma función en la célula, pero que es insensible a la sustancia antibacteriana.

Crece la resistencia

Una vez que una bacteria ha cambiado su material genético como táctica para repeler la acción de los antibióticos, hereda su transformación a todos sus descendientes. Las bacterias pueden intercambiar piezas de material genético, incluso por simple contacto. Así se propaga la resistencia de las bacterias que, a menudo, son capaces de neutralizar la actividad de varios tipos de antibióticos.

Una de las bacterias más problemáticas, por su creciente resistencia a toda una gama de antibióticos, es el estafilococo áureo o dorado (MRSA), distribuida por todo el mundo y causante de varios males, desde conjuntivitis hasta una neumonía mortal. Se calcula que una de cada tres personas la portan, aunque no desarrollan la infección mientras su sistema inmunológico no lo permita. La Sociedad Alemana de Higiene Hospitalaria estima que en Alemania mueren, cada año, más de 5000 personas víctima de infecciones provocadas por MRSA.

La prevención de la resistencia a fármacos

Para frenar la resistencia a los medicamentos, es importante no utilizar antibióticos en exceso. Pero también es importante destacar que un tratamiento no se debe detener antes de tiempo. En caso de emergencia, hay pocos antibióticos de reserva que los médicos aplican sólo en casos críticos. Se trata de sustancias contra las que las bacterias aún no han podido desarrollar resistencias, gracias a su raro uso.

La tarea de la ciencia es desarrollar nuevos antibióticos eficaces, aún no familiarizados con los patógenos. La consigna es ganar la carrera contra las bacterias.

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